Cómo dejar de pecar contra Dios
La Biblia dice, que la ley tenía la sombra de los sucesos venideros, y que la imagen misma de las cosas nunca puede ser por los sacrificios que se ofrecían continuamente cada año para hacer perfecto a los que se acercaban a Dios. Hablaremos sobre el tema: «Cómo dejar de pecar contra Dios».
Las sombras nunca te dan una visión real de lo que es, aunque la Biblia declara, que el culto que se realizó en el tabernáculo.
Traía la forma del verdadero culto, nos preocupa que algunos aún tienen la figura y sombra de esos antiguos cultos.
Tenemos que examinar en qué parte del tabernáculo estamos, ya que el tabernáculo que estaba en la tierra era la figura del verdadero.
Aquel era temporal ahora hay uno eterno porque Cristo entró en él, entró con su sangre y su sacrificio para que hubiera redención.
En el tabernáculo que se erigió en el desierto había unos atrios, allí había un altar de sacrificio y de fuego donde se quemaban las grosuras.
Ahí pernotaban los hijos de Leví todo el día sacrificando animales, con sus ropas teñidas en sangre.
Era como el espectáculo, porque lo que sucedía en el tabernáculo producía una expectación al pueblo, había una admiración.
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Pero lo cierto es que en los atrios de los tabernáculos era donde se sacrificaban animales para buscar el perdón.
Creo que a mas de uno tuvo que causarle monotonía, a mas de uno tuvo que causarle un cansancio, el ver animales sacrificar y ver caer sangre en tierra.
Pero para los hijos de Leví era un oficio que tenían que hacer bajo unas condiciones de santidad totalmente radicales.
Ningún hijo de Leví se podía meter a los atrios sin haber sido lavado, bañando y ungido para hacer esos sacrificios.
Le ponían un vestido limpio, nuevo y tenían que salir de allí totalmente teñido en sangre, vestido de sangre.
Pero alrededor estaba la gente, los espectadores, porque en ese lugar se generaba un carácter.
Ya que cuando nosotros de manera cotidiana y diaria tenemos un culto racional en un mismo lugar establecemos un carácter invisible, intangible, pero que existe.
Estamos desarrollando el tema: «Cómo dejar de pecar contra Dios»
Cuando hay un lugar de adoración en el que nos dirigimos a Dios y es días tras día, año tras años que hemos permanecido en ese lugar.
Ese espacio se nos convierte en un símbolo, se convierte en un carácter.
En el tabernáculo especialmente en los atrios, se estableció un carácter para el pueblo judío y era precisamente el lugar donde se señalaba la culpa del pecado, la culpa de la persona que llevaba el cordero.
En estos tiempos parece que los atrios del tabernáculo de Dios están llenos de gente que simplemente hace romerías y hace montones, y se congregan, pero solamente para estar libres de la culpa, pero no salen de los atrios.
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Y estamos dejando de lado lo que hay mas adelante, hay gente que va al culto para mitigar su culpa, parece que sintieran un descanso y un reposo.
Pero cuando salen a la calle y se enfrentan con aquello que lo acusa, cae otra vez y siempre es la misma situación.
Los atrios es el lugar donde no hay frutos, ahí no se está avanzando, se comenten los mismos errores y se vuelve pedir perdón a Dios y nada pasa.
Queremos que todo suceda como tomar un vaso con agua y a veces nos damos cuenta que el hablar en lenguas y llorar no alcanza.
¿Entonces que es lo que alcanza?
Tenemos que meternos más adentro, tiene que salir de los atrios, no podemos seguir sin frutos.
Esos que cuestionan nuestra vida cristiana, la escasez de frutos que nos hace vivir solo por la misericordia.
Y conocemos al Dios de la eterna misericordia, pero no al Dios que da vida en abundancia, vida plena, vida de poder, vida que da prodigios y milagros.
El cristianismo de estos tiempos pregona una fe que oprime a los hombres, una fe que arrincona a las personas.
Pero deben saber todos hoy que la fe que da Cristo es una fe que liberta, y liberta de verdad.
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Cómo dejar de pecar contra Dios.
Miremos el lugar donde estamos, si estamos en los atrios, si solamente vamos al culto para ver lo que hay allí y ver a los demás recibir bendición mientras nuestra vida escasea.
Porque muchos se conforman con solo ver a otros realmente entrar a la presencia de Dios y se va del culto con lo mismo, con los mismos problemas, con las mismas circunstancias y sin entrar en el lugar santísimo.
Eso es lo que ha establecido el atrio de estos tiempos, simplemente un lugar de culpabilidad, un lugar donde faltan los frutos.
Donde el solo vivir de misericordia nos mantienen estancados, sin cambios y sin redención, pero debemos salir de ahí.
Lamentablemente hay gente que sigue a Cristo bajo unas condiciones legalistas, bajo unas condiciones de manda.
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Ven a Cristo como si fuera un amuleto de la buena suerte y hemos reducido los vienes venideros a cosas que son supersticiosas.
La religiosidad nos ha metió en una rutina, parece que en el lugar santo todo el mundo puede entrar ilegalmente.
Allí ya no hay altas exigencias morales, ni espirituales, ni de santidad para ser aceptado, parece ser que al lugar santo de hoy todos hacen lo que quiere.
Pero ya llegó la hora de que nosotros le demos el valor y el nivel que tiene esto de estar en el lugar santísimo.
Es más que vestidos, es mas que rutinas, es mas que venir a culto, si la rutina sigue con nosotros nos llevará a desconocer la verdadera necesidad de nuestras vidas.
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Salgamos de la monotonía que se da en los atrios de aquel tabernáculo terrenal, que está lleno de rutina, vamos a meternos al lugar santísimo.
Es importante que sepamos que en ese lugar está la comunión con Dios, allí hay una relación íntima y estrecha con él.
En el lugar santísimo hay amistad con Dios, el pecado se va de ese lugar, en ese lugar está todo lo hermoso que es Dios.
Es donde se dan los verdaderos cambios, transformaciones, regeneraciones, en el lugar santísimo es donde Dios está tal cual y como él es.
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En el lugar santísimo tu puedes ir confiadamente: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne” Hebreos 10:19.
En el lugar santísimo Dios nos está esperando a cada uno de nosotros con los brazos abiertos.
Porque él proveyó una gracia, una gracia para todo el que quiera desde que murió en la cruz del calvario y el velo se rasgó, todos nosotros somos actos para entrar con libertad.
Pastor: Luis Guillermo Martínez