Qué tan larga debe ser la ropa de la mujer

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Qué tan larga debe ser la ropa de la mujer

El Señor nos ayude a ubicarnos en el camino correcto que es él y no, en nuestros propios pensamientos, qué tan larga debe ser la ropa de la mujer porque hay algunos que piensan que la ropa es lo que hace santa a las mujeres.

Si la ropa hace santa a la mujer, las monjas de la iglesia católica nos las tenían ganada desde hace muchísimo tiempo.

Note usted que Pablo y Pedro, usan la palabra santidad para hablar del arreglo de la mujer.

Ellos en las cartas, usan la palabra modestia, pudor y decoro, pero hay iglesias pentecostales que a eso le llaman el estándar de santidad, la manera de vestirse, peinarse.

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Dice la palabra del Señor: «Por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios’’.

Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura’’ Hebreos 10:20-22.

En una visita que el hermano Larsen me hizo en Medellín, íbamos para el popular, un sitio que como su nombre lo indica, era muy concurrido por los habitantes de la ciudad, íbamos tres pastores.

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Entonces el otro hermano pastor le dice al hermano Larsen: «cuántos centímetros debe tener la falda de la mujer después de la rodilla’’, y el hermano Larsen le responde: «yo no ando mirándole las piernas a las hermanas’’.

Buscando ponerle centímetros de la rodilla para abajo, no, la santidad no está en el vestido, dice un refrán muy conocido: «el hábito no hace al monje, pero el monje si hace su hábito’’.

Quiero hacerle una pregunta ¿Cuántos bandidos han asaltado bancos vestidos de cura o monja?, porque el hábito no hace al monje, pero todo monje si carga su hábito con orgullo.

Pedro, dice en la palabra del Señor: «porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza’’ 1 Pedro 3:5-6.

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Se ataviaban así porque eran santas, no para ser santas, el santo se viste como tal o acaso cuando usted se va a meter debajo del carro a arreglar algún daño de motor donde sabe que muy probablemente se vaya a ensuciar se pone el mejor traje.

Claro que no, te pones un overol o un pantalón viejo o camisa deteriorada, uno se viste como es y para lo que hace.

Entonces la mujer santa se viste santamente, y la que no es santa está recateando a ver hasta donde puede subir la falda.

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Salgamos de eso, son tradiciones pentecostales.

En Estados Unidos hay algunos creyentes que cargan hasta catálogos, mostrando el largo de la manga, falda, vestido de la mujer, aún hasta los pantalones del hombre, porque hay algunos que usan los pantalones pegados, así como el de las mujeres.

Entonces los que creen que el vestido es un estándar de santidad.

Han creado un catálogo para los pantalones de los hombres de nuestra iglesia, vea, para el buen entendedor pocas palabras.

Cuando Adán pecó y se vio desnudo, la pobre idea él, fue hacerse un delantal de hojas de higuera.

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Pan para hoy y hambre para mañana, porque el sol le iba a secar las hojas e iba a volver a quedar en las mismas.

Eso era menos que una minifalda, pero Dios no le hizo un delantal de pieles, como muchas personas mencionan, el Señor los visitó de pieles.

Este acto que el Señor Jesús tuvo con ellos, nos da un mensaje de que a él no le gusta la desnudez.

Cuidémonos solamente en una cosa hermanos, en aprobar el estándar celestial.

Por: Eliseo Duarte

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