El monoteísmo base de la doctrina apostólica

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El monoteísmo base de la doctrina apostólica

El monoteísmo base de la doctrina apostólica. Hebreos 2:14; Isaías 35:4; 1 Timoteo 3:16; Filipenses 2:6-11.

En la era apostólica es el tiempo comprendido desde el nacimiento de la iglesia el día de pentecostés, cuando todos fueron llenos con el Espíritu Santo, hasta la muerte del apóstol San Juan al cierre del primer siglo.

La era apostólica, se dio inicio posteriormente a la resurrección del Señor Jesús con sus doce discípulos escogidos, aproximadamente en el año 33 D. C. y se extendió hasta el cierre del primer siglo.

Durante este tiempo se escribió todo el Nuevo Testamento, donde descansa la totalidad de las enseñanzas de los apóstoles.

Es de analizar, que todos estos escritores ratificaron los escritos del monoteísmo Hebreo y confesaban, que Jesús es el Dios todopoderoso.

Que fue manifestado en carne para rescatar a la humanidad del pecado, del diablo y de la muerte, según lo predicho por la carta a los Hebreos 2:14 y por los santos profetas Isaías 35:4.

El Antiguo Testamento escrito por el pueblo Hebreo, se divulgó para todas sus generaciones que hay un sólo Dios, y que ese sólo Dios, es Espíritu y a la vez es Santo.

Por lo tanto, no se halla otro Dios, ni siquiera parecido, porque él es sólo numéricamente, y no hay más.

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El monoteísmo base de la doctrina apostólica.

El Espíritu Santo por boca del profeta Isaías, anunciaba a aquellas generaciones y las que habían de venir, que se acordarán de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos.

Estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica»

“Porque yo soy Dios, y no hay otro, y nadie hay semejante a mí” Isaías 46:9.

El Antiguo Testamento dirigido al pueblo de Israel se proclamó, que llegaría un día cuando Dios mismo vendría y salvaría a la humanidad.

El profeta se pronuncia de esta manera: «Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará». Isaías 35:4.

«Por esta razón mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente». Isaías 52:6.

«Además que Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará». Isaías 33:22.

Los autores esencialmente del Nuevo Testamento, afirmaban y confesaban precisamente eso, que Dios se manifestaría en carne como un ser humano.

Sin dejar de ser Dios, tomó forma humana con categoría y calidad de hombre. Hebreos 2:14; Filipenses 2:6-8; Colosenses 2:9.

El monoteísmo base de la doctrina apostólica

Todo teólogo debe considerar, que los apóstoles escribieron para los feligreses de su época y ellos hacían énfasis de la manifestación de Dios en carne cuando expresaban estas palabras: «esto es lo dicho por tal profeta».

Además, la carta a los Romanos les presenta el árbol consecuencial, «Que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén». Romanos 9:4,5.

Cuando los apóstoles les escribían a los pastores posesionados por ellos mismos, les hacía mucho énfasis de la manifestación de Dios en carne.

Como uno de los principios pertinentes de la disciplina cristiana, para así, persistir formando a los nuevos creyentes que continuarían con esta magna obra.

«Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras». Tito 2:13-14.

Cuando le escribieron al pastor Timoteo, fue con unos principios categóricos, definitivos: San Pablo le indica: «Si tardo en ir a visitarte, te escribo la presente para que sepas como debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria». 1 Timoteo 3:15-16.

Toda esta verdad doctrinaria es la columna vertebral de la iglesia; dice la anatomía que un cuerpo sin columna no transita ni circula.

Eso quiere decir, que esta iglesia tiene su columna firme, que ha atravesado la historia y sigue avanzando como el primer día.

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Estimados hermanos y amigos, cuando se cumplió el tiempo programado por Dios de su manifestación en carne.

Estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica» pero vea también: Dios manifestado en carne

“Fue durante el tiempo del imperio Romano, también se cumplió la profecía del profeta». Isaías 7:14.

