Pilares de la vida cristiana

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Pilares de la vida cristiana

La palabra “pilares” la encontramos expresada por el sabio Salomón en el libro de los proverbios 9:1 hablando de la sabiduría, donde la personificó con la cimentación o edificación de una casa. Hoy desarrollaremos el tema: «Pilares de la vida cristiana».

Enunciando lo siguiente: «La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas».

Esto implicaría que todo tiene un principio firme, solido en la vida diaria.

Los pilares de la sabiduría, expresada en el libro de los Proverbios es clarividencial, por el discernimiento que le da Salomón en el sentido, de que cubre todas las fases de las existencias prácticas y contiene todos los deberes comunes de la vida.

Por ello, el que tiene la verdadera sabiduría, refleja los requerimientos de Dios en cada pensamiento y acto íntimo.

En el tiempo de los reyes, los pilares eran columnas labradas en piedras, las cuales, querían decir, que adjudicar a cada columna en un lugar de solidez, era un símbolo o significado de firmeza y estabilidad.

Según Salomón, la sabiduría edificó su casa sobre siete “refuerzos o pilares”.

Estos términos han sido motivo de lograr considerables conjeturas.

Primeramente, el número siete, frecuentemente indica plenitud y perfección. Por ello, puede decirse que la casa de la sabiduría está plenamente construida y apoyada por fuertes postes.

Se ha conjeturado, que la personificación de los pilares construido por la sabiduría, alegóricamente, es un símbolo de la manifestación de Dios en carne.

Porque así como Dios usó la sabiduría para crear lo creado en Cristo Jesús, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría.

Colosenses 2:2,3. N.V.I. “Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.

Luego, en el evangelio escrito por San Mateo 7:24-29, hablando del sermón del monte, en su aplicación comenta de dos cimentaciones: Una construida en arena, que simboliza el “serrín o el tamo de la impotencia” y la otra construida sobre la roca que simboliza el “sílice de la resistencia”.

Aunque los constructores eran los mismos dueños. Esto quiere decir, que la vida cristiana es personal y de acuerdo como sea edificada, asimismo, será el resultado, sea positivo o negativo.

Prontamente, consideramos los cimientos donde está construida la muralla de la nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:14,18. N.V.I. «La muralla de la ciudad tenía doce cimientos…»

Esto quiere decir, que tenía un cimiento firme y solido. «La muralla estaba hecha de jaspe…»

El Jaspe es una piedra de mucho valor, destacada por su potencialidad en su firmeza; domina 6,5-7 en la escala de Mohs. Pertenece al grupo de los cuarzos.

El Jaspe usual es de color rojo. Su composición dióxido de silicio; además, contiene dos elementos:

  • El primero: Domina un poder magnético, que no permite que la humedad quite su potencialidad.
  • El segundo: Nunca pierde su solidez ni su estabilidad, siempre permanece invulnerable.

Estamos desarrollando el tema «Pilares de la vida cristiana» pero también te puede interesar: Cómo tener éxito en la vida cristiana

Con estos tres ejemplos, estamos tratando de explicar que en Dios todo se fundamenta en la firmeza y en la solidez para permanecer en él, hay que ser genuino con estabilidad permanente.

No hay que descartar, que la vida cristiana tenga un principio, una continuidad y un fin; por esto, se debe hacer la radicación como persona consciente de una verdad que está presente, por delante, y con disposición a alcanzarla.

La escatología predicha por el profeta Isaías, da una pauta que se inclina al procedimiento principal del “primer pilar”, donde el principiante debe aleccionar para dar los primeros pasos.

«Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma». Isaías 55:3.

Este texto, se centra con la expresión: “Oíd”, y “vivirá vuestra alma”, si le prestáramos atención nos daremos cuenta, que en este término es donde se fundamenta la vida cristiana.

