El resultado de los quebrantos de Jesús

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El resultado de los quebrantos de Jesús

Siguiendo la secuencia del ministerio terrenal del Señor Jesucristo en la tierra, encontramos que él le hizo frente a los más duros quebrantos que en términos generales, se constituyen a los mismos que azotan a la humanidad. Isaías 53:11; Colosenses 1:20. San Lucas 19:10. Hoy desarrollaremos el tema «El resultado de los quebrantos de Jesús».

De modo que se podría establecer que la vida transeúnte del maestro fue accionada por sus múltiples ocupaciones, tanto de día como noche.

Ya que su labor era muy compleja por cuanto su ministerio se enfocaba en la búsqueda de la prenda humana que se había perdido desde hacía cuatro mil años aproximadamente.

El hombre había sido secuestrado en el Edén y tal suceso lo había sucumbido en las catatumbas de la consternación, del abatimiento, el desconsuelo, la sed, la enfermedad, del dolor y la desesperación.

Es decir, estaba en la cumbre de la condenación eterna sin esperanza y sin salvación.

Por lo anterior, la teología cristológica se perfila en declarar en sus parábolas que había una moneda perdida, San Lucas 15:8. Pero que una mujer enciende su lámpara, barre la casa, la busca vigorosamente hasta hallarla.

En San Lucas 15:4, también habla de una oveja perdida en un campo, lejos del redil, pero alguien decidió ir a buscarla hasta encontrarla, la coloca en sus hombros y la trae nuevamente al redil.

Todas estas parábolas y otras más, apuntan a un plan que Dios se había propuesto desde la eternidad y este consiste en rescatar lo perdido, es decir, el ser humano.

En relación con lo anterior, existe un dato importante que se hace mención en la carta a los Gálatas, cuando llegó el cumplimiento de aquel tiempo señalado.

Dios mismo, se vistió de antropólogo para visitar a su creación; llamándose comúnmente como hijo de:

  • Dios
  • Del hombre
  • David
  • Hijo de Abraham

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Y estando en este cuerpo, recorrió el territorio donde se encontraban los huecos de la consternación, donde se suponía que allí se podía encontrar el hombre perdido.

San Lucas 19:10 apostilla, que el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Ese hijo del hombre no es más que la gloriosa manifestación de Dios en carne, a su vez, la escatología de Isaías 35:4 comenta: “Decid a los de corazón apocado: Confortaos, no temáis: he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago: el mismo Dios vendrá, y os salvará”.

Isaías 9:2 menciona: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.

Por su parte, Isaías 49:25. Glosa: “Pero así dice Jehová: Aun los cautivos serán rescatados del valiente, y la presa del tirano será librada; porque yo pelearé con los que peleen contra ti, y yo salvaré a tus hijos”.

Cada texto bíblico, afirma aún más que Jesucristo en los días de su ministerio terrenal, tuvo aquella inclinación de búsqueda.

El resultado de los quebrantos de Jesús.

Por ejemplo: Lo vemos sentado en el templo de Jerusalén con los hombres de ciencia; lo vemos recorriendo las ciudades de:

  • Capernaún (Cuidad marítima)
  • Gadara (Ciudad criadero de cerdos, tipo de inmundicia)
  • Galilea (ciudad de los gentiles)
  • Jericó (Ciudad de riquezas y de la maldición)
  • Samaria (Ciudad del la rencilla y del odio)

En todos estos recorridos no encontró la solución del hombre perdido.

Por lo anteriormente expuesto, se hace necesario, recrear a grandes rasgos, algunos acontecimientos relacionados con tales recorridos, los cuales veremos desglosados en etapas enfocadas a los quebrantos de Jesús en la búsqueda del hombre perdido:

Primer quebranto de Jesucristo

Este primer quebranto se da en cualquier día que Jesús ascendió al lugar del Getsemaní, donde encontró una sorpresa muy grande, porque en este lugar se encontraban los archivos de Isaías 53:2-10.

Que decía: “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos”.

Ciertamente, llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros”.

Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca”.

También en este lugar del Getsemaní, encontró el mapa que lo conduciría a la estación donde se encontraba la joya preciosa que estaba buscando.

Este camino era tenebroso porque contenía varios quebrantos que podrían desfigurar su propio parecer y después de ello, llegar hasta encontrar el objetivo de su exploración.