«He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel; que quiere decir, Dios con nosotros». San Mateo 1:22,23.

Cuando el ángel vino a suministrarle las nuevas a María, le expresó: el Santo “ser que nacerá,” será llamado “Hijo de Dios”. San Lucas 1:35.

Esta declaración angelical es tan importante porque nos declara, que esta manifestación de Dios en carne, sería llamado: “hijo de Dios”.

Por ello, cuando Jesús hablaba de su padre, le exigían que les mostrara al padre, y él categóricamente les decía, el que me ha visto a mí, ha visto al padre; identificándose como el padre.

Con esta afirmación angelical, nuestro salvador sería llamado «hijo de Dios», también se le llamó el “Mesías” o “Jesús el Cristo”, nació, vivió entre los hombres, murió y resucitó de entre los muertos.

Luego ascendió a los cielos, después en el día de pentecostés descendió en su Espíritu Santo y la iglesia en ese momento, tuvo su nacimiento como cuerpo o institución y fue establecida en la tierra.

Si miráramos el libro de los actos de los apóstoles, nos hacía caer en razón, ver cuánto enalteció Dios a sus hijos en esos tiempos porque fueron momentos gloriosos.

Muchedumbres se aumentaban a la comunidad cristiana, grandes maravillas se hacían como certificación que Dios estaba con ellos y en ellos.

La verdadera cristiandad estaba ungida por el Espíritu Santo.

La palabra del evangelio por boca de los discípulos rodeaba las montañas y cruzaba los torrentes y mares, hizo sacudir los tiranos y a los reyes.

Cierto escritor glosaba, que aquellos cristianos habían volteado el mundo de arriba abajo, según lo declara el libro de los actos en Hechos 17:6.

Así eran sus mensajes llenos de autoridad.

Pronto la naciente iglesia cristiana empezó a recibir ataques, agresiones de las potestades infernales, a través de los gobernadores judíos, de los emperadores romanos y de las falsas doctrinas que más tarde hablaremos a menudo de ellas.

Sin embargo, en la edad apostólica no se había desarrollado aún la llamada “doctrina del hijo eterno, ni de las tres divinas personas”.

Vea también: De lo divino a lo humano

No obstante, el apóstol Pablo vislumbraba la “acción del misterio de la iniquidad”.

Hay que notar que desde muy temprano, algunos poderes doctrinarios falsos se estaban haciendo presentes en regiones del medio oriente.

Como en el Asia menor, escuelas filosóficas que tenían enseñanzas contrarias a la verdad apostólica.

Cuando el evangelio penetró a esas provincias muchas personalidades llegaban a la fe, y otros continuaban con sus prácticas filosóficas y oscuras.

Sin embargo, el Espíritu Santo por boca de los apóstoles les declaraba lo siguiente: 2 Tesalonicenses 2:7.

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. 2 Timoteo 4:3-4.

Al cierre del primer siglo, cuando apareció el libro del Apocalipsis, vemos que las siete iglesias de Asia Menor estaban siendo atacadas por esas falsas doctrinas llamadas los Nicolaitas, los Balaanitas y los Jezabistas. Apocalipsis 2:6, 14, 15, 20.

No obstante, a pesar de todas estas oposiciones conflictivas, la verdadera comunidad cristiana se mantuvo incansablemente firme.

Se ha considerado, que para esta época surgió la filosofía del neoplatonismo “cristiano”, que se filtró con las personas procedentes del platonismo, que se convertían y continuaban con los mismos procedimientos.

Cuando el cristianismo se iba extendiendo por la cuenca fértil del Mediterráneo, también se iba encontrando con otros credos religiosos.

Igualmente los griegos y los romanos que trataron de asimilar algunos elementos de la fe cristiana dentro de sus propias filosofías, tal como sucedían con algunos israelitas judaizantes en el principio.

Los centros intelectuales del gnosticismo en las costas del Mediterráneo, hacían muchas referencias acerca de la persona de Jesús; cuya secta se hizo muy popular, ya que derivaba de la palabra griega “gnosis”, que significa “conocimiento”.

