Cómo vivir en el espíritu y no en la carne
Vivir y andar en el espíritu es algo que debe estar siempre en nosotros, andando es el espíritu es la muestra que tenemos una cimiente divina. Hablaremos sobre el tema: «Cómo vivir en el espíritu y no en la carne».
En el principio Dios nos hizo, hizo al hombre, un hombre santo, el hombre era sin pecado e inocente.
Pero llega un día en que el hombre desobedeció a Dios y el pecado comenzó a reinar en el hombre.
Comenzó a hacer cosas que desagradaban a Dios porque de la desobediencia del hombre nacieron muchas transgresiones, malos pensamientos.
Nació el adulterio, la fornicación, la mentira, todo esto es causa del pecado y la Biblia nos muestra en Romanos hablando de la naturaleza del hombre.
Nosotros descendemos de Adán humanamente, pero cómo Adán pecó, la Biblia dice, que todos los hombres pecaron.
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¿Y algunos se preguntan por qué todos pecaron? Si cuando Adán pecó, todavía la raza humana no se había multiplicado.
Así que todos nosotros estábamos en los lomos de Adán, es por esta razón, que todos nacimos bajo pecado y todos quedamos bajo esa condenación.
El hombre comenzó a hacer cosas desagradables delante Dios porque el pecado lo dominaba.
El pecado comenzó a someterlo y el hombre no comenzó a hacer lo que quería, sino lo que él pecado lo llevaba a hacer, porque se despertaron deseos en la parte humana del hombre.
Y es aquí, donde se despierta la concupiscencia, Adán traspasó el límite y cuando él peca lo que antes era normal entre ellos.
Ahora ya lo ve como algo extraño y por eso, busca la manera de esconderse de su desnudez.
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La Biblia dice, que así como el pecado vino y pasó a todos los hombres, pero dice, por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos, el pecado contaminó a todos.
Vino uno semejante a Adán, pero este vino sin pecado, que por su obediencia y su justicia todos los que creemos en él tendremos vida.
Tenemos una cimiente divina porque fuimos engendrados por el espíritu, y no por cualquier espíritu, sino por el Espíritu Santo.
Cuando hablamos de este, no hablamos de algo aparte, estamos hablando del mismo Dios. Así que, tenemos una cimiente divina que es aquella nos da vida, vida eterna.
Andar en el espíritu es llevar una vida nueva ya no dominado según los deseos de la carne sino guiados por el espíritu.
Así que, por ser engendrados por Cristo tenemos una cimiente espiritual, así que nuestro hombre carnal quedó crucificado.
Sin embargo, en la iglesia tendemos a creer que cuando una persona ora y ayuna pensamos que es espiritual pero no la obra del espíritu.
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Una persona espiritual da frutos, la mentira, el engaño, la fornicación no son frutos del Espíritu Santo y quien practica esto, no tiene comunión con Dios.
En nuestra iglesia no puede haber divisiones porque el espíritu no divide, el espíritu busca la comunión de los santos y es lo que Dios cada día quiere, que no hallan contiendas en el pueblo de Dios.
La palabra de Dios es donde nosotros nos podemos mirar, analizarnos y determinar cómo está nuestra vida espiritual.
La Biblia dice, que los frutos del espíritu son: amor, paz, gozo, paciencia, mansedumbre y templanza.
Cómo humanos cuando se presenta alguna situación difícil tenemos ese impulso de quizás, actuar según la carne.
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Pero el hombre espiritual puede dominarlo porque el fruto del espíritu es paz, puede perdonar, puede amar, eso es el hombre espiritual.
Vivir en el espíritu es no satisfacer los deseos de la carne sino rechazar el pecado y gozarse de la bendición de Dios, llevar una vida agradable con los hermanos de la iglesia, vivir en comunión.
Hoy en día el hombre vive de muchas emociones, suenan los tambores, todos saltan y brincamos cantando.
Pero dejaron de sonar los tambores y queda un silencio, se predica un mensaje que hay un Dios que toca nuestros sentimientos, todos se tiran, lloran en el altar y hasta les puede parecer un lindo mensaje.
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Pero cuando salen de allí, afuera lo qué hay es pleito, contiendas, divisiones y en la casa muchos problemas.
Somos una iglesia que canta, que entona bien los himnos, pero no es una iglesia dominada por el espíritu.
Porque si hay pleitos, una iglesia bajo la unción del Espíritu Santo los sabe arreglar, porque es el espíritu del poder para perdonar pecados.
No podemos evitar que haya ofensas porque siempre las habrán, no podemos evitar que alguien se equivoque porque siempre los habrá.
Pero que sea un hombre espiritual no quiere decir, que no se equivoque, cuando se equivoca sabe reconocer, busca y se arrepiente porque quiere estar en paz con Dios.
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Quiere estar en comunión con Dios, no quiere hacer su voluntad ni dejarse dominar por la carne, quiere dejarse guiar por el espíritu.
No puede haber ofensas que pasen, que transciendan porque cuando al hombre espiritual lo ofenden sabe perdonar, no guarda odio porque la carne busca los impulsos.
Pero el espíritu domina y cuando es ofendido sabe que hay alguien dentro de él que lo guía de gozo, paz, amor, paciencia y mansedumbre.
El verdadero hombre espiritual mira más allá de las ofensas y sabe perdonar, una persona que anda en el espíritu toma esa ofensa y la somete, cuando el espíritu es amor, perdonador, él lo abraza.
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No podemos seguir viviendo de la misma manera, nosotros como iglesia fuimos llamados para dar del espíritu, para vivir en el espíritu y no en la carne.
No podemos vivir de cualquier manera, debemos dejar que el Señor dirija nuestra vida, permitir que ese espíritu siempre more en nosotros.
Cada uno de nosotros sabe y conoce la importancia de agradar a Dios, debemos vivir bajo la voluntad de Dios la cual es buena, agradable y perfecta.
Sabemos que los únicos que pueden entrar al cielo son los santos, los limpios, los que practican la justicia, y es lo debemos de tratar de buscar siempre, porque sin santidad nadie verá al Señor.
Por: Hernando Vergara