Predica la palabra ¡No calles!

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Predica la palabra ¡No calles!

Analizando los versos leídos de la palabra, nos damos cuenta de una visión ferviente que tenía Pablo por el servicio, podemos ver el anhelo que el sentía por salvar las almas, por esto mismo fue azotado, vituperado, apedreado y encarcelado hasta darlo por muerto. Hablaremos del tema: «Predica la palabra ¡No calles!».

La vida del apóstol Pablo, fue una vida entregada al servicio a Dios, con un llamamiento especial, se le encargó la gran tarea de predicarle a los gentiles, y él hizo una entrega total de sí mismo a ese llamamiento hecho por Dios.

Tiempo después el apóstol Pablo fue apresado y comienza a sentir una angustia muy profunda.

Podría decirse, que esa angustia sería por ver pronta su muerte y despedida de sus seres más queridos o el hecho de que iría a ese lugar de donde no hay regreso.

Pero no, la angustia que sentía este hombre de Dios no era por la muerte, pues este no le temía a esta.

Puesto que el mismo decía, que si vivía, su vida sería para su Dios, pero que si por el contrario moría, esta muerte sería para sí, una gran ganancia.

Pablo, tenía una preocupación inmensa por las almas, esto debe incentivarnos a todos a seguir predicando el evangelio.

Sabemos que no será nada fácil, pero hay un Dios que prometió estar con nosotros todos los días de nuestra vida.

Por lo tanto, no debemos ser insensibles a la necesidad que tiene nuestro país de oír la palabra del Señor y de que le prediquemos este santo evangelio de Cristo.

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Esta preocupación que agobiaba al apóstol Pablo, lo llevaba a pensar en muchas ocasiones en que sucedería con la iglesia después de su partida, puesto que él era consciente que su partida estaba muy pronta a suceder.

Por esta razón, trataba de expresarle a su discípulo Timoteo a través de cartas lo que en su momento él estaba sintiendo.

Y su deseo que éste le fuese a visitar al lugar donde él se encontraba y en sus cartas siempre lo exhortaba para que fuese un buen soldado de Cristo.

Le instruía en muchas cosas materiales y espirituales para que siempre estuviese preparado.

Este mismo anhelo han tenido todos esos hombres que han iniciado con esta gran labor en nuestro país, alentando a muchos más para seguir predicando este evangelio.

De este mismo modo cuando Jesús resucitó y estando con sus discípulos les hablaba con el fin de prepararlos.

Porque ellos continuarían con la tarea de seguir predicando las buenas nuevas de salvación.

Pablo tomó la misma tarea con Timoteo, como buscando que él lo reemplazara, puesto que sentía que ya se iba.

En sus cartas le decía, que viniera pronto para verlo y estando con él le dice, yo me voy pronto pero tú quedas.

Entonces le dice Timoteo, mi boca será cerrada, mis manos no escribirán más, mis pies no me llevaran más a las plazas a llevar las buenas nuevas.

Pero tú Timoteo, no calles, predica la palabra, hazlo sin cesar.

Hoy hay un grito fuerte que dice, no calles, nuestro país necesita que este evangelio sea predicado.

Y que las almas que están perdidas puedan volver a Dios y encontrar el refugio y el descanso que necesitan.

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Aún hay muchas almas por salvar, siendo este el más grande anhelo de Pablo.

Este le decía encarecidamente, Timoteo no calles, predica la palabra, pronto yo me iré, pero tu quedaras, por favor, predica la palabra.

Nuestros tiempos cada vez se acortan más y las noticias que se escuchan a diario son noticias que nos pueden angustiar a muchos.

Pero que a su vez, nos anuncian que la predicación de este evangelio está llegando a su final, por esta razón, no calles.

Dios hace un llamado a su iglesia y le dice, ¡Iglesia despierta! Porque es necesario seguir predicando las buenas nuevas, hoy es nuestro turno, hoy nos toca a nosotros hablar y predicar esta palabra.