Esta secta se difundió especialmente dentro de la cumbre científica; quien a su vez, fue ganando terreno en su intento de explicar ciertas cosas del ocultismo.

Los historiadores comentan, que los gnósticos de esa época creían, que la materia era exclusivamente mala, por eso, no aceptaban que el Dios santo se hubiese manifestado en carne y llegaron a aborrecer esa enseñanza bíblica.

Ellos desarrollaron varias doctrinas acerca de Jesús, por ejemplo, que él nunca fue un ser humano real sino que era una especie de fantasma.

Que él no era Dios manifestado en carne, y que él fue un simple hombre sobre el que Dios descendió durante el bautismo y que lo dejó abandonado antes de su muerte.

Recordemos que estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica»

En el tiempo del apóstol San Pablo ya eran conocidas dichas creencias y el apóstol los debatía con la carta a los colosenses.

Al cierre del primer siglo también el apóstol San Juan habló duramente contra esta ilusoria enseñanza.

Cuando escribió. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. 1 Juan 4:1-3.

En el cierre del primer siglo, viviendo todavía el apóstol San Juan, Dios lo inspira para escribir su evangelio y lo mismo las epístolas.

Cuyos escritos derribaban las doctrinas del neoplatonismo y además, desmenuzaban todas las elucidaciones que los filósofos habían enseñado durante siglos.

Dichos personajes basados en el ateísmo, en el escepticismo, desconocían a Dios, y buscaban desesperadamente un nuevo arjé o primer principio que fuera diferente a Dios.

Esta doctrina con principios subrepticios, sus seguidores envueltos en sus pareceres algunos llamaron a ese primer principio “logos” y creyeron que todo provenía de un “logos” inmaterial a parte de Dios.

Vea también: Las doctrinas bíblicas del evangelio

Algunos filósofos consideraban este primer principio como el “logos”, por ejemplo: lo vemos en el filósofo Heráclito, que para él era algo inconcreto y lo consideraba como una ley natural o como un principio moderador y regulador del universo.

El logos filosófico de Filón de Alejandría de Egipto, era del mismo modo algo genérico o abstracto a lo que él llamaba “el mundo de las ideas” o el “hijo de Dios”.

Quien era como un segundo dios y estaba subordinado a la “idea suprema”. Esta doctrina tuvo acogida en el concilio de Nicea a mediado del siglo tercero.

Cierto comentarista percibió, que el apóstol Juan utilizó intencionalmente la misma terminología de estos filósofos para destruir sus argumentos y para expresar la gran verdad acerca de los cosmos y su naturaleza.

Mostró que el universo no era eterno sino que había tenido un principio, o sea, un ”Arjé” y que ese primer principio o logos era el creador y sustentador de su creación y que en el mundo había estado pero el mundo no lo conoció.

Este Dios es único, y por lo tanto no comparte su gloria con nadie, según la escatología del profeta Isaías 42:8, y cuya gloria no se podía dividir.

Por ello, teológicamente, según San Juan 1:1; no se podía desglosar el arjé primitivo con el arjé en acción; más bien concluyó, que el “verbo se refiere a Dios y el verbo era Dios” y aquel verbo para accionarse se hizo carne y luego incorpora.

Y, vimos su gloria, como la del unigénito del padre lleno de gracia y verdad; si Isaías comenta que Dios no le daría su gloria a otro; sin embargo, Juan se la vio a Jesús.

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Esta aclaración sistemática, San Juan nunca dijo que el logos era una persona de Dios o un secundario, ni un semidiós, ni un segundo o tercer dios, ni una criatura aparte de Dios.

Además, nunca igualó la expresión logos con hijo eterno de Dios. San Juan lo que dijo es que el “logos era Dios”.

Los exégetas han considerado, que de acuerdo al significado común y no filosófico de la expresión logos, tenemos la elucidación de San Juan 1:1, donde expresa: que el logos existía en la mente de Dios desde el principio.

Cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios puso en acción aquel propósito o plan que había elaborado anteriormente.

Él puso carne sobre aquel proyecto concebido en forma de hombre, a quien llamó “Jesucristo”.

El logos es Dios expresado, como dice el Prelado John Miller, el logos es “Dios expresándose a sí mismo”.

San Juan usa los significados de la palabra logos o Arjé en su teología apostólica como: plan, palabra, intención, expresión, declaración, comunicación y acción.

Así en el pasaje de Juan 1:1, aplicando estos considerados términos, logos significa el pensamiento, el plan, la intención, la declaración, o la expresión de Dios, y el verso 14 la acción.

Alguien escribió, que podemos afirmar por la lógica, que nuestros planes y pensamientos somos nosotros mismos.

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Tal como lo expresó en proverbista: «Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Proverbios 23:7.

Por esa razón, la gnoseología apostólica afirma, que el pensamiento de Dios es Dios mismo.

Así la palabra o pensamiento de Dios es Dios: «el verbo o la palabra era Dios», logos puede referirse rigurosamente a la tendencia ideológica que se expresa exteriormente en vocablos y figuras literarias en forma de comunicaciones.

Como se dijo anteriormente, antes que se diera inicio a la apertura de la creación, Dios innovó un plan a ese plan se le llamó el principio de los principios o la maqueta de sus pensamientos. Los helenos lo llamaron el “arjé”.

Solidarizando este pensamiento le podemos anexar la asociación de la intimidad entre Dios y su palabra; como una especie de paralelismo, expresado en los Salmos 29:8; 56:4; 130:5; y otros textos afines, como Jeremías 25:7.

Observamos otras similitudes como la que usó el salomónico David, cuando usó la palabra de Dios como su lámpara y luz en el salmo 119:105.

No obstante también expresó: «Tú eres mi lámpara, oh Jehová; mi Dios alumbrará mis tinieblas» 2 Samuel 22:29, estos textos nos muestran el paralelismo entre Dios y su palabra como ente fusionado.

Según la lógica instructora nos comenta, que la palabra de un hombre no es ningún ser separado de éste.

De igual manera, los procedimientos, las ideologías y los designios de un sujeto no son entes diferentes o separados de esta persona.

En la ley del paralelismo es igual, es así; la palabra, el plan, el pensamiento y las intenciones de Dios no son ningún otro ser o ninguna otra persona diferente a él.

La iluminación bibliológica nos conlleva a discernir, que el único que existe por sí solo es el insuperable y solo Dios, quien no tiene cortejos superiores a él.

Estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica» pero vea también: La Bibliología y sus componentes

Por ello es incomparable; y no hay mente angelical ni antropológica que lo alcance y sus cosas secretas pertenecen a él, el cual es autónomo y se las revela a quien él quiere.

San Pablo glosa en la carta a los Romanos, «Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisible de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusas». Romanos 1:19.

Ese ser único e inconmensurable y formidable, se trazó un plan de crear los cosmos, o sea, el mundo y en una partícula llamada la tierra colocar otra creatura creada, llamada el hombre.

Cuando Dios pensó en su alucinación todo le era claro, no dejó nada por fuera y nada le ha sido improvisado.

Él es omni-sapiente todo lo sabe; omni-vidente que todo lo ve e inclusive en su presciencia se destaca en saber las cosas antes que suceda porque él primero creó la eternidad y luego navegó en ella, y entró al tiempo, y organizó todo para que a su hora exacta gesticulara su palabra.

Y cuando esto sucedió, San Juan apostillaba: «Nosotros vimos su gloria, gloria como del unigénito del padre lleno de gracia y verdad». San Juan 1:14.

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”. San Juan 1:9-10.

Cuando me inspiro en pensar en esta grandeza de Dios, mi mente me lleva a la primera de San Pedro 1:20.

Eso me hace recapacitar, que cuando el hombre fue creado; Dios sabía que él iba a pecar, por esa razón de ante mano el creador le prepara un cordero que supliría su falta, y así avanzar con su plan de redención, y poder continuar con su proyecto de llevarse al hombre para la eternidad.