Pilares de la vida cristiana

Primer pilar, «oíd atentamente»

El oír atentamente, el profeta le añade una promesa. “Vivirá vuestra alma” ¿Qué se entiende por oíd atentamente?

El oír atentamente, según lo expuesto por el profeta Isaías, nos permite escuchar sin perturbación las transmisiones del locutor.

Es importante valorar que los sonidos, los ruidos son trasmitidos a través de las ondas sonoras y percibidos por el conducto auditivo, el cual manda impulsos vibratorios codificados que sólo lo interpreta el cerebro central.

Si explicamos esto de otra forma: “El oír atentamente”, es hacernos a un código, y las ondas sonoras lo mandan directamente al oído del interlocutor.

Al ser percibido, el cerebro central, le da su debida interpretación y lo manda a sus archivos pertinentes, «como un disco duro para tomar las copias necesarias».

Esto es lo que el apóstol San Pablo le expresa a su hijo Timoteo en 2 Timoteo 1:13,14:

«Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros».

Esto es aplicable a la predicación del evangelio.

Jesucristo en San Marcos 16:15, expresó: «Id por todo el mundo y predicar el evangelio a toda creatura».

Se le anuncia o se le predica, sólo a los que oyen.

San Pablo explica: «¿Y cómo creerán en aquel de quien no han Oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?»

Y concluye: «Así que la fe es por el oír, y el oír es por la palabra de Dios». Romanos 10:14-17.

Si este pilar, le prestáramos un poco de atención, llegaríamos a los cultos no con el ánimo de cantar, hablar y ser percibidos; más bien en oír, escuchar atentamente y nos hiciéramos a la promesa del profeta:

«Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David».

Todos estos argumentos bíblicos, indican que uno de los pilares donde se afianza la salvación en esta dispensación de la gracia, está en el “oír” lo que el Señor Jesucristo dice en su evangelio.

El Señor Jesucristo dijo en cierta ocasión: «de cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a Condenación, mas ha pasado de muerte a vida». San Juan 5:24.

Es de indicar, que si se predica verdaderamente el evangelio, y los interlocutores lo escuchan, lógicamente, traerá el segundo pilar que es “la fe”.

Recuerde que estamos hablando sobre el tema «Pilares de la vida cristiana» pero también te puede interesar: Nuestra vida cristiana debe dar frutos

Segundo pilar, «la fe»

¿Qué es la fe?

La fe es la seguridad, el convencimiento de lo que se espera, la infalibilidad o la evidencia, de lo que no se distingue.

La fe es el vehículo trasportador que lleva al cristiano por terreno quebradizo, inexacto, incierto, inseguro, pantanoso, inhabilitado e intransitables.

Por ello el profeta Habacuc 2:4 escribe: «He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá».

Habacuc habla de los dos personajes:

  • El que es rector del pantano de la jactancia lo habilita, lo orgullece.
  • Pero el justo vivirá sostenido del brazo de la fe.
    San Pablo da una observación a los corintios. 2 Corintios 2:7 que por fe andamos no por vista.
    Con esto pretendo informarles que no existe cristianismo si no existiera la fe en él.

Es importante saber que cuando se pierde la visualidad espiritual en el creyente por las circunstancias de la vida, tenemos un mapa en nuestro cerebro producido por la palabra de Dios, que se llama: “la fe”.

Ella nos suministra ánimo, valor como lo hiciera con el patriarca Job cuando estaba en vía de desocupar este mundo.

Su fe se levantaba como un baluarte y le decía: “Yo sé que mi redentor vive, y después de desecha esta mi carne, he de ver a Dios, por mis propios ojos y no otro”.

La fe es muy importante en el cristiano. En san Mateo 17:20. «Si tuvieres fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará, y nada será imposible».

Además de ello, Dios Galardona a los que depositan su fe en él. Hebreos 11:1-6; 6:12.

