El ser humano sin Dios no puede ser feliz

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El ser humano sin Dios no puede ser feliz

“¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado” Lamentaciones 3:39. Hablaremos sobre el tema: «El ser humano sin Dios no puede ser feliz».

No podría decir uno que nadie tiene problemas o que en algún momento de la vida hemos tenido situaciones de angustia, de dificultades y que a veces necesitamos una persona que sea capaz de ayudarnos, de resolvernos esa situación que estamos viviendo.

Luego, en ese momento deseamos poder encontrar a alguien que nos diga “tranquilo, yo voy a arreglar tu problema, voy a arreglar tu angustia, voy a arreglar tu conflicto para que tengas tranquilidad, para que tengas sosiego”.

Sin embargo, uno en su afán de conseguir a alguien, busca opciones. Seguidamente terminan las personas frustradas porque en quien confiaban, en quién tenían la mirada puesta para que le arreglará aquello, no fue capaz.

Quiero presentarte a alguien que sí es capaz, ¡Que sí es capaz!, por muy grande, por muy pequeño que sea tu conflicto, él es capaz.

Por otra parte, no podríamos señalar una etapa de la vida en que pudiéramos decir, ¡Esta es la etapa más dura, en esta etapa sí necesito, en la otra me la juego yo sólo! No todos.

No mirando la edad, ni el estrato.

Por supuesto, vivimos momentos en los que necesitamos a alguien que realmente sea capaz de ayudarnos, sea capaz de extendernos la mano. Por ello, se presentan los lamentos.

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Un lamento es una forma de queja, una forma de dolor, de inconformidad, una forma de decir, no estoy bien; una queja es una forma de expresar sufrimiento.

En nuestro léxico pudiéramos mencionar o identificar algunas expresiones que las conocemos como expresiones de lamentos.

Cuando escuchamos esas expresiones en nuestro medio decimos, a esa persona le pasa algo, no está bien. Ahora bien, hay expresiones de alegría, de regocijo.

Por tal motivo, el profeta se hace una pregunta ¿Por qué se lamenta el hombre viviente?

No precisamente está señalando un grupo de sexo, ni un grupo determinado de hombres en la sociedad o en la edad.

Está involucrando toda la humanidad, (Niños, jóvenes, adolescentes y ancianos; ricos, pobres, acomodados, blancos y negros, de todas las razas, los continentes).

Hace un análisis profundo de la condición de la sociedad y se pregunta, ¿Por qué se lamenta el hombre viviente?

En efecto se podría decir, que es una pregunta ilógica, evidentemente uno de los sucesos en que el hombre en su diario vivir se encuentra involucrado es el hambre, consume a los mas pequeños, como a los más grandes.

Las enfermedades, los desastres, las desigualdades sociales, la falta de oportunidades, como no ha de lamentarse el hombre; tanta droga, sangre que consume la tierra.

Resulta lógico que el hombre se lamente.

Se ha verificado que el hombre se queja en todas las edades, en todos los tiempos, ha llegado el hombre a decir “Dios se olvidó de nosotros”.

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El profeta nos lleva a un punto muy importante en el cual debemos de reflexionar todos los días de nuestra vida.

Si el hombre viviente tiene que lamentarse, tiene que quejarse, ¡Quéjese de su pecado!

¿Por qué el pecado? Porqué sencillamente el pecado ha hecho una separación entre el hombre y Dios. El ser humano sin Dios no puede ser feliz, no tiene paz.

Por lo contrario, somos felices los que tenemos a Dios, no porque estemos consumiendo alucinógenos, sino porque sentimos el toque de la gloria de un Dios viviente que puede moverse en nuestra vida.

Inclusive parece ser que Dios también se queja viendo al hombre cansado, fatigado y le hace un llamado.

“Paraos en los caminos, mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” Jeremías 6:16.

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El ser humano sin Dios no puede ser feliz.

La incógnita sería ¿Cuál es ese camino?

Cabe destacar que alguien se paró un día con una voz suave, pero poderosa y dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al padre, sino por mí” Juan 14:6.

Dios crío hijos y los engrandeció, les dio todo, les dio su confianza, puso todo debajo de sus pies, ovejas y bueyes a todos los engrandeció, pero ellos se rebelaron contra él.

A diferencia del mar, el cielo, la tierra y el buey conocen a su dueño, y el asno el pesebre de su Señor, pero el hombre no se acuerda de mí.

Por lo cual, no hay quién haga lo bueno, esa expresión puede cambiar porque también hay una palabra que dice:

“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los forme y los hice” Isaías 43:7.

Pero ciertamente Dios reconoció el lamento del hombre, Dios mismo fue a brindarle ayuda al necesitado.

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Pero “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará” Isaías 35:4.

Así mismo nuestro lamento se cambió en gozo. En Jesús terminan todos los problemas.

“El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10.

Cabe destacar que como usted y yo merecíamos la muerte, porque la paga del pecado nos separó de Dios y nos da como paga la muerte, ahora bien, él apareció para deshacer las obras del pecado.

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El ser humano sin Dios no puede ser feliz.

Como uno de los más grandes valientes que puede registrar la historia de la humanidad se presentó en el camino hacia el Gólgota con una cruz y comenzó a caminar con paso firme hacia el calvario y nunca lo vimos lamentándose.

Él dijo: “yo tengo que ir porque tengo que darle la solución a un pueblo que me necesita”.

Finalizando, cada paso lo dio con firmeza y como una de las más grandes expresiones y no de lamentó ni de queja.

Abrió sus brazos y dejó salir una voz importante con unas palabras que decían consumado es, he pagado el precio”. Hay solución para el ser humano.

Algunos se refugian en ciertas sustancias para olvidar la problemática que vive la juventud, se hunden en las drogas, en el alcohol, en tantas cosas y se mantienen como adormilados.

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Pero cuando despiertan se encuentran que necesitan enfrentar la misma realidad y no son capaces.

Pero querido lector, hay alguien que puede cambiar esa tristeza en alegría y no necesitas de drogas, ni alcohol, ni pornografía, no necesitas de discotecas.

Necesitas que vengas a el que se levantó al tercer día, que está listo para tomarte de la mano y levantarte.

El hombre que es valiente reconoce sus pecados se encuentra con un Dios lleno de misericordia, pero quién se excusa y se queja hallará un Dios justiciero.

Él enjugará toda lágrima y no habrá más llanto, ni dolor porque aquellas cosas pasaron.

Por: Arnold Gasabon

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