Dios en su plan eterno, se homologó así mismo en su registro ideal en hacerse materia humana a fin de manifestarse como un hombre y darle la salvación a todos los que le aceptaran y creyeran en su plan divino.

Por esa causa desnudó su santo brazo ante todas las personas y darle vida a la escatología, y a la creación aunque su proyecto visible no estuviera en acción todavía.

He considerado, que la manifestación de Dios en carne, no es otra cosa, sino una visita del creador a su creación humana.

Es el desenvolvimiento visible de su plan creado en su mente y visto dentro de su propósito inmolado desde la fundación del mundo para recoger el fruto que vendría como resultado, que le seguiría después de su aflicción.

Inclusive a Dios lo vemos gozándose a través de la escatología, al ver una descendencia grande de adoradores fieles que le alababan y le glorificaban su nombre, por causa de la obra del calvario, aunque todavía sólo era un proyecto en su mente. Apocalipsis 13:8; Isaías 53:11.

Sumamos a este pensamiento lo prescrito por el apóstol San Pablo en Efesios, “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:4.

Todas estas escrituras nos enseñan, que la manifestación de Dios en carne es la pura.

«Imagen del Dios invisible hecho visible, siendo el primero de toda la creación; ya que en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”. Colosenses 1:15-16.

Sin embargo, la escatología de los profetas mayores lo declara como algo para el futuro, pero en el plan ya había sido hecho.

Y Dios lo veía como una realidad porque ya lo había consumido en su mente, y por ende, si no lo hubiera tenido en su mente no hubiera creado nada.

Por ello en el principio de la era eclesiológica, muchos escritores escribieron, por ejemplo: el apóstol San Pablo en su carta al homólogo Tito.

«Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro salvador». Tito 1:1-3.

Si miráramos el libro de los hechos nos bastaría ver cuánto bendijo Dios a sus hijos en esos días, fueron tiempos gloriosos.

Multitudes se añadían a la iglesia, grandes hechos y maravillas se hacían como confirmación de Dios a su palabra, la verdadera cristiandad estaba ungida por el Espíritu Santo.

Algo que tenemos que notar los estudiantes de la eclesiología en nuestros tiempos, es que cuando la iglesia estaba dirigida por judíos, tales como San Pedro, San Pablo, San Juan entre otros, había sólo una tendencia monoteísta.

Estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica» pero también te puede interesar: Dios es indivisible, es la unidad perfecta

Empero cuando pasó del año cien 100 en adelante, estuvo compuesto por su mayoría de griegos y se infiltraron en ella personas del Asia Menor.

En esta época surgieron los llamados “padres de la iglesia” y también surgieron toda clase de opiniones y teorías y estas se desarrollaron con ímpetu.

Recordemos en el tiempo de San Pablo, se quisieron filtrar los judaizantes quienes habían sido personas judías pertenecientes a la ley y cuando creyeron al cristianismo quisieron seguir practicando los rudimentos de la ley.

Sin embargo, había un Pablo dispuesto a defender los principios contundentes del evangelio.

Las nuevas generaciones de cristianos del segundo y tercer siglo luchaban no solo en contra de un mundo pagano y adverso, sino también en contra de herejías y doctrinas contrarias dentro de su propio redil.

Los historiadores desde el año 130 al 180, lo llaman la edad de los apologistas griegos, quienes supuestamente se habían convertido al cristianismo pero muchos de ellos, continuaban con la tendencia neoplatónica.

Estos apologistas helenos eran filósofos de profesión, la mayoría de estos apologistas no defendieron el cristianismo, sino que fusionaron las doctrinas cristianas con el paganismo.

Por ejemplo: Filón de Alejandría, para congraciarse con los filósofos Neoplatónicos, cometió el craso error de igualar el concepto bíblico de “hijo de Dios” con el logos de esta creencia neoplatónica.