Estimado lector, la fe es tan importante en el cristiano que el apóstol San Pablo explica a los Efesios 2:8: «Por gracia soy salvos por medio de la fe…»

Vea también: Diferencia entre gracia y misericordia

Pilares de la vida cristiana

Y estas escrituras que siguen son amenas en nuestro pensamiento.

  • «La justicia de Dios se revela por fe y para fe». Romanos 1:17.
  • «Tenemos entrada por la fe en esta gracia». Romanos 5:2.
  • «Todo lo que no proviene de fe, es pecado». Romanos 14:23.
  • «Hay que contender ardientemente por la fe». Judas 3.
  • «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano a la vida eterna». 1 Timoteo 6:12.
  • «Cuando el diablo anda como león rugiente, hay que resistirlo firme en la fe». 1 Pedro 5:9.

Es decir:

  • Sin fe no existe cristianismo.
  • Porque por fe andamos no por vista.
  • Por la fe habita Cristo en nuestros corazones.
  • Por la fe estamos esperando la segunda venida de Cristo.
  • Porque por la fe nos apartamos del pecado.
  • Por fe vivimos en santidad.
  • Porque por la fe nos bautizamos en el Nombre de Jesús para recibir el perdón de nuestros pecados.
  • Por la fe nos arrepentimos.
  • La fe es nuestro escudo para apagar los dardos del maligno.

Todo esto quiere decir: que la fe en acción produce el tercer pilar, que es el “ánimo”.

Vea también: Nadie se salva sin el arrepentimiento

Tercer pilar, «el ánimo»

El ánimo es el esfuerzo ocasionado por una fuerza magnética producida en el individuo cuando todo está a punto de desaparecer.

Ella se incorpora como un gigante para dar aliento al caído, como lo hiciera la comida traída por un ángel al profeta Elías, cuando su alma desfallecía debajo del enebro, ocasionado por la persecución de Jezabel.

Esta palabra se la dijo Moisés al pueblo cuando dictó la segunda ley en la frontera de la tierra prometida, en especial a Josué,

«Esforzaos y cobrad ánimo: no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará». Deuteronomio 31:6.

El ánimo es un aliento que conforta el estado moral del individuo cuando se encuentra a punto de naufragar por las circunstancias adversas de la vida, como en el caso de los discípulos cuando navegaban en alta mar. San Marcos 6:49-50.

Inclusive para presentar logros en la labor del servicio a Dios se necesita un impulso de ánimo, como lo dijera el apóstol San Pedro en su primera carta.

«Apacentar la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerzas sino voluntariamente; no por ganancias deshonestas, sino con ánimo pronto». 1 Pedro 5:2.

Toda persona que desea servir en la predicación del evangelio, tendrá momentos difíciles, dificultosos que sólo la fuerza del ánimo lo puede impulsar a continuar. Hechos 23:11.

E inclusive para seguir confiando en las promesas de Dios necesitamos la intervención del ánimo con denuedo. Hechos 27:25.

En San Mateo 9:22, se observa que una mujer necesitaba tener ánimo para esperar el resultado de la fe para ser sanada.

El ánimo es la plataforma donde se afianza el cristiano para combatir el desánimo, el desaliento, la depresión, la consternación y todo lo que tenga que ver con la familia de la debilidad.

Cuarto pilar, «la humildad»

La humildad se ha considerado como la dependencia íntegra que debe tener el hombre para reconocerse así mismo, delante de Dios y de su prójimo.

El comportamiento del hombre humilde depende del valor que le dé a Dios y a su prójimo, es decir, debe vivir en un estado libre de competencias que no le conciernen o le pertenecen.

Un ejemplo de humildad lo vemos en la persona de Jesucristo, siendo Dios manifestado en carne, vivió 30 años con una vida ordinaria, quien trabajo en uno de los tantos oficios comunes, pero con característica de perfección.

Sus tres años de vida restantes, se moldeó en su ministerio público, según lo relata San Marcos, como el siervo de Jehová.