La estadía en el Getsemaní, lo conmovió en gran marera que lo hizo orar como nunca.

En su plegaria replicaba, para ver si lograba encontrar otros registros cognitivos, que lo llevara a las afuera de lo que expresaba el libro del profeta Isaías 53:2-10.

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De allí, que Jesús entre más oraba, daba a entender que la cruz se le acercaba más y más, con ello se concibe la idea de que no existía otra forma de salvar al hombre perdido.

Comentan algunos historiadores que en el huerto de Getsemaní, trituraban aceitunas para extraer aceite, y por ende, había una máquina que llevaba a cabo esta labor; figurativamente.

En cuya máquina mi Jesús fue triturado, y salió de él sudor como grandes gotas de sangre; Amor espontáneo, para salir rumbo a ser arrestado, azotado, flagelado y crucificado; ocupando nuestro lugar, para traernos la propiciación, que mucho tiempo la anhelábamos.

Hermano querido, toda persona que quiere triunfar en la vida cristiana, tiene que subir al “Getsemaní”, tenemos que seguir las huella del gran maestro.

Como lo dijera el apóstol San Pedro 2:21. “Porque para este propósito habéis sido llamados, pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas”.

San Lucas 9:23 decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.

San Lucas 14:27 “y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

En este primer quebranto encontramos varías incógnitas El resultado de los quebrantos de Jesús:

  • Sus discípulos se les durmieron, no le ayudaron, ni le socorrieron en el momento necesitado.
  • Su sudor era como grandes gotas de sangre.
  • Su vida estaba muy triste hasta la muerte.
  • Oraba muy intensamente, por una causa.
    Padre, ver si podría haber otra forma para resolver el problema del pecado del hombre sin que yo tenga que pasar por el calvario”.
  • El diablo le quebrantaba mostrándole los horribles pecados cometidos por los humanos; a su vez, le insistía que tuviera compasión de sí mismo, de su perfección ya que fue hecho más sublime que los cielos.
    El diablo insistía que no tomara el camino de la cruz, porque allí se podría a encontrar con el secuestrado del Edén.
    Pero el Señor repetía las mismas palabras: “Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Para este escritor, la tentación más grande y aguda que tuvo el Señor Jesucristo fue en el huerto de Getsemaní, más fuerte que la que tuvo en el desierto posteriormente de su bautismo.

Esta tentación iba apuntando contra su propia moral, su físico, su vida con todas sus pertenencias, aunque él mismo afirmaba que: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere quedaría solo, pero si moría llevaría muchos frutos”.

Cuando el Señor Jesús descendió del huerto, estaba convencido que el único camino de la salvación para el hombre caído era pasar por la cruz, pagar un precio, el justo pagaría por los injustos.

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Por esta razón, se somete a tomar este camino y se inspira que vería el fruto de su aflicción y que le traería satisfacción, según lo expresa la escatología del profeta Isaías 53:11.

El segundo quebranto: La flagelación

Al descender Jesús del huerto, se entregó a la turba y a los soldados voluntariamente, y fue llevado como oveja, tal cual como lo describe el profeta: “Ante sus trasquiladores y no abrió su boca”.

Porque él quería soportar espontáneamente la flagelación que contenía:

  • La desnudez
  • El quebranto
  • El dolor
  • Los azotes

Hasta hacerse a lo expresado en el Salmo 129:3. “Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos”.

Algunos ensayistas definen, que según la ley de Israel se podían aplicar 40 latigazos; pero si los flageladores consideraban al reo, solo recibiría 39.

No está por demás aclarar, que cada látigo tenía varios ramales y en sus puntas contenían garfio de hueso o de hierro para extraer segmentos de carne.

Hay que tener en cuenta, que la flagelación aplicada al Señor Jesucristo fue por manos de los romanos, los cuales no gozaban de misericordia, eran verdugos crueles.

Ya que dicha práctica aplicada eran para los extranjeros y no se limitaban a números exactos.

Al parecer, esta clase de castigo era aplicada a los reos de alta gama de criminalidad, quien a su vez, era el preludio de la crucifixión.

Por esta razón, el flagelado tenía que salir con vida, para poder caminar y llevar el madero asignado como crucifijo al lugar determinado.

El resultado de los quebrantos de Jesús.

Con el acto propio de la flagelación, el Señor Jesucristo quedó sin apariencia física, irreconocible, todos sus lomos estuvieron a la merced de los verdugazos para que se efectuara lo que el regente Pilato “decretó” “le castigaré y luego lo dejare ir”.

