La respuesta a la pregunta de Felipe

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La respuesta a la pregunta de Felipe

Todo estudiante de la sagrada teología se dará cuenta que existe una rama llamada Cristología.  La cual se enfoca en declarar que el creador en su perenne sabiduría quiso venir al mundo de los humanos. Hoy desarrollaremos el tema «La respuesta a la pregunta de Felipe».

Es decir, de lo infinito a lo finito, de lo impersonal a lo personal, de lo incorpóreo a lo corpóreo, de una manera única sin perjudicar su posición de Dios absoluto.

Muchos seguidores llamados discípulos de Jesús, conocían a su Señor como: El hijo del carpintero José con su esposa María.

Y por sus acciones lo declaraban como el profeta que habría de venir, del cual Moisés lo sondea en Deuteronomio 18:18,19. Pero en sí, no sabían quién era él.

El Señor Jesús, siempre en todas sus acciones no quería aparecer como el autor, sino que hablaba del padre.

Sus discípulos a cierta vista sabían que su padre terrenal, José, había muerto; eso despertó curiosidad en varios de ellos, pues, querían saber de qué padre se trataba.

Pedro, Juan y los demás seguidores, no ignoraban que la escatología predicha por Isaías 9:6 declaraba:«Que un niño nos era nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz«.

Lo más lejos para estos partidarios, es que esta escritura se cumpliría en el Señor que ellos estaban siguiendo.

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En estos tres años y medio habían estado al lado de su maestro; existían inquietudes grandes cuando Jesús les hablaba de su padre, y cuya frase se fusionaba con su personalidad.

Esto movió en Felipe en hacerle una investigación oral y personal, ¡Muéstrame el padre y nos basta!

Aquél padre escatológico predicho por el profeta Isaías en el capítulo 9 verso 6 le contesta: «Felipe ¿Tanto tiempo que estoy con vosotros, y no me has conocido? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?« B.R.V. 1909.

Esta gran respuesta nos ubica en estos últimos tiempos; saber a ciencia cierta quién es Jesús en sí.

Haciendo un recuento histórico bibliológico encontramos la explicación cognitiva que hiciera el apóstol San Pablo a la carta a los Colosenses 1:15-16. Que Jesucristo es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación.

Estas escrituras apostillan cuatro cosas:

  • Este niño de quien habló el profeta en Isaías 9:6, era niño y también padre eterno; estaba con sus seguidores y estos ignoraban verdaderamente quién podía ser.
  • San Pablo explora, que el Señor Jesucristo es la imagen del Dios invisible y a su vez el primogénito de toda creatura; aunque apareciera haciendo parte de la historia en curso.
  • San Juan glosó, que estuvo en el mundo, pero el mundo no lo conoció.
  • San Pablo explicó, que él es el creador de todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, sean visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de él y para él y todas las cosas en él subsisten.

Hay que connotar varias figuras programadas por Dios desde antes de lo siglos, que serían vistas y palpadas tocante a su cuerpo terrenal llamado: la “imagen del Dios invisible”.

Primero: Juan el bautista, estando en el seno de su madre Elizabeth, al llegar Jesús en el seno de su madre María, Juan saltó de alegría, y fue lleno del Espíritu Santo.

Esto indica, que Juan sintió la presencia de su creador, estando éste en el seno de la mujer escogida, que serviría como vaso para venir al mundo de los humanos.

Segundo: Los ángeles cuando nació Jesús, vieron algo en él, que no se ve en los demás niños que nacen, esto los inspiró para que entonaran cánticos celestiales.

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Tercero: Cuando los padres del Señor Jesús fueron al templo a presentarlo, Simeón, por el Espíritu Santo observa al bebé, lo toma en sus brazos, y bendijo a Dios y dijo: «Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos«.

Es decir, que Simeón, miró en este bebé la salvación que le sería suministrada a todos los pueblos.

Cuarto: Felipe, lo vio en un cuerpo cabal, igual que los demás hombres israelitas, pero ignoraba que era el padre eterno.

Quinto: Isaías, lo vio como raíz de tierra seca, sin parecer ni hermosura; para no ser deseado; es decir, lo vio en su humillación e ignominia como dice el Salmos 113:6 “Que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra”.

Filipense 2:5-8. «Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz«. B las A. Nota: Esto en teología se llama la escalera de descenso.

Sexto: María, después de la resurrección lo vio con un cuerpo de carne y hueso como el de su maestro. Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, le dijo en hebreo: ¡Raboní! que quiere decir, maestro.

Séptimo: Los del camino de Emaús lo conocieron al partir el pan, queriendo decir, que era el mismo que antes había andado con ellos.

Octavo: San Juan en la isla de Patmos, lo vio vestido de gloria con las siguientes características: «Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve; sus ojos eran como llama de fuego; sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas«. Apocalipsis 1:14-15.

Con todo esto podemos notar, que cada uno en su tiempo presente vio al Señor con sus ojos naturales, pero Juan lo vio en el Espíritu en su gloria.

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El mismo apóstol en sus cartas nos informa que también nosotros lo vamos a ver tal como él es.

La respuesta a la pregunta de Felipe

Existen unas incógnitas entre Jesús hijo, y Jesús padre:

1. Nadie conoce al hijo, sino el padre. El padre en Cesarea de Filipo lo dio a conocer tu eres el Cristo el Hijo del Dios viviente.

El Señor dijo: “Bienaventurado eres, Simón, Hijo de Jonás, porque no te lo revelo carne ni sangre, sino mi padre que está en los cielos. Repito, el padre dando a conocer al hijo.

