El Señor nos ha partido así como con los panes

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El Señor nos ha partido así como con los panes

En ocasiones al hablar de misiones y evangelismo, olvidamos que Dios piensa en función de las familias, por eso, el tema que abordaremos el día de hoy se titula: «El Señor nos ha partido así como con los panes».

Cuando pensamos en el evangelismo y las misiones, nos imaginamos una cantidad de personas en distintos lugares.

Nos imaginamos predicándoles y pasamos por alto por momentos un punto que es muy vital

Dios le dijo a Abraham, que en su simiente iban a ser benditas todas las familias de la tierra.

Dios no piensa en personas aisladas, «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” Efesios 3:14-15.

Esto quiere decir, que hay un nombre de familia acá en la tierra en el cielo, sabemos que las personas con las que tenemos más cercanía e intimidad son con nuestra familia.

Desde la antigüedad, el enemigo se ha empeñado en destruir las familias, detecto que la fortaleza para el hombre es esta, trabaja en desmembrar, desvincular, desunir este núcleo.

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Al examinar el origen de la maldad en los hombres, en su gran mayoría, se examina, que todo empezó desde su familia, cuando en la niñez hubo carencias de lo bueno, cuando hubo desamor y maltrato.

Es decir, el diablo cuando trabaja, lo hace así, desde la familia.

En la Biblia encontramos la historia de Jacob, el trabajó muchos años para obtener a su esposa, pero no le dieron la mano de por quien había trabajado, sino de otra mujer.

Él decidió trabajar siete años mas porque él estaba decidido en la mujer que quería como esposa.

Jacob le dijo al padre de la mujer que quería como esposa, que tras muchos años de trabajo él había sido bendecido por Dios.

Pero le pregunta: ¿Cuándo trabajaré por mi propia casa?

Podemos encontrar hombres y mujeres que anhelan el servicio a Dios, que tienen sed de ganar almas para Cristo, que les gusta y lo hacen con amor.

Pero revisemos esa frase que Jacob lanza, es una frase trascendental, ¿Cuándo trabajaré por mi propia casa?

Es posible que seamos de bendición fuera, en la calle, en muchos lugares, pero ¿Cómo somos en nuestros hogares?

Cuando Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, él realizó algunas cosas antes, tomó los panes, los bendijo, los partió y los dio.

Dios ha tomado nuestra vida del mundo y nos ha hecho como un grano molido y nos ha juntado a este maravilloso cuerpo, llamado iglesia, él nos ha bendecido; somos el pan que Dios ha bendecido.

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Pero también hemos vivimos momentos duros, difíciles, nos hemos podido sentir en el desierto; el Señor nos ha partido, así como con los panes.

Pero todo esto, Dios lo hace para darnos un sabor, pasamos luchas y en medio de ellas nos bendice, para perfeccionarnos, para que seamos de alimento y bendición para otros.

Jesús a sus discípulos les dijo “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” Hechos 1:8.

¿Por qué Jesús nombró a Jerusalén primero? Porque esta es la ciudad amada del Señor.

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Debemos entender que las misiones tienen un orden, la misión inicia en nuestras propias en nuestros hogares.

Dios no quiere un servidor que sea de bendición en otros lugares, pero que en su casa no lo sea.

Que sus hijos vean que fuera de ella es admirado, pero que no da cosas buenas que desear en su casa.

Ser cristiano es algo as que predicar a os de afuera, debemos comenzar por nuestro hogar, porque sean salvos nuestros hijos y familiares.

Quien es cristiano, tiene algo que brindarle a los que están muy cerca, a su familia.

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Debemos destinar tiempo para nuestra familia, para ministrarla con sabiduría, no podemos cuidar las viñas ajenas y perder nuestra propia viña.

En el hogar también se necesita un ministerio pastoral, ya que este es de ejemplo; se necesita en el hogar una palabra a tiempo, suplir las necesidades que surgen en el momento, necesidades espirituales.

Dios le dijo a Abraham, que a través de él, bendeciría a todas las familias, pero Dios iba a destruir a Sodoma y Gomorra y allí Abraham tenía un sobrino que se llamaba Lot.

Dios cumple sus promesas y Lot era familia de Abraham, Dios no destruiría al justo con el injusto y por la intervención de él, Dios le dijo que enviaría ángeles.

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Hay cosas que se salen de nuestras manos, pero con nuestras oraciones y con nuestra intervención, Dios obra, porque el responde a nuestro clamor.

Dios sacó a Lot de ese lugar por la promesa que le había hecho a Abraham.

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Si hemos descuidado a nuestra familia, podemos hacer un cambio, pidamos la dirección de Dios y su guía para edificar nuestra casa.

Hagámonos esa gran pregunta: ¿Cuándo trabajaré por mi propia casa?

Por: Elaine Ariza

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