El Espíritu Santo convence de pecado

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El Espíritu Santo convence de pecado

La obra de la salvación de principio a fin la hace el Espíritu Santo de Dios. Se inicia este trabajo precioso del Señor a través de sus discípulos. Hablaremos sobre el tema: «El Espíritu Santo convence de pecado».

Cuando Cristo resucitó, estuvo 40 días con sus discípulos. Luego se despide y les dice: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado, este será salvo”.

La orden fue no moverse de Jerusalén, hasta ser investidos de poder de lo alto y ese poder lo recibirían cuando haya descendido sobre ellos el Espíritu Santo.

Los discípulos inician la obra viviendo una experiencia extraordinaria, el día de pentecostés fueron investidos de poder de lo alto, hablando en nuevas lenguas.

El bautismo del Espíritu Santo lo hace directamente el Señor, no es por voluntad humana, y se manifiesta hablando en nuevas lenguas, según el Espíritu da que hablen.

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Los extranjeros que estuvieron ese día cerca al aposento alto, escuchaban a hablar a los hermanos en su propia lengua las maravillas y grandezas de Dios, y así el terreno fue preparado para la hora de la predicación.

En ese momento se levanta Pedro, lleno del Espíritu Santo y lanza un poderoso sermón presentando a Jesús como el varón aprobado por Dios, desechado por los hombres, pero que ahora ha venido a ser la piedra del ángulo.

Dice la Biblia, que los que oyeron ese sermón, se compungieron de corazón y ese día fueron bautizados como 3.000 personas en el nombre de Jesús.

La obra que el Espíritu de Dios hace en el corazón de un hombre, lo convence de pecado.

La iglesia empezó a crecer, a extenderse aun fuera de Israel, la obra de Dios seguiría creciendo y sobreponiéndose ante cualquier ataque del enemigo.

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En otra ocasión, Felipe por voluntad de Dios es conducido al desierto, y se encuentra con el etíope que estaba leyendo las escrituras, pero no entendía lo que leía.

Felipe, le explica las escrituras y le muestra que Jesús es el Cristo, el etíope creyó y fue bautizado en el nombre de Jesús.

Esto es un ejemplo de la obra del Espíritu Santo en las misiones.

Encontramos también, a un hombre enemigo de la iglesia, Saulo de Tarso, quien aborrecía a los cristianos.

Pero el Señor en su misericordia, se interpone en el camino de este hombre, mediante un resplandor de luz que lo deja ciego.

Ese día, Saulo escucha la voz del Señor diciéndole: “yo soy Jesús, a quien tú persigues” y la vida de Saulo es transformada y bautizado por Ananías por mandato de Dios.

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La iglesia debe levantar un clamor permanente, rogando al Señor que unja a los hermanos y predicadores de los últimos días.

Que los llene con su Espíritu Santo para anunciar sus maravillas y que milagros sucedan cuando se hable de Jesús. El Señor es el que envía y él es el que respalda su obra.

Aunque pasen los años y el cuerpo se vaya desgastando, la unción es la misma, y los labios de aquella mujer u hombre sin fuerzas físicas, serán usados con poder, porque la obra es de Jesús.

Cuando Pablo y Silas fueron encarcelados, empezaron en ese lugar a adorar a Dios, y el poder del Espíritu Santo se hizo sentir.

Jesucristo llegó por sus siervos y los cimientos de la cárcel fueron estremecidos.

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Ese día, el carcelero se convirtió y con él toda su familia, allí comenzó una gran obra, la obra de los Filipenses.

No hay dudas, es Cristo el que dirige la iglesia, el día que creamos otra cosa, hasta ese día viviremos, porque el que sustenta es él, el que vivifica es él.

Él es el que dirige el plan de salvación para cada ser humano en particular, es él quien dirige el plan de salvación para tu vida y para la mía.

Debemos ser conscientes de que ha sido el Espíritu Santo el motor que nos ha impulsado hasta el día de hoy.

El pueblo de Dios goza hoy de una corona de favores y misericordias.

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El Espíritu Santo convence de pecado.

Tal vez, escaseen algunos bienes materiales, pero todos los días estrenas misericordia, pues, son muchos los favores que el Señor nos ha dado.

Llénate joven, llénate hermano y hermana, recibe autoridad del cielo para hacer frente al enemigo, para vencer las tinieblas.

Que cuando invoques el nombre de Jesús sobre los enfermos, ellos sean sanados, que los cautivos sean libertados.

Se necesita una iglesia que reconozca la obra del Espíritu Santo en las misiones, que no se mueva sin la dirección del Señor.

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Que entienda que la victoria es segura en Cristo, una iglesia que vuelva a anhelar su presencia como en el principio.

Querido lector, basta con que reconozcas hoy, la necesidad de vivir bajo la influencia del Espíritu Santo, para que tu vida experimente las maravillas que Dios ha dispuesto para los que le aman.

Invoca su nombre con fe y permítele al Espíritu de Dios, terminar la obra en ti, y luego serás usado en favor de los demás.

Créele hoy a Dios y abre tu corazón.

Por: Edilberto Ortiz

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