Cómo vivir en santidad en estos últimos tiempos

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Cómo vivir en santidad en estos últimos tiempos

Antes de hablar de las consecuencias que trae el no vivir en santidad es necesario mirar dónde se ha perdido esa comunicación linda con el Señor y, por consiguiente, los efectos directos o indirectos que afectan el hogar. Hablaremos del tema: «Cómo vivir en santidad en estos últimos tiempos».

Tal vez, hayamos escuchado alguna vez de muchos hermanos que se han apartado de Dios, y nos preguntamos el porqué de un momento a otro se dañó su hogar si eran cristianos consagrados, sólidos y con una familia unida.

Pero la verdad no es esa, ninguna familia, ni ningún creyente se aparta de la noche a la mañana.

Tiene que haber una serie de cosas que van minando poco a poco y en ese proceso se ha descuidado la relación cercana que tenían con Dios.

Hagamos dos paralelos bien claros, porque estamos hablando de santidad, pero también de familia.

Cada uno de los miembros de la familia son de carne y hueso, son humanos y algunos a veces nos equivocamos, creemos que nuestros hijos y familia son gloriosos.

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Pensamos que por nacer en un hogar cristiano, o ser hijo de un diácono o de un pastor, simplemente serán salvos, y eso es un error muy grande.

Nuestros hijos necesitan conocer a Cristo, arrepentirse, bautizarse y perseverar en la doctrina de santidad si quieren ser salvos.

De eso es lo que hablaremos, de las consecuencias de perder la santidad, pero primero hay que buscar dónde se rompió la comunicación con Dios.

Dónde perdimos la comunicación con nuestra familia, en qué momento los hijos comenzaron a irrespetar, en qué momento la esposa empezó a irrespetar.

Cuando uno deja de tener una linda relación con Dios todo empieza a irse a pique, la Biblia dice:

Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican: Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guarda” Salmos 127:1.

De nada sirven las conferencias, las enseñanzas, de nada sirve que nos traigan los grandes especialistas.

Lo que necesitamos es que Cristo meta su mano poderosa y ya cuando Cristo mete su mano poderosa, todo lo que viene resulta en bendición.

Algunos han querido fortalecer su familia con cosas secundarias y algún día eso se destruye.

Porque el único capaz de mantener nuestra familia en pie es Jesucristo, y eso es del día a día, tenemos que dejar que la mano de Dios sostenga nuestro hogar a diario.

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Pensemos en promesas del Señor con respecto a la familia.

Génesis 22:18 dice: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”.

Hechos 36:21 dice:Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”

¿Por qué nos habla el Señor de que nos tenemos que limpiar y arrepentir?

Porque si queremos recibir promesas de Dios para nuestra familia, tenemos que vivir en santidad, sin manchas, en paz y comunión, de cualquier manera, no podemos recibirlas.

Nunca olvidemos que no existe promesa sin mandamiento.

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Cómo vivir en santidad en estos últimos tiempos.

Sin embargo, muchas veces ha pasado que muchas familias han permitido vivir de una manera pasiva y de negociación con relación a muchos principios de la palabra de Dios.

Y eso ha traído muchas consecuencias a un precio demasiado costoso para los hogares cristianos, muchos cristianos han negociado cosas innegociables.

Ese principio que dijo en la Biblia:hijo obedeced a vuestros padres porque es justo” Efesios 6:1. Es irrefutable.

Hemos negociado la parte afectiva, hay muchos hogares en donde los hijos no los están criando los mismos padres por causa del trabajo u otros motivos.

Pero debemos cuidar nosotros mismos a nuestros hijos y supervisar que valores, y principios están aprendiendo.

Yo creo que debemos tener una responsabilidad seria con nuestra familia y sobre todo en la parte afectiva.

El cariño demostrado en un núcleo familiar es uno de los factores más importante en la vida de las personas.

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Estamos negociando también en la parte social, nuestros hijos se están mezclando demasiado con el mundo.

En los colegios estamos dejando que nuestros hijos participen de cosas que son abominación a Dios, participando de fiestas paganas por alcanzar buenas notas.

La educación es relevante, pero no hay cosa mas valiosa que guardarse para agradar a Dios.

Si en la familia se permite que los hijos realicen cosas que ante los ojos de Dios no están bien, estamos fallando como instrumentos de él para guiarlos.

E incluso peor, estamos negociando la parte espiritual, estamos dejando la santidad a un lado, que nuestros hijos se pierdan en la concupiscencia y el pecado.

Estamos dejando que lo malo ya parezca bueno y se está yendo la bendición, y comunión de nuestro hogar.

¿Qué consecuencia produce la falta de santidad?

Produce consecuencias en lo afectivo, no hay felicidad en nuestras vidas, afecta el corazón.

Tenemos discusiones con nuestra pareja, nuestros hijos y nos cuesta llegar al altar para ser restaurados

Hay familias con resentimientos en su corazón, padres en discordia con sus hijos.

La Biblia dice “Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados” Hebreos 12:15.

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Cómo vivir en santidad en estos últimos tiempos.

Claramente no podemos hablar de santidad si hay problemas en el corazón.

No podemos hablar de santidad cuando yo no me entiendo con mis hijos, cuando mis hijos están cometiendo faltas y soy permisible a ellas.

No puede haber santidad cuando yo estoy haciendo cosas que desagradan a Dios, podemos vivir en santidad.

Pero es necesario empezar a hablar en familia y acercarnos a él, dejar que actúe en nuestras vidas, que haga los cambios y trasformaciones que él quiera hacer.

Cuando se pierde la santidad y temor de Dios terminamos en el mundo, y un descarriado es peor que un incrédulo.

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No hay nada más glorioso que tener a Cristo en el corazón, no hay nada más bonito que llevar nuestra familia a los pies de Dios para vivir en amor y paz.

Si queremos tener una familia en santidad debemos pasar por procesos, debemos reconocer si hemos fallado afectivamente o espiritualmente.

Debemos reconocer si hemos dejado la santidad de lado, si hemos ofendido a Dios y llegar a su altar donde hay restauración.

Pastor: Germán Barragán

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