Debido a todos estos sufrimientos mencionados y que a su vez se constituía como el cumplimiento de la profecía predicha por Isaías 53:10. “Con todo eso, Jehová quiso “quebrantarlo” sujetándole a “padecimiento”.

En complemento a la cita previamente mencionada, el Dr. Edward J. Apostilla, que la palabra traducida “quebrantarlo” en Isaías 53:10, significaba ser “triturado” “Jehová quiso ser triturado”.

Jehová tuvo placer en quebrantarlo y triturarlo. Su muerte no dependía de manos de hombres malvados, sino que fue un designio de Dios. San Juan 10:18.

Desde el punto de vista lógico, tal hecho no eximia la responsabilidad de aquellos verdugos que intentaban darle muerte, sino que ellos no tuvieron control humano de la situación.

El Señor les permitió hacer mucho más hasta consumar lo que se imaginaron.

Todo depende de Dios para aplacar su ira contra el pecador y hacer posible la salvación destinada desde la pre-historia, para el hombre en todos los tiempos. 1 Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8.

El tercer quebranto

Después de la flagelación, pasó al sufrimiento de la cruz.

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Jesús soportó nuevamente el tercer sufrimiento como saldo restante de los dos primeros; los quebrantos, los dolores, los azotes y los padecimientos son fruto de su obediencia, pagando el precio completo de nuestros pecados.

Ya que él expresó: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” Juan 6:38.

Sin embargo, todos estos abatimientos no lo hicieron retroceder, porque mi señor se sostenía con la mirada puestas en la gloria que vendría después de todos estos sufrimientos: Isaías 53:11.

Hermanos, esta gloria que pronuncia el profeta, somos nosotros cuando reconocemos al Señor Jesucristo como nuestro salvador; y por ello, San Pablo glosaba: “Cristo en vosotros es la esperanza de gloria”.

Colosenses 1:27. “A los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria”.

El Dr. W. A. Criswell, afirma que: La propiciación es la obra de Cristo en la cruz, en la cual, él cumplió las demandas del Dios justo contra el pecado, satisfaciendo así, los requisitos de la justicia suya y cancelando la culpa del hombre” quedando en él una satisfacción perfecta.

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El encuentro final del diablo con el Señor Jesucristo fue en la cruz

La cruz significa “el lugar de la maldición”: El diablo había llevado al hombre más allá de la maldición, lo había sentado en la silla de los acusados para el juicio final.

Es natural pensar, que para ingresar a esta silla y librar a este reo, se tenía que hacer cuatro cosas:

  • Pasar por la cruz
  • Vencer al diablo
  • Entrar por las puertas hacia la muerte
  • Vencer a la muerte

Lo anterior se constituía como un imposible para Jesucristo según el diablo.

La cruz fue un objeto de madera, que a su vez, quedó como emblema de repulsión o maldición como lo manifiesta el libro de Deuteronomio 21:23; Gálatas 3:13. “Maldito todo el que es colgado en un madero

Morir en un madero representaba recibir la maldición divina, el diablo aprovechó esta expresión, para tener amedrantado al hombre por milenios.

El diablo ignoraba que en la cruz era el lugar de la lucha final que iba a tener con el hijo de Eva, predicha en Génesis 3:15.

Donde se llevaría a cabo, esta expresión: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

A su vez, los demonios jamás pensaron que Jesucristo podría ir a ese lugar del calvario, ya que en su ministerio los atormentaba, lo consideraban sin pecado, hecho más sublime que los cielos.

Además de eso, lo conocían como el santo de Dios; cuando lo vieron en la cruz la sorpresa fue mayor, tanto que todos se hicieron presentes.

Jesús no podía ir a la cruz por condena de pecados personales, puesto que no los tenía; él fue a la cruz porque Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Es por ello, que San Pablo afirma que en este lugar “despojó a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Colosenses 2:15.

El resultado de los quebrantos de Jesús.