Y uno de sus mensajes poderosos fue: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón».

Una de las características reflejada en el Señor es el servicio, “yo estoy en medio de vosotros como quien sirve”.

En San Juan 13:15. «Ejemplo os he dado, expresa el Señor después de lavarles los pies a sus discípulos. Así como yo he hecho, vosotros lo hagáis también».

Este modelo debe ser la actitud apremiante de cada cristiano.

El antónimo de la humildad es el orgullo, el cual, conduce a la soberbia y a la superioridad ante los demás.

Santo Tomas de Aquino, apostilla: “La soberbia consiste en el desordenado amor que gira hacia su propia excelencia”.

La soberbia conduce a la aseveración descarriada del propio ego, es como una infección contaminante, todo lo intoxica, todo lo contagia.

El orgullo y la soberbia llevan al hombre a que sus acciones giren a las imaginaciones de sus propios pensamientos, apesadumbra la conciencia y su corazón se endurece, hasta encontrar justificaciones para aplicar la culpa a los demás.

San Antonio Abab, comentaba en su relato apócrifo, que el hombre humilde, “Dios le da la gracia necesaria para escapar de los lazos del cazador”; “mientras los soberbios van cayendo individualmente, en todas las trampas que el demonio les extiende».

La sociología expone, que el egoísmo ciega para no ver el horizonte de los demás; la humildad abre constantemente camino a la caridad en detalles prácticos y concretos de servicio.

Vea también: La sociología cristiana y sus fundamentos

El sabio, expresaba: Donde hay humildad hay sabiduría. Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo, y es evidente, por tanto, falta la sabiduría.

Porque si vives según lo que piensa acabarás pensando como vives, ya que el egoísmo mata al amor.

Quien lucha por ser humilde no busca gloria, ni aplausos, ni adulaciones de nadie porque su vida está escondida en Cristo; la humildad se hace notoria cuando viene el desprecio, quien a su vez, nos lleva a la omisión de sí mismo.

La humildad se asocia a la caridad y nos llevan de las manos «al temor de Jehová», que es el quinto pilar de nuestro estudio.

Pilares de la vida cristiana

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Quinto pilar, «el temor a Jehová»

En la vida religiosa se ha considerado que el temor a Dios es temer al juicio venidero o a la muerte eterna.

La cual se ha estimado que es la separación eterna del Dios Santo con el hombre pecador, según, lo interpreta San Lucas en su evangelio en el capítulo 12:5; y San Pablo en Hebreos 10:31.

El raciocino filosófico nos indica, que esto, más bien es tener miedo a lo que se nos aproxima, pero lejos de la realidad de lo que es el temor a Dios.

Para el mundo cristiano se ha creído que el temor a Dios es algo muy aparte a la concepción del mundo.

El temor a Dios es reverenciarlo y venerándolo tal como él es, en sus atributos cognitivos, de acuerdo como se ha dado a conocer como:

  • Creador
  • Santo
  • Inmutable
  • Amoroso
  • Misericordioso, etc.

San Pedro nos invita a imitarlo. 1 Pedro 1:14-16. «Como hijos obedientes, no os Conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito esta: sed santo, porque yo soy santo».

Esta reverencia dada por la teología Petrina, la cual se constituye como una disciplina, de lo que significa exactamente, el temor a Dios.

Este es el agente que nos ocasiona a llegarnos a Jesús como el creador y sustentador de todo lo creado.

El sabio Salomón en sus aforismos escribió, que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová…” Proverbios 1:7.

Lógicamente, hasta que se considere quien es Dios, como lo hiciera el discípulo Tomás cuando conoció verdaderamente quien era Jesús.

Este discípulo, de allí en adelante lo llamó Señor mío y Dios mío. Antes no lo había reverenciado con estos términos.

La verdadera sabiduría sólo procede del entendimiento de saber quién es Dios, él es santo, justo y soberano. Quien a su vez se encubre y se da a conocer.