Dando un vistazo a la historia podemos ver como grandes hombres de Dios dejaron sus huellas en este mundo.

Hicieron grandes milagros y sirvieron en gran manera a Dios, por esta razón, surge la pregunta.

¿Qué estamos haciendo nosotros?

Puestos en las manos de nuestro Señor Jesucristo podemos hacer grandes cosas.

Debemos ver la grande necesidad que existe en este mundo y que la obra que podemos hacer en él es muy grande, por eso Dios te dice, no calles.

El tiempo de nuestra vida cada vez transcurre más y más, el vigor de nuestro ser se va diluyendo y en esta situación se encontraba el profeta Eliseo.

Lleno de años, en sus días esperaba su muerte, pero el rey Joás enterándose de ello salió a su visita.

Este lo encuentra en su lecho dormido y usa unas palabras muy conocidas por Eliseo, y le dice.

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Carro de Israel y su gente de a caballo y Eliseo despierta inmediatamente viendo al su rey ya hecho un anciano también y este se lamentaba por no tener una oportunidad.

Pero Eliseo le dice, toma el arco, toma la saeta y ven, y le dijo, lancemos juntos flecha por la ventana a ver qué pasa y así lo hicieron.

De esta manera, nuestros ancianos nos guían cada día y nos enseñan a escoger el mejor camino para así poder servir de mejor manera a nuestro Dios.

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Por tal razón, debemos estar muy agradecidos por su existencia y sus palabras de aliento que nos dicen, no calles.

Así lo hacía Eliseo, tomando junto a el rey Joás el arco y la flecha, lo estiraron y lanzaron la saeta.

La palabra en ese momento para el rey Joás era, “saeta de salvación” en otras palabras, hay esperanza para ti o rey.

Pero Eliseo para probarlo le dice, ¡golpea, golpea!, el rey toma la saeta y golpea apenas tres veces.

Eliseo le reclama y le dice ¿Por qué no seguiste golpeando? ¿Por qué no lo hiciste con más fuerza?

Nosotros estamos seguros que aun siendo jóvenes tenemos las fuerzas y debemos ponernos en las manos de nuestro Dios.

Porque hay mucho por hacer aún, hay muchas almas a las cuales predicar y hay un Dios que nos dice, no calles.

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No es momento de estar distraídos, es momento de estar atentos a la palabra que Dios nos da.

Justo así estaba el profeta Isaías antes de ser llamado por Dios, lleno de quejas, lleno de dudas, considerándose a sí mismo un hombre pecador.

Pero dice la palabra, que el lugar donde él estaba se llenó de humo, y dijo, “hay de mí que soy muerto porque mis ojos han visto la gloria de Dios siendo yo hombre de labios inmundos”.

Pero Dios le dice, no morirás porque yo te necesito y he venido a levantarte.

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De esta forma, nos ha llamado Dios y nos tiene en su santo camino, porque tiene un propósito muy grande con cada uno de nosotros.

Para esto fuimos llamados y sacados del pecado, para predicar su palabra y con gran fuerza nos dice, no calles, predica mi palabra.

Acercándose rápidamente un querubín tomando un carbón encendido con unas tenazas, tocó los labios del profeta y de esta manera quito su impureza.

Inmediatamente escuchó la voz del Señor que decía, ¿A quién enviaré? A lo que él responde, heme aquí, envíame a mí.

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Estas son las palabras que nuestro Dios en estos momentos nos dice, ¿Quién irá y predicará mi palabra y salvará a las almas de mi pueblo?

Para esto es que debemos estar preparados y en todo momento dispuestos al servicio de nuestro Señor.

Porque su venida está cercana, su galardón consigo y la gloria de una vida eterna junto con él.

Por eso, debemos procurar traer más almas a esta salvación para disfrutar junto con ellos de este gran privilegio, y por esta razón.

Dios te dice: no calles, predica mi palabra.

Pastor: Yamid Roa

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