Nadie nace siendo cristiano

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Nadie nace siendo cristiano

El apóstol Pedro manifestó a la iglesia, la esperanza que tenemos y también habló de nuestra condición de peregrinos en el mundo. El tema que abordaremos hoy es: «Nadie nace siendo cristiano».

Peregrino es quien no tiene ciudad permanente, sino que va en pos de la futura ciudad, así somos nosotros, no seremos habitantes permanentes de este mundo.

Pedro les escribe una carta a los expatriados de la dispersión que estaban en Ponto, Capadocia, Asia y bitinia.

Elegidos según la presciencia de Dios, para obedecer y ser rodeados con la sangre de Cristo.

Según los primeros siete capítulos de los Hechos, los primeros que conformaron la iglesia fueron los israelitas.

Según el capítulo ocho, en aquellos días hubo una gran persecución en Jerusalén, todos fueron esparcidos y solo quedaron en ese lugar.

Los apóstoles, quienes se esparcieron por Judea, ciudades y países de la cuenca del mediterráneo.

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Para entender que nadie nace siendo cristianos, primero debemos introducirnos en lo que es la esperanza cristiana y su fundamento.

La esperanza cristiana es una esperanza gloriosa, bendita y bienaventurada, que es la manifestación de nuestro gran Señor Jesucristo.

Quienes esperan que la iglesia pase por la gran tribulación, la aparición del anticristo y el fin del mundo, tiene una esperanza aterradora y no gloriosa.

Y así han nacido muchas religiones:

  • El adventismo

Nació en 1.843, cuando William Miller manifestó que Jesucristo vendría en esa época y empezó a anunciarlo.

Al no cumplir lo que decía, manifestó la equivocación en la fecha debido al uso de un calendario viejo.

Luego anunció que Jesucristo vendría en el 1.844 y tampoco sucedió; decepcionados porque sus discípulos desertaron, volvió a su iglesia de origen que era un presbiteriano.

Uno de sus discípulos, Ellen G. White, dijo que Jesús no había venido al mundo, pero si al santuario celestial. Así nació el adventismo.

  • El ruselismo

Llamados también testigos de Jehová, nació cuando Theodore Russell. (discípulo de William Miller) mencionó que Jesús vendría en 1.914 y cuando nada pasó, explicó que había venido a establecer el reino.

Estas religiones, al igual que el mormonismo, el cual nació en 1.830, no tiene más de 200 años y se han fundado por supuestos de fechas que algunas personas han tenido.

El cristianismo ya tiene 2.000 años y a pesar de todas las persecuciones que ha vivido en esos dos milenios, sigue su marcha, porque tiene su esperanza fundada en una espera gloriosa.

Sabemos que ninguno de nosotros, aun habiendo nacido en un hogar de padres o familiares cristianos, nace siéndolo; en otras palabras, nadie nace siendo cristiano.

Hoy en día todo el mundo tiene esperanza, incluso existen dichos muy populares, cuyo propósito es dar a entender que la esperanza es lo último que debemos perder.

Estas esperanzas que tiene el mundo, son temporales y materiales.

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También existen quienes tienen esperanzas eternas, pero fundadas en mortales.

  • El budismo

Nació hace más de 3.000 años, pero ya murió buda, en quien creen.

  • Mahoma

También ya está muerto desde al año 632 d.C.

“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” Eclesiastés 9:5.

Pilares de la esperanza cristiana

Pero la esperanza cristiana se funda en la resurrección de Jesucristo.

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos” 1 Pedro 1:3.

Nuestra esperanza esta fundada en la resurrección de Jesús, porque le hombre tiene dos problemas:

  • El pecado
  • La muerte

“Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” Romanos 5:12.

Jesús vino al mundo para quitar esas dos cosas; el pecado es a causa de la muerte y la muerte es el efecto del pecado.

Entonces Jesús vino al mundo a quitar la causa y el efecto, y sacar a la luz la vida y el evangelio.

Jesucristo quitó el pecado en la cruz; cuando él fue bautizado en el Jordán por el profeta Juan, al subir del agua, el cielo se abrió y el espíritu descendió sobre él en forma de paloma.

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Y Juan al ver esto dijo: he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Cristo fue ofrecido para quitar los pecados, allá en el calvario pagó por cada uno de nosotros y vendrá sin pecado para salvar una iglesia que le espera.

Si el redentor fuese un difunto sería vana e inútil esta esperanza, pero nuestro redentor no se quedó en el sepulcro.

La resurrección de Jesucristo es la prueba contundente de que Jesús es lo que dijo ser y lo que los profetas dijeron que era y sería.

Según la carne era del linaje de David, pero espiritualmente hijo de Dios en potencia.

Su resurrección en la declaración universal de que es el hijo de Dios y Dios manifestado en carne.

Por eso, la esperanza cristiana es viva y aun después de 20 siglos y de sufrir persecución sigue vigente.

Este es el primer pilar de la esperanza cristiana, quien nos redimió de nuestros pecados, resucitó y vive para siempre.

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El segundo pilar es el nuevo nacimiento, fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir, esa que heredamos desde nuestros padres, es por eso, que nadie nace siendo cristiano.

No es que nos hicimos pecadores, sino que nacimos pecadores.

Para ser hijo de Dios hay que recibirle, no importa si nuestra familia es cristiana o nuestros padres, Dios no tiene nietos, si le recibimos y nos bautizamos seremos llamados sus hijos.

Aunque los niños nacen pecadores, no tienen conciencia de pecado, es por ello, que Jesús dijo que de ellos era el reino de los cielos.

El pecado está en quien sabe hacer lo bueno y no lo hace.

Nadie nace siendo cristiano, si nos ha engendrado un pecador, nacimos en un mundo pecador.

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Claramente somos pecadores hasta que nos arrepintamos y dejemos que Dios haga su obra en nosotros.

Jesús vino a salvar lo que se había perdido, estábamos perdidos, ya éramos pecadores, nadie nace siendo cristiano.

Nacer de nuevo es nacer de otra naturaleza, de otro origen, sabiendo que fuimos rescatados, redimidos y libertados.

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Jesús con su sangre nos lavó, nos perdonó, no hizo hijos.

“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro 1:23.

Fuimos engendrados por esa simiente de Dios y eso es lo que produce en nosotros una nueva creatura.

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Somos nuevas creaturas cuando nuestros pensamientos y sentimientos han cambiado y por ende nuestros actos cambian.

Al bautizarnos sepultamos ese hombre viejo, ese hombre adámico, para vivir una vida nueva.

Estos son los dos pilares en que se debe fundar nuestra esperanza, esta esperanza es distinta a las del mundo, no es material y no es pasajera.

Tenemos una esperanza viva que esta puesta en Jesús.

Por: Eliseo Duarte

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