En la cruz satanás con todos sus seguidores fueron derrotados a causa del sacrificio expiatorio llevado a cabo por el Señor Jesucristo:

  • En la cruz, Jehová, cargó en los hombros del Señor Jesucristo el pecado de toda la raza humana. El justo pagaría por los injustos.
  • En la cruz sería el lugar donde el diablo entregaría lo que le quitó a Adán en el paraíso, y será que ¿Sería quitado el botín al valiente? ¿Será sería rescatado el cautivo del tirano?
  • En la cruz, venció la sed y les suministró agua de vida a los humanos. San Juan 4:14.
  • En La cruz, con su desnudez cubriría la desnudez del hombre, lo vestiría con ropas de salvación, lo rodearía de manto de justicia, como a novio lo embellecería y como a novia lo adornaría con sus joyas. Isaías 61:10; San Juan 19:24.
  • En la cruz, el rico se haría pobre, para que por medio de su pobreza, los hijos de Adán explotados en el Edén, fueran enriquecidos. 2 Corintios 8:9.
  • En la cruz, derramó su sangre para limpiar al hombre de sus pecados; además de ello, con el derramamiento de sangre compró al hombre esclavo. 1 Juan 1:7; Hebreos 9:14; 1. Pedro 1:18-20.
  • En la cruz, con la rotura del velo del templo, se unió el lugar santo con el santísimo, lo cual indicó que lo cercano con lo lejano se hallaron. San Mateo 27:51.
  • En La cruz, en su cuerpo recogió y llevó todas las enfermedades del ser humano para que por sus llagas fuéramos curados. 1 Pedro 2:24.
  • En la cruz, anuló el acta de los decretos que le eran contraría a la humanidad, las quitó del medio y las clavó en la cruz.
    Colosenses 2:14; En la cruz se cumplía la profecía de Génesis 3:15 “ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” Jesucristo fue herido en los pies, pero el diablo fue herido en la cabeza.

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Con este episodio del calvario, se cumplió la sentencia que le vendría al fusionamiento de la serpiente literal a la serpiente antigua de la que habla Apocalipsis 12:9.

Jesús en esta batalla surgió inmune, las heridas en su cuerpo sanaron, quedaron cicatrices que sirven para identificarlo que él fue el que redimió a la simiente de la mujer, quien a su vez es nuestro salvador. Juan 20:25; Zacarías 13:6.

El Dr. Daniel F. Dogmatiza que este término “te herirá en la cabeza” en el original significa «aplastar» o «estar al acecho de alguien«.

Es evidente que aplastar la cabeza es mucho más grave que aplastar el talón y como represalia, la serpiente sólo ha podido herir el talón de la simiente de la mujer.

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Es decir, que el diablo tiene la cabeza aplastada y lo que aparenta hacer lo hace con su cuerpo que carece de extremidades que así lo hagan parecer.

Por ello, San Pablo explica mejor en Hebreos 2:14. «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» Hebreos 2:14.

En la resurrección venció a la muerte, trayéndose varios cuerpos de santos; y a su vez, se trajo las llaves de seguridad que poseía el diablo dentro de las oficinas de la muerte. Apocalipsis 1:18.

Estimado hermano, cuando el diablo mira hacia la cruz del calvario mira su propia derrota, por ello, si queremos ser salvo tenemos que hacernos a este sacrificio, identificarnos con Cristo y así seríamos triunfante en cristo Jesús.

En la expiación, la misericordia y la verdad se encontraron: La justicia y la paz se besaron.

Salmos 85:10; Efesios 2:14-19; ¿Qué quiere decir la justicia y la misericordia se encontraron?, si ¿Ambas contienen apariencia de divergencia?

La justicia exigía sanción para el que la violara; pero la misericordia se especializó en buscar una solución para el agraviante.

En el sacrificio de Jesús en el madero, ambas quedaron satisfechas.

Por ello, recibir a Jesucristo es recibir todos los beneficios obtenidos en su crucifixión que es el levantamiento del hombre caído y no solamente esto.

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Sino que ascendió a los cielos donde había estado primero y se sentó en potencia de los cielos donde todo lo visible e invisible está sujeto a él y de allí, ha de venir a buscar a sus redimidos.

San Pablo, tuvo razón cuando dijo; «Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad«.

Colosenses 2:10. Esta frase: “Vosotros estáis completos en él”, da entender, la ratificación de algo que se tiene que presentar en su totalidad como beneficios ya adquirido.

Quien a su vez, perfeccionaría totalmente a los favorecidos, que son: Los que nos hacemos al sacrificio de Jesucristo y cuando creemos que es Dios sobre todas las cosas.

Estimado lector, en Jesucristo están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Col. 2:2-3.

Engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Antony Shalom

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