Manteniendo la lámpara encendida

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Manteniendo la lámpara encendida

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” Salmos 119:105. Cuando andábamos en el mundo no sabíamos para donde íbamos, no teníamos norte, pero ahora que conocemos la verdad es importante seguir manteniendo la lámpara encendida.

Anteriormente cada uno de nosotros tenía su dios, vivíamos en tinieblas y cada quien tenía una creencia o una fe.

Hoy tenemos un punto en común que es nuestra doctrina y fe, los santos de hoy tenemos como Santo a Jesucristo.

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4:13.

Estamos en la unidad del Espíritu, Pablo dice: solícitos en guardar la unidad”, se guarda lo que se tiene, nadie puede guardar algo que no posee.

Esta iglesia permanece en esa unidad del Espíritu, la unidad de fe, que es el punto de convergencia de todo cristiano verdadero.

En esta ocasión bajo el tema manteniendo la lámpara encendida, pensemos en esa unidad de la fe y espíritu.

Tanta era la desorientación que teníamos antes de entregarnos al Señor, que mezclábamos la religión con la hechicería y así es el mundo entero.

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Por eso, no es extraño que las personas visiten una iglesia y luego consulten a brujos, pero esta iglesia es diferente, entendimos que Dios es puro y santo, comprendimos que él no se mezcla con nada, sabemos que en él lo tenemos todo.

Aquí nos decimos hermanos no porque sea un dicho común, sino que tenemos el mismo padre y es Jesús y tenemos el código del Espíritu Santo, por eso nos entendemos.

Dios nos ha alumbrado los ojos del entendimiento con la luz de su palabra. “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” Salmos 119:130.

Ya no somos ciegos, ese mismo entendimiento nos ha hecho guardianes y centinelas del altar del Señor, entre nosotros hay personas muy celosas de que las cosas que damos a Dios se hagan de la mejor manera, toros debemos ser así.

“Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas” Salmos 18:28.

Ya que Dios ha encendido nuestra lámpara, tenemos una tarea y es no dejar que se apague. Debemos siempre seguir manteniendo la lámpara encendida.

Mientras permanezcamos en la luz de su palabra, tendremos seguridad; los que no conocen de Dios viven en tinieblas y con sus ojos cegados, persiguen cualquier cosa, buscan cualquier doctrina e intentan acomodarse donde mejor se sientan.

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Muchos buscan iglesias donde les permitan vivir como ellos quieren, demos siempre las gracias a Dios que nosotros ya hemos salido de esas tinieblas porque él nos ha hijos de la luz.

Por tanto, nuestra conducta, testimonio, obras y cada una de nuestras acciones deben ser ejemplo, como candeleros puestos en alto para alumbrar a toda la casa.

Siendo fieles a Dios somos lámpara encendida donde estemos, en el trabajo, en la escuela, en la universidad.

Delante de nuestros familiares, amigos o vecinos, debemos seguir manteniendo la lámpara encendida.

Debemos resplandecer porque somos luz encendida, hagamos que nuestro testimonio alumbre. Quien es fiel a Dios brilla donde se encuentre.

Quien anda con Dios tiene revelaciones, tiene entendimiento porque Dios es quien ilumina cada parte de nosotros.

Pero quien se aparta de Dios, se le apaga la lámpara y el pecado le va arruinando cada aspecto de la vida, sea económico, académico, familiar o social, y quien no tiene esa lámpara encendida no ve con claridad.

De ahí viene la importancia de nosotros, que hemos conocido de Dios y su verdad, sigamos manteniendo la lámpara encendida.

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No podemos ser barcos sin brújula, que el mar lo lleva a donde quiere; un creyente con la luz apagada corre el riesgo que el enemigo lo lleve a donde quiera.

Pero esta iglesia seguirá mirando la luz de Cristo, luchando y perseverando en él, para que así veamos por donde él quiere llevarnos, nuestra dirección es segura en Dios.

En estos tiempos, muchos se hacen llamar hijos de Dios, y existen demasiadas creencias.

Y algunos quizá por moda pertenecen a alguna de ellas, pero esta iglesia sabe a quién sigue y está segura de quien es su luz.

El que anda bien con Dios le duele que hablen mal de su hermano, porque un hijo de Dios tiene un corazón lleno de amor y sensible por cada miembro de la iglesia, un creyente con la lámpara encendida ve con claridad.

Quien habla mal de su hermano, critica a su pastor, ofende a los creyentes, lleva chismes y rencilla, no está manteniendo la lámpara encendida.

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Por el contrario, la está apagando, porque está dejando de ver con claridad y de seguir lo que dice el Señor.

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmos 133.

Como hermanos en la fe no debemos competir, para todo el que persevere hasta el fin hay un premio, esto no es una competencia como las del mundo, donde hay un único ganador.

Acá todos los que estamos en esta carrera y lleguemos hasta el fin, tendremos un galardón.

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Es por eso, que esa competencia entre algunos creyentes, es muestra que la lámpara no está alumbrando bien, no está encendida, se está apagando.

Para Dios todos somos iguales, Dios murió por todos nosotros, toda su sangre fue derramada por cada ser humano y debemos tener cuidado de ofender o creer que somos más que alguien.

Mientras la lámpara este encendida el camino permanecerá claro, pero si con malas acciones apagamos la lámpara, podemos perder el camino.

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Podemos constatar en la Biblia la historia del rey Acaz, perdió la dirección de Dios, y desarmo el altar de Dios para hacer un altar de él, y llamó gran altar a un altar pagano que había en Damasco.

Un hombre cuando se le apaga la lámpara, pierde esa dirección divina.

La actitud del rey Acaz fue muy desubicada.

Saúl es otro hombre que tenía la lámpara apagada, cuando recurrió a una bruja porque había dejado de oír la voz de Dios.

Recordemos el momento en que nuestra vida fue traída a la luz por Dios, no podemos olvidar lo que Dios ha hecho, y si ya él nos ha puesto como luz, no podemos volver a las tinieblas.

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No pierdas tu camino, no te desubiques, no descuides tu lámpara, sigamos manteniendo la lámpara encendida, pidámosle a Dios que nos siga ayudando llevando por su correcto camino.

Si tu lámpara se ha apagado o se está apagando, pide a Dios que cambie el rumbo que llevas y aclare tu visión espiritual.

Para que vuelvas al camino por donde debes transitar. Que nada apague la luz de Cristo que hay en ti.

Pastor: Clodomiro Lobo

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