Quien a su vez, objetó la enseñanza de Juan; y afirmó que el logos de Juan 1:1 era un ser diferente a Dios, que vivió con Dios desde el principio.

Luego prosiguió Justino Martir 100-165 D. C. conocido como Flavio Justino; este personaje se destacó como filósofo y teólogo, quien a su vez.

Fue uno de los primeros apologistas, que quiso reconciliar la doctrina cristiana con la erudición pagana por intereses culturales.

Se comenta, que después de su supuesta conversión al cristianismo, continuó con la tendencia filosófica utilizando los amuletos de estos.

Porque le traían beneficios para su condición social, la cual, lo hacía célebre para el mundo cristiano y para el pagano.

Para este prelado apologista, cada día tenía más comunión con los paganos quienes los rodeaban y lo tenían como un docente e intérprete, anhelantes de apreciarle sus homilías.

Es de suponer, que éste para granjearse la apatía de estos protagonistas, tomó las ideas de Filón de Alejandría.

Éste se hizo famoso por pertenecer a Alejandría donde reposaba la biblioteca más eminente de su época.

Es de notar que cada ideólogo iba aportando sus ideas y las fusionaba con el Nuevo Testamento, también transformaron las enseñanzas del apóstol San Juan.

Pues las creencias se iban trasformando cada día más y más hasta que enseñaron que el logos era divino, pero no era el mismo padre.

Además, afirmaron también, que el término logos era igual o equivalente a la expresión bíblica de “hijo de Dios”, y no como San Juan lo había enseñado, que la palabra era Dios.

Luego fueron añadidas otras enseñanzas, que antes de la creación del mundo Dios estaba solo y que no había ningún hijo.

Después cuando Dios quiso crear el mundo, supuestamente engendró a otro ser divino para crear el mundo por él.

A éste ser divino se le llamó hijo porque nació; se le llamó logos porque supuestamente fue tomado del raciocinio o mente de Dios.

Otros panegiristas enseñaron que el hijo es una criatura; él es una criatura elevada, una criatura suficientemente poderosa como para crear y sustentar el mundo, no obstante sin dejar de ser una criatura.

Esta doctrina apologista se le llamó, teología “Subordinacionistas”, es decir, el hijo está subordinado, y es subalterno al padre; depende de él y existe por él.

Los apologistas de esta doctrina fueron “Subordinacionistas”, quienes también hicieron partes del concilio de Nicea, y todavía aletean en estos días.

Por el año 230, otro apologista en su enseñanza se extendió al extremo que el hombre tenía que castrarse como cualquier animal, para supuestamente, huir de la tentación.

También apareció otra enseñanza que Satanás sería salvo al final de los tiempos; e igualmente apareció la doctrina del hijo eterno.

Además, la doctrina que el logos era una persona distinta al padre desde la eternidad.

Como vemos en esta época llamada apologista aparecieron muchas creencias que muchas de ellas sirvieron de base para sustentar y darle firmeza a la naciente en el concilio de Nicea.

Que en la divinidad existían “tres personas divinas”, sin embargo, para este tiempo no se había proclamado que las tres fueran co-iguales en majestad y atributos.

Por lo cual, estos conceptos definitivamente iban creciendo hasta hacerse un cuerpo desarrollado que tomó forma definitiva en el siglo quinto.

Sin embargo, en medio de toda esta avalancha de doctrinas raras que trataban de oscurecer al cristianismo, no obstante aparecen escritos que la iglesia verdadera.

Estamos desarrollando el tema: «El monoteísmo base de la doctrina apostólica» pero vea también: Características de la iglesia primitiva

O sea, los verdaderos cristianos, se mantenían firmes en su creencia apostólica, como lo dijera San Pablo a los Efesios 2:20.

En el año 207, Tertuliano realizó muchos escritos en los cuales agredió a los monoteístas.

En un escrito contra el pastor Praxeas, Tertuliano indicó: que la mayoría de los creyentes de su época aceptaban la doctrina de la unicidad absoluta de Dios y la deidad absoluta de Jesucristo.

