Cómo tener la mente de Cristo
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Gálatas 6:7. Hoy hablaremos de: «Cómo tener la mente de Cristo».
Los principios son inviolables, innegociables, no podemos cambiarlos. El principio que vemos en el verso anterior, se refiere a que recogemos lo que sembramos.
Dios estableció que las cosas se reproduzcan según su género, por ejemplo: si sembramos naranjas, son naranjas las que vamos a cosechar.
Muchos hemos fallado en esto, porque queremos recoger algo bueno, sin sembrar algo bueno.
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Dios tiene poder para convertir algo que se sembró en otra cosa distinta, pero él ya estableció un principio y Dios no viola lo que establece. Él es fiel a lo que dice.
Y vemos como los hombres, muchas veces se olvidan de pactos que hacen con Dios, pero aunque esto pase, él mantiene su palabra y su pacto.
El principio de la ley de la siembra y de la cosecha es claro, no se obtiene una cosecha diferente a lo que se sembró.
Si queremos la bendición de Dios de manera económica y material, debemos sembrar, debe haber una semilla por parte de nosotros.
Nuestra actual condición financiera depende de lo mucho o poco que hemos dado a los demás, de lo generosos que hemos sido.
Existen personas que creen que Dos bendice económicamente por orar y ayunar mucho, y no es así.
El dar es la semilla y la oración el agua, esa semilla se riega con oración y Dios la hace crecer, pero sin semilla nada sucederá. Ese es el principio de la ley de la siembra y de la cosecha.
Si nada de siembra, nada se cosechará.
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Esta ley de la siembra y de la cosecha consta de tres principios:
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Principio de calidad
Es el sembrar algo bueno, escoger una buena semilla.
Es importante saber que si escogemos una semilla de calidad nuestra cosecha será de calidad.
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Principio de la cantidad
Luego de haber elegido que sembrar y una semilla de calidad, se debe mirar cuanto se quiere recoger.
La Biblia nos dice, que el que siembra escasamente, escasamente segará.
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Principio de la espera
En la Biblia encontramos que habla de esperar; “a su tiempo segaremos”.
Muchos se desesperan, muchos se van hacia atrás y luego de haber escogido una buena semilla y sembrar en gran cantidad, tienen afán.
“Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía” Santiago 5:7.
Esta ley de la siembra y de la cosecha tiene su proceso, y no es cuando queramos es todo a su tiempo.
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La espera en el campo espiritual, nos ayuda a fortalecer nuestra fe. Dios quiere que tanto en lo espiritual como en lo terrenal, tengamos prosperidad.
Estos principios son muy fáciles de comprender, pero a veces nos cuesta hacerlo porque no nos metemos en la búsqueda continua, no conocemos a Dios.
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Debemos tener la mente de Cristo, y eso solo se consigue si le buscamos.
Cuando llegan los momentos difíciles en medio de la siembra, no es para mal, Dios nos esta perfeccionando y quiere que nos conozcamos a nosotros mismos.
El ya nos conoce, pero Dios permite que vivamos ciertas experiencias para que eso malo e imperfecto que tenemos en nuestro corazón lo veamos y lo saquemos.
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“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan” Salmos 24:1.
Si de él es todo, la espera siempre será para bien, el puede darnos enseguida, pero no aprenderíamos.
Aprendamos a conocer a Dios y entendamos que por medio de la ley de la siembra y de la cosecha, obtendremos bendiciones.
Por: Olga Piña