Cómo tener abundancia en Dios

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Cómo tener abundancia en Dios

Hay peligros en la abundancia y la escasez, porque teniendo en cuenta el pasaje de Deuteronomio 8:11, hay una amonestación de no olvidar a Dios.

El hecho que nosotros estemos acá en este día, es por la gracia de Dios y eso es algo que debemos reconocer.

Todo lo que somos y lo que tenemos, todo eso ha sido por la gracias y la misericordia de Dios.

Dios ha sido tan misericordioso que además que nos ha dado vida, nos ha dado también la salvación, por él viene la abundancia y la escasez huye de nosotros.

Es aquí donde podemos ver la sabiduría del hombre que sigue a Cristo, porque la Biblia dice muy claramente.

“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.

Pero lastimosamente hay personas que buscan más esas añadiduras, que el mismo reino de los cielos, y es justo por eso, que no pueden crecer en Dios.

Porque tiene puesta su cabeza más en las cosas materiales que puede ofrecer este mundo, que en la vida preciosa que Dios da.

Pero nosotros hemos hecho como dice el profeta Isaías y hemos buscado a Dios ahora que lo podemos hallar, y sí que lo hemos hallado.

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Porque nuestra vida ha cambiado desde que lo tenemos a él, hay gozo y alegría en nuestras vidas por él, por eso, vivimos en la abundancia y la escasez no está con nosotros.

Ahora, si tenemos la bendición del cielo, tenemos que hacer un alto en el camino, porque debemos reconocer que es Dios quien nos ha bendecido.

Es Dios quien nos ha ayudado, es él quien nos ha levantado del lugar donde estábamos tirados.

La condición que tenemos hoy en día no es la misma que teníamos anteriormente, porque a Dios le ha placido abrir sus manos de misericordia.

A él le ha placido darnos lo que nosotros necesitamos y en ningún momento él nos ha desamparado.

Pero hay un problema en nosotros y ese es a veces lastimosamente el hombre tiene una gran particularidad.

Y es que nos olvidamos de la obra de Dios, nos olvidamos de los beneficios que él nos ha brindado.

Es por eso, que a veces se va de nuestras vidas la abundancia y la escasez empieza a minar en nuestras casas.

Los diez leprosos le gritaban, “hijo de David ten misericordia de nosotros” y el Señor acercándoseles, les sanó.

Cuando les sana, se fueron contentos los diez, pero solo uno de ellos regresa, y el Señor le pregunta.

¿No son diez los que fueron sanos?, ¿Dónde están los otros?, a lo que aquel hombre responde, “solo yo he quedado”, Jesús le dice, sabes, “tu fe te ha salvado”.

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Y es ahí donde nos damos cuenta que aun cuando Dios nos da la abundancia y la escasez va sacando de nuestras vidas, nos podemos olvidar por completo de él.

No podemos obrar de esta manera, no podemos ser como los necios que les dan la espalda a su creador y su sustentador.

Nuestra vida depende enteramente de Dios, ¿Qué podríamos hacer sin él?, ¿Qué sería de nuestro destino, si él no está en nuestras vidas?

No seriamos nada, su iglesia no tendría ningún respaldo, porque debemos entender que no ha sido por nuestra fuerza, ni por nuestras obras, ha sido por su infinita misericordia.

Por eso David nos aconseja de esta manera; Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre, bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. Salmos 103:1-2.

Él es quien nos ha preservado el alma, el que nos ha bendecido, el que nos ha dado el aliento.

El que nos ha ayudado, el que nos ha levantado, ¿Cómo no va existir alabanzas en nuestros corazones?, si literalmente él nos lo ha dado todo.

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¿Cómo no ha de existir en nosotros alegría y exaltación para ese Dios que nos lo ha dado todo, absolutamente todo?

Y aunque han venido tormentas, hemos sufrido de tropiezos y veces caídas, pero podemos preguntarnos ¿Cuántas veces hemos quedado solos?

Estamos completamente seguros que en ningún momento Dios nos ha desamparado, cuando los momentos ha sido duros, Dios ha sido aún más fuerte.

Cuando la tormenta se ha acrecentado, ha sido Dios que con su poder nos ha llevado de la tormenta a la calma.

Cuando creemos que ya nuestras fuerzas no dan para más, cuando ya nuestro cuerpo no resiste una lucha más, un golpe más, es su mano la que nos ha sostenido.

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Es su majestuoso poder el que nos ha ayudado, el que nos ha sacado del foso de los leones y él ha cerrado sus bocas.

Es por eso, que en esta iglesia hay hoy hombres agradecidos con Dios, por sus favores, por sus misericordias.

Agradecidos porque ha traído a nuestras vidas la abundancia y la escasez ha sacado de ellas.

David no dijo, “no he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan”, así como lo dice David, nosotros también tenemos la seguridad que Dios nos bendice.

Pero hay algo muy importante que tenemos que tener en cuenta y de eso depende que Dios siga teniendo esos favores para con nosotros.

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Todos debemos cuidarnos de olvidarnos de nuestro Dios, debemos cuidarnos de olvidarnos de quien es nuestro hacedor.

No podemos ser como esos nueve leprosos que no hicieron como el que si fue agradecido, sino que sin pensar, se fueron y no tuvieron agradecimiento para con Dios.

No un gesto de agradecimiento siquiera con el Dios que restauró sus vidas, con el Dios que los limpió de sus impurezas.

Así como nos ha limpiado a nosotros también de nuestros pecados, de nuestras inmundicias, de nuestras maldades y transgresiones.

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Si Dios nos ha bendecido, debemos darle la gloria que él se merece, si Dios no ha ayudado, debemos darle la honra.

Dios en todo momento nos ha fortalecido, y la mejor manera de agradecerle es entregando nuestras vidas a su servicio con alegría y con verdad.

Debemos entregarle todo sin escatimar nada, así como él entregó su vida por nosotros, que sin pensarlo, eligió una muerte deshonrosa, solo para salvarte a ti y a mí.

No podemos ser desagradecidos con Dios, amémosle como él nos ha amado y sirvámosle, como él se lo merece.

Pastor: Jailson Navarro

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