De acuerdo con esta información de Tertuliano, la mayoría de los creyentes aceptaban que Jesús es el único Dios y que no hay más.

Tertuliano reconoció, que la unicidad era la creencia dominante de su tiempo, aunque él se identificaba con otro credo.

Apreciado hermano, recordemos que la iglesia no provino de filosofía de los griegos; el Señor Jesucristo le dijo a la samaritana: la salvación viene de los judíos.

Los judíos fueron un pueblo monoteísta desde el principio, porque Dios se lo reveló muchas veces a sus padres, y se los enseñó a través de sus profetas en el mundo pre-histórico y en el histórico.

Y es concebido por los mundos angelical y el antropológico, y el Señor Jesucristo lo recalca en San Marcos 12:29; Santiago 2:19 en su carta.

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El monoteísmo base de la doctrina apostólica.

Amigo lector, recuerda que Dios sostuvo su misericordia para con los hombres y manifestó su gloria a Abraham y a su descendencia porque Israel recibió.

“La adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas”. Romanos 9:4.

Por esto, se diferenciaba considerablemente de las demás naciones vecinas, porque éstas se hundieron en el politeísmo y panteísmo hasta el colmo de brindarle adoración al fruto de sus manos antes que al verdadero Dios, quien habita en luz inaccesible.

De esa filosofía e ideología griega, está plagado el mundo de hoy, date cuenta lo que cree la filosofía Elenita y las creencias religiosas del mundo moderno y no marca diferencia, porque es una mezcla o un matrimonio ideológico.

Te presento algunos baluartes filosóficos donde se afirmaban los filósofos de la antigüedad, que se constituyeron en una plataforma para el mundo filosófico de hoy.

La filosofía expuesta por Heráclito, el universo existe gracias al enfrentamiento de elementos opuestos, es decir, día-noche, frío-calor.

El logos es el responsable de que los elementos naturales aun siendo contrarios y enfrentados entre sí, funcionen de modo coherente y equilibrado.

Heráclito afirmó: que “este cosmos no lo hizo ningún dios, ni ningún hombre, sino que siempre fue es y será fuego eterno, que se enciende según su medida y se extingue según medida”.

El filósofo Platón promulgó, que el origen de todo cuanto existe, “son las ideas”; él creía que había un mundo superior al mundo físico y ese mundo superior era el mundo de las ideas.

Platón afirmaba, que el mundo de las ideas era el mundo real y auténtico, y que el mundo físico era un mundo imperfecto.

Filón de Alejandría, famoso filósofo griego, nacido en Alejandría antes del cierre del Antiguo Testamento, su filosofía era una mezcla de la de Platón y de la Biblia.

Influyó en el neoplatonismo y en la literatura cristiana primitiva, es decir, casó la creencia de Platón con la teología.

Si hablamos de Parmémides, él apostillaba, que la sustancia era absoluta, es decir, que todo lo que existe es parte o manifestación de una misma sustancia.

Te pregunto ¿Dónde aparece Dios en la mente de estos filósofos?

Estas aclaraciones me han parecido muy importantes para nuestros educandos, ya que navegamos en un mundo lleno de escrupulosidad e conformidad religiosa y debemos saber dónde se afianza nuestra fe como lo dijera el profeta Jeremías a sus contemporáneos:

«Paraos en los caminos. Y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestras almas. Pero ellos arrogantemente dijeron. No andamos». Jeremías 6:16.

El Señor Jesucristo le dijo a los leguleyos de su época: «De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy». San Juan 8:58.

Y «Porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis». San Juan 8:24.

Según estos textos, el secreto de la salvación tanto para israelitas y gentiles en este día de la gracia es reconocer que Jesucristo es Jehová del Antiguo testamento y como tal.

Pasar al arrepentimiento y ser bautizado en el nombre de Jesús, para el perdón de los pecados; y naturalmente de allí en adelante, vivir la vida cristiana. El monoteísmo base de la doctrina apostólica.

Engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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