El pecado no es una simpleza

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El pecado no es una simpleza

A veces cuando pensamos en la salvación, nosotros no dimensionamos qué es lo grande e importante de esto, hablaremos sobre: «El pecado no es una simpleza».

Por qué se congrega tanta gente y por qué se gasta tanto dinero y existe mucho esfuerzo respecto a la salvación.

La Biblia llama a la salvación como el misterio de la voluntad de Dios, la gracia del Señor, la redención, también lo llama un regalo, la dádiva de Dios.

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Entonces nosotros tenemos una serie de expresiones que nos hablan de esta gran salvación, el misterio de la voluntad de Dios, personalmente, es la frase que más me gusta.

Porque no sé qué vio Dios en nosotros, pero lo que haya sido, que bueno que lo tenemos, eso es un misterio.

Por eso, yo creo que el Señor es tan inteligente, porque me dice a mi que no mal gaste el dinero en cosas que no valgan.

Si Dios me da a mi ese consejo para que yo no pague precio alto por lo que no vale nada, yo me pregunto

¿Por qué él si pagó un precio tan alto en el calvario por el hombre?, entonces yo sospecho que Dios tiene una razón.

Algo hay en el hombre que Dios le ha puesto un aprecio muy grande, si de hombre a hombre nos miramos.

Encontramos muchos defectos y errores, está lleno de vicios, maldad, enfermedad.

Entonces hay algo en el hombre que el Señor valora mucho, aunque este esté caído en la basura hay una joya, y Dios la quiere rescatar.

Porque para el Señor tiene un valor incalculable, no lo entendemos nosotros, pero el que hizo al hombre, sabe lo que hizo.

Debemos tener claro que tu y yo para Dios, valemos muchísimo, y aunque tu no te valores él si lo hace.

Dice la palabra del Señor: «Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (Porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás’’ Salmos 49:6-8.

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Entonces dice allí que los que confían en sus bienes se jactan, y piensan que ellos podrían pagar ese precio.

Pero Dios dice: no, el valor de la vida de un hombre es tan grande, que no se puede pagar con nada.

Así que, si se pagó un precio, debe ser un valor que está fuera del alcance del mundo material, porque no hay oro en el mundo para pagar eso.

Dios tuvo que hacer algo especial, y ahí arranca la grandeza de la salvación, en el hecho mismo de que no haya nada en el mundo que sea suficiente para pagar la redención del hombre.

Quiero intentar hablar de la salvación, un tema gigantesco, y no hay hombre que tenga palabras exactas para explicarlo, uno intenta buscar y dice lo mejor posible, pero uno sabe que se queda corto.

Entonces, uno pierde lo que no tiene valor, lo que tiene mucho valor a uno no se le pierde fácilmente.

La gente que tuvo la salvación y la perdió, es porque nunca supieron lo que tenían.

Por eso, esta salvación es muy grande, dice la palabra del Señor:

«Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad’’ San Juan 1:14.

Es fácil leer ese versículo, pero detrás de estas palabras hay toda una maquinaria en movimiento.

Y toda una valoración y grado de dificultad para que eso pueda ser verdad, eso no es tan sencillo.

Yo digo a veces que los creyentes, llegan a tener más fe que los pastores, y nos meten unos problemas a veces los hermanos de la iglesia.

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El pecado no es una simpleza.

Porque ellos tienen una fe ciega, tienen hasta fe en nosotros, y eso es un problema serio.

Entonces hay una dificultad que se plantea a la hora de solucionar un problema, y es el estado del paciente, uno ve más difícil la solución, dependiendo de cómo está la persona.

Podemos hacer una metáfora con eso que acabo de decirles, digamos que el paciente somos nosotros, y que nos encontramos en un estado crítico y muy difícil.

Dice la palabra del Señor: «Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite’’ Isaías 1:6.

Si estamos hablando de la salvación del hombre, primero tenemos que considerar la salud del paciente, para que usted se de cuenta qué es lo que tiene que pasar para que eso se arregle.

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Decir que aquel verbo se hizo carne, eso se dice muy rápido.

Pero para que eso haya sucedido, ha tenido que pasar toda una serie de cosas inmensamente grandes.

Este mundo Dios lo hizo perfecto, un equilibrio de las cosas, ni siquiera había muerte, enfermedades, esto era una cosa linda.

El día que el hombre desobedeció y se comió esa fruta, todo el universo, desde el extremo infinito, hasta el otro extremo entró en decadencia.

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El pecado no es una simpleza.

El daño no fue pequeño, fue brutal, descomunal y lo peor de todo.

La obra cumbre de Dios que era el hombre, se echó a perder, no era una fruta solamente, todo se perdió.

No es bueno que pienses que un pecadito no es nada, «ay hermano, una mentirita’’, el pecado no es una simpleza.

Cuando una persona se tiene que arrepentir es un proceso, no es que Dios sea caprichoso, es que, el daño que se hace es irreparable.

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Lo que tú haces cuando pecas no se puede reparar, yo he visto gente caminando después de un accidente, caminan, si.

Pero la pierna no les sale otra vez, has llegado a los pies de Jesús, eres salvo.

Pero hay cosas que ya sabes y que no puedes dejar de saber, eso no se repara.

Así que es mejor no pecar que arrepentirse, y si ya pecaste, bueno, arrepiéntete y busca el perdón del Señor.

Pero ya quedaste marcado, debemos cuidarnos permaneciendo siempre en la palabra y presencia del Señor, es la única manera de evitar desgracias.

Pastor: Álvaro Torres

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