El teólogo Clemente de Alejandría, en uno de sus escritos habituales, subrayó sobre la utilidad del temor a Dios, quien nos conlleva al arrepentimiento y a la rectitud de vida.

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San Ambrosio, escribió sobre el temor de Dios, el cual, engendra caridad, misericordia y filantropía.

San Basilio, enseña que para los que comienzan la vida de piedad las «exhortaciones basadas en el temor son de la mayor utilidad», se basó en el dicho de Salomón en una de sus apotegmas.

«El temor de Jehová es el principio de la ciencia; los necios desprecian la sabiduría y las instrucciones». Proverbios 1:7.

La enciclopedia libre glosa, que para el judaísmo y el cristianismo, el temor de Dios es uno de los dones del Espíritu Santo, el cual inspira reverencia de Dios y temor de ofenderlo, y a su vez, aparta al creyente del mal, y lo lleva al bien.

Es el don que nos salva del orgullo sabiendo que nos debemos todos a la misericordia divina.

El temor de Dios es el camino que se llega al sublime don de la sabiduría.

Precisamente, por conocer a Dios con sus atributos, el temor nos demanda a separarnos de lo que Dios aborrece.

El temer a Dios representa en el andar del individuo una reverencia inmóvil, estable por Él, ya que éste adjudica un grande impacto en el carácter y perfil de cada persona.

El temor de Dios es reverenciarlo, tributarlo con todo el fervor disciplinario de la adoración.

Según la teología Salomónica, el temor del Señor es la ideal calzada que conlleva al ser humano a la sabiduría, a la libertad, al verdadero conocimiento, a ser autónomo, alejarse por completo del pecado que le acedia, y por ende, dispuesto a servir como cristiano.

Una de las locuciones más frecuentes escrita por el sabio Salomón es la «advertencia al temor del Señor», por ejemplo: en Eclesiastés 1:13; 2:19.

En este temor hay «confianza y fortaleza» y es «la fuente de vida» Proverbios 14:26, 27.

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La estantería arcaica y la nueva testamentaria se unifican para enriquecer este tema del temor a Jehová, como un baluarte de la fortaleza inescrutable en el cristiano.

Vea también: La vida cristiana es una carrera de relevos

Pilares de la vida cristiana

«En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos. El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte». Proverbios 14:26-27.

«Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación. El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra precede la humildad». Proverbios 15:16-33.

«El temor de Jehová es para vida, Y con él vivirá lleno de reposo el hombre; No será visitado de mal». Proverbios 19:23.

«Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová». Proverbios 22:4.

«Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro». Isaías 33:6.

«Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo». Hechos 9:31.

«Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios». 2 Corintios 7:1.

«Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios». Colosenses 3:22.

«La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto. Salmos 34:7-9: 7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen». Salmos 25:14.

Recuerde que estamos hablando sobre el tema: «Pilares de la vida cristiana»

El temor de Dios ha sido unos de los pilares muy enfatizado en las santas escrituras, demostrado por la cantidad de veces que es mencionado.

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Pilares de la vida cristiana.

También como hemos visto es un tema íntimamente asociado con muchas bendiciones y promesas.

La sabiduría demanda en el individuo, suplica una conciencia definida de que Dios está permanentemente observando todo lo que reflexionamos, expresamos y accionamos, con miras positivas o negativas.

Vea también: Por qué hay cristianos que no dan frutos

Si lo hacemos para bien, él nos apremiará, si lo hacemos mal, nos disciplinará para que no seamos castigados con el mundo.

Todos estos pilares mencionados nos dan unas firmezas más seguras para continuar avanzando con firmeza en este camino de salvación, como dijera el apóstol San Pablo a los Filipenses 3:12-14: «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús».

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Esperamos que este tema «Pilares de la vida cristiana», haya sido de gran bendición para tu vida.

Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Antony Shalom

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