Hay que predicar la verdad que es Jesucristo

769

Hay que predicar la verdad que es Jesucristo

“Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo”. Hablaremos del tema: «Hay que predicar la verdad que es Jesucristo».

Era una costumbre en esa época, había muchos filósofos y ellos aprovechaban estas circunstancias para enfrentarse en reuniones públicas y exponer el conocimiento que cada uno de ellos tenía, transmitirlo a los atenienses y a los residentes ahí en la ciudad.

Cuando Pablo aparece en el escenario lógicamente era otra oportunidad para seguir ampliando el conocimiento que ellos hasta el momento tenían.

Sin embargo, no les pareció a ellos el personaje muy significante porque lo entendieron y lo miraron como un loco.

Y ellos dijeron: “Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección”.

Dios como no se queda corto en ninguna circunstancia, ya Pablo tenía el mensaje de parte de Dios para transmitírselo a ellos y cuando le dan oportunidad en el Areópago para oírlo, entonces Pablo les dice.

Vea también: Huye del peligro o tu salvación se perderá

“Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”.

Es aquí donde ellos comienzan a interesarse por este mensaje porque Pablo estaba usando de esa inscripción en una de los altares porque Atenas estaba llena de altares y santuarios por todas partes.

Pablo aunque pudo ver mucho, le llamó la atención fue este porque era la oportunidad precisa para hacerle entender a esa gente.

Que estaban adorando un Dios el cual ellos no conocían pero precisamente era el que el Apóstol Pablo había conocido.

Y no lo había conocido de cualquier manera porque él mismo testifica, dice que el evangelio que él recibió fue desde los mismos cielos.

Por eso es que este hombre se enardecía en la ciudad de ver tanta idolatría.

Parece que el mismo Pablo hubiese estado con nosotros en esta época, no es de desconocimiento para nosotros que en cada uno de los barrios.

En las cuadras de nuestras ciudades, de nuestros pueblos hayan santuarios donde se adoren a dioses que no conocen.

También te puede interesar: Características de la vida antigua y la vida nueva

Por eso, el reto para nosotros hoy no es tanto, ya hoy nos vamos encontrando no con un mundo inconverso que nos están tirando piedras en los templos.

Hoy nos estamos enfrentando donde cada uno está haciendo su propio santuario y adorando a dioses que ni siquiera conocen.

Eso parece que para nosotros ha sido motivo de bajar ese ímpetu para seguir hablando porque parece que nos hayan cerrado el círculo de evangelismo o de hablarle a las gentes de Jesucristo.

Y tal vez, nos hemos desviado un poco a lo que los atenienses y los residentes allí presentes hemos traído nosotros ese pensamiento de escuchar algo nuevo.

Si bien es cierto la palabra de Dios es la misma ayer, de hoy y por todos los siglos, nosotros no pretendamos estar pensando que cada vez que se pare un hombre en un templo a enseñar la palabra de Dios.

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.

Ya esto lo hemos escuchado repetidas veces, en el Antiguo Testamento escuchando al Señor diciendo:

“La repetirás a los hijos de tus hijos” y ahora el Apóstol Pablo en la época de él dice “no descansaré de decirles siempre lo mismo”.

Mientras las cosas no cambien hay que estar repitiendo siempre lo mismo.

También vea: Hoy todo el mundo dice ¡Dios le bendiga!

A raíz de esa comezón en nuestra época es más palpable que la época de Pablo, comezón de oír.

Como hay tanta gente como los atenienses con ese deseo de escuchar cosas nuevas y no estar atentos a lo que la palabra de Dios nos ha enseñado.

Muchos han caído en esa red de los falsos profetas, falsos maestros, falsos predicadores, a raíz de querer de querer escuchar algo nuevo.

La palabra de Dios nos renueva cada día y no tenemos que andar escuchando cosas nuevas o diferentes a lo que la palabra de Dios nos muestra y en lo que hemos sido enseñados desde el principio.

Cada uno se va acomodando de acuerdo el mensaje y de esta manera se va desviando en aquellos que desde el principio empezaron a escuchar este mensaje y no lo que el Espíritu Santo nos dice, que es el por medio de la palabra nos habla.

Por muy elocuentes que seamos no conocemos los malos pensamientos y hayan en las personas, por eso, siempre nuestro maestro debe ser el Espíritu Santo.

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.

Síguenos en Facebook Generación Pentecostal

Hay que predicar la verdad que es Jesucristo.

Nosotros seguimos advertidos por esta palabra, tenemos que desaprendernos de esas actitudes.

Que muchas veces adaptamos nuestra vida o comportamientos que lo que hacen es degradar nuestra vida espiritual.

Dios nos ha dado una gracia y de acuerdo a esa gracia Dios no usa pero no podemos enamorarnos de la gracia, sino en su palabra de vida.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”.

Habremos en la iglesia muchas personas que comenzamos con entusiasmo, hacíamos muchas cosas dentro de la iglesia pero los afanes, las riquezas fueron ahogando.

Porque de pronto, estamos entendiendo que no es necesario hacerlo.

Pero hoy más que nunca hay que hacerlo porque hay que predicar la verdad y la verdad es Jesucristo.

Nosotros en la iglesia no estamos jugando a nada, estamos Jugando a que un día el Señor viene por su iglesia y esa iglesia deber justificada.

Por lo tanto, nuestro oído debe estar atento a las enseñanzas, Dios te está hablando por medio de su palabra.

También te puede interesar: La palabra de Dios

Lo dicho por Dios siempre es refutado por el mal, nosotros hemos sido edificados sobre el fundamento que es Jesucristo.

Estamos aferrados a la palabra sana de Jesucristo y vamos a seguir creyéndole a él.

Este comezón ha hecho que algunos se vuelvan autosuficientes del conocimiento

“Recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

Nos hemos acostumbrado es oír y oír y no a digerir los mensajes.

Mientras nosotros estemos plantados junto a las corrientes, la gente tendrá que vernos siempre frondosos, verdes y llenos de frutos.

SUSCRÍBETE

Únete a más de 5.000 personas que ya reciben contenidos exclusivos.
Sólo ingresa tu correo electrónico en el campo de abajo y espera el correo de confirmación.

[wysija_form id=»1″]

Hay que predicar la verdad que es Jesucristo.

Cuando usted y yo recibimos con mansedumbre, comienza Dios hacer una operación a cambiar ese corazón malo por un corazón bueno, eso lo hace Dios pero no se nos olvide.

“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido”.

La verdad siempre triunfa sobre la mentira, por eso, hoy decimos que somos libres.

Porque la libertad no es andar por las calles de cualquier manera, la libertad espiritual es la Cristo opera en nuestros corazones.

También puedes leer: La verdadera libertad es la que da Dios

Ya debe ser el momento en que cada uno debe estar posesionado en esa verdad, no es lo que diga el predicador es lo que te enseña el Espíritu Santo.

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.

Lo importante es que dice la Biblia que esta palabra nos hace sabios para la salvación de nuestras vidas, seguirán amontonándose maestros por ese afán de oír la palabra de Dios.

Aprovechemos el tiempo porque los días son malos.

Por: Miguel Quiroz

Artículo anteriorSi eres fiel, Dios te recompensa
Artículo siguienteEl que no ama a su hermano es homicida