No seas un cristiano de apariencias

1857

No seas un cristiano de apariencias

Nosotros hacemos las cosas para que se vea el fruto de nuestro trabajo, no hay nada más doloroso que perder el fruto de nuestro trabajo. Hablaremos sobre el tema: «No seas un cristiano de apariencias».

Cuando una pareja se programa para tener un bebé y están en ese momento de alegría, de felicidad y ella le dice al esposo, ¡Estoy embarazada, vas a ser papá!   

Hay personas que en medio de esa felicidad comienzan a comprar todo, a arreglar la habitación, a buscar cosas que sean necesarias para arreglar porque viene el fruto de nuestro trabajo.

Van pasando los meses y cuando ya se acerca sufre un aborto, ¿Cómo se sentirán esos padres?

Y empezamos a buscar culpables, el hombre empieza a echarle la culpa a la mujer y la mujer al hombre.

Nosotros queremos un fruto que permanezca, un fruto que sea visible.

Vea también: Por qué hay cristianos que no dan frutos

Cuánto más Dios si usted y yo trabajamos, si hacemos lo necesario para que ese fruto se vea.

La palabra de Dios dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.

Y aparece el esfuerzo del Señor, el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario, pero da dolor saber que cambiamos la originalidad de lo que Dios hizo por algo desechable.

El Señor de la viña fue a ver la higuera porque se veía hermosa, parecía tener fruto, porque las apariencias engañas.

Pero cuando llegó, dice la palabra de Dios, que no halló fruto en ella.

Síguenos en Facebook Generación Pentecostal

Hay un dolor inmenso en el que está poniendo el sacrificio para que ese fruto tenga resultados y cuando llega se da cuenta que no hay fruto, no hay nada que hacer.

Córtala, es tiempo que cortemos.

Cuando el padre invierte en su hijo, cuando le da todo lo necesario para que él crezca, que sea alguien de bien y resulta que el al final de la jornada el fruto se ha echado a perder.

¿Qué hacer con esa higuera cuando ni siquiera ha dado fruto?

A veces decimos es el diablo el que la corta, pero la palabra dice, que no es el diablo quien la corta.

También puedes leer: Nuestra vida cristiana debe dar frutos

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” Juan 15:5-6.

Cuando todo el mundo ha determinado dejarte a un lado, te han echado a la basura, a la distancia.

Como hizo Agar con su hijo, ya no hay nada que hacer con ese fruto, es fruto del pecado, de un error y decide dejar su hijo a deriva para no verle morir.

SUSCRÍBETE

Únete a más de 5.000 personas que ya reciben contenidos exclusivos.
Sólo ingresa tu correo electrónico en el campo de abajo y espera el correo de confirmación.

[wysija_form id=»1″]

No seas un cristiano de apariencias.

Algunos dejan el fruto en medio de la nada porque para ellos no tiene resultados.

Pero dice la palabra, que Dios escucha al muchacho, enseguida Dios responde y le dice a Agar, vaya y dele tomar al muchacho, yo he oído la voz del muchacho.

No importa tu edad, tu nivel económico, tu raza, Dios está dispuesto a escucharnos, es hora de cortar la higuera.

También te puede interesar: ¿Por qué Jesús maldijo la higuera?

Hay personas que están dispuestas a meterse entre Dios y el juicio, ponen el pecho y le dicen:

Señor, no la cortes, no es tiempo de juicio, es tiempo de gracia, dame un año y en ese año yo voy a hacer el trabajo.

Dios ha hecho un trabajo grande y tal vez el fruto en tu corazón ni siquiera tú mismo lo has visto.

Vemos cristianos de apariencias, no es tiempo de cortar, es tiempo de ponerse en la brecha y aprovechar la oportunidad.

Quizás su fruto no es el mejor, pero te tengo una buena noticia, Dios está dispuesto a darte una nueva oportunidad.

Por: Alexis Cuadros

Artículo anteriorLa potencia de la gloria de Dios
Artículo siguienteNadie puede negar la existencia de Dios