2. Ni al padre conoce alguno, sino el hijo, y “aquel a quien el hijo lo quiere revelar” Mateo 11:27.

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En San Juan 14. Felipe, conoció al padre, porque Jesucristo hijo, lo dio a conocer. Jesús dijo el que me ha visto ha visto al padre. «El hijo dando a conocer al Padre».

3. Fusionamiento entre padre e hijo; e hijo y padre, San Juan 14:7. «Si me conocieseis, también a mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le habéis visto«.

Juan 14:10 «¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras«.

Este fusionamiento es el mismo que encontramos en Isaías 9:6. “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

En este pasaje profético encontramos que un “hijo nos ha sido dado” y que ese hijo seria: “Dios Poderoso, Padre Eterno y príncipe de paz”.

Jesús le dijo a Felipe, que él era el mismo padre. San Juan 14:11. Creedme que yo soy en el padre, y el padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

Jesús les dijo a los demás discípulos que él era el Padre. San Juan 14:18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. ¿Quién es el que deja huérfano, no es el padre?

Jesús les dijo a los judíos que él era el padre. San Juan 10:30. Yo y el Padre somos uno. (B, las américas). Yo y el Padre una cosa somos. (B. R.V. 1909).

Jesús ofrece la salvación a todo el mundo, si creemos que él es Dios el padre.

San Juan 8:24 «Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados«.

B. las américas. Nota: ese término “yo soy, solo Dios lo podía usar” Éxodo 3:14. Y dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy«. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: “yo soy” me ha enviado a vosotros.

Jesús hijo, declaró, que el nombre del padre eterno, era Jesús. San Juan 5:43 «Yo he venido en nombre de mi padre y no me recibís«. Esto concuerda con filipenses 2:9-11. E Isaías 45:22-23.

Filipenses 2:9-11. «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre; para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla; de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que JESUCRISTO ES EL SEÑOR, para la gloria de Dios Padre«.

Isaías 45:22-23. «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más. Por mi mismo he jurado, ha salido de mi boca en justicia una palabra que no será revocada: Que ante mi se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad«.

La teología angelical explora, que el Espíritu Santo es el mismo padre. Porque padre es el que engendra. Y el cuerpo de Jesucristo fue engendrado por el Espíritu Santo.

San Mateo 1:20,21. «Y pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor le apareció en un sueño, diciendo: José hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es, Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús; porque Él salvará a su pueblo de sus pecados«.

Análisis exegético: Si el niño que vio Isaías 9:6, El ángel le puso por nombre “Jesús”; ese mismo niño es el padre eterno; entonces el padre eterno se llama “Jesús”.

Y si el Espíritu Santo es el mismo padre eterno, es lógico que el Espíritu Santo se llama “Jesús”.

Cuando Jesucristo ordenó en San Mateo 28:19. «Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo«.

Pregunto, ¿Cuál fue el nombre que mandó que usaran para bautizar? Pues, el “nombre de Jesús” porque el padre, el hijo, y el Espíritu Santo. Tienen el mismo nombre “Jesús”.

Además de ello, padre no es nombre propio, sino un título de alguien que engendra; hijo tampoco es nombre propio, sino un título de alguien que ha sido engendrado; Espíritu Santo no es nombre propio, sino un título con quien Dios se identifica por pertenecer al mundo de los Pneuma. San Juan 4:24.

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La respuesta a la pregunta de Felipe.

Hermano religioso, recuerda que es en el nombre de Jesucristo, es donde se encuentra el perdón de los pecados, según lo que dijo el ángel.

San Mateo 1:21 «Llamarás su nombre Jesús; porque Él salvará a su pueblo de sus pecados«.

San Pedro y San Juan repiten lo mismo.

San Pedro, Hechos 2:38. «Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo«.

«De éste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre«. San Juan 1.

De Juan 2:12. «Os escribo a vosotros, hijos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre«.

En el Antiguo Testamento cuando se habla del Dios de dioses, del padre eterno; el patriarca Abraham, lo llamó: el “Dios omnipotente, queriendo decir en el lenguaje cosmogónico, un Dios numérico con capacidad de dirigir todas las cosas en absoluto.

San Agustín de Hipona, escribiendo en su primer libro “deuterocanónico” las “Confesiones”: Presenta a Dios, como el ser más grande en la existencia; el cual es el más íntimo e intrínseco del universo; su omnipresencia lo presenta llenando al mismo tiempo los cosmos.

Dios es un ser transcendental que no hay vacío que no llene; toda la creación gira hacia sí mismo; para él no hay nada oculto.

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El rey David decía: A dónde me esconderé de su presencia y a su vez, estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.

El escritor de este tema, posdata, que este Dios que transciende todos los superlativos de majestades, cualquier día se sintió solo, y por ello, descendió hacia la humillación de sí mismo, en hacerse hombre; y así, nuevamente hacerse a su creación antropológica, que se había perdido, hundida en las catatumbas del pecado y de la consternación.

Actualmente, proclamamos en voz en cuello, que Jesucristo es el verdadero Dios y la vida eterna.

Según la teología Juanina, presenta una paráfrasis en reflexión San Juan 8:24. «Porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados«.

En Jesucristo habitan todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento Col. 2:2-3. «Y en él estamos completos«.

Estimado lector, te encuentras en lejanas tierras, deseas ser bautizado en el nombre del Señor Jesús, hazlo y tendrá las experiencias del perdón de tus pecados.

Engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Antony Shalom

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