El Espíritu Santo es el que nos guía

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El Espíritu Santo es el que nos guía

El vino adquiere valor por causa del tiempo, entre más viejo es más el valor que tiene, los coleccionistas son felices, se llenan de orgullo cuando logran mostrar la antigüedad de una de esas botellas. Hablaremos sobre el tema: «El Espíritu Santo es el que nos guía».

Hace unos meses descubrieron un viejo barco que naufragó y encontraron unas botellas de vino que llegaron y eso para la sociedad representa casi que un valor incalculable.

Pero la escritura nos dice, no os embriaguéis con vino, con las cosas del tiempo pasado.

Quizás nosotros como creyentes nos hemos estacionados en algún lugar del pasado.

Con frecuencia nos maravillamos, y no es para menos, los acontecimientos tan extraordinarios, los milagros que Dios hizo en medio del pueblo de Israel.

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Muy seguidamente nos imaginamos ese mar Rojo abierto en dos para que su pueblo marchase y fuera salvo de los egipcios.

Quizás en algún momento hemos pensado cómo era que caía ese maná del cielo para alimentarlos todos los días durante muchos años.

O cómo fue posible que el calzado de este pueblo no se acabara, no se destruyera en la travesía por el desierto.

Y qué decir de esa nube que acompañaba al pueblo de Dios, dice la escritura, que colgaba en una nube que les servía de guía.

Pero llegando la tarde se iba transformando en fuego para darle luz al pueblo, calor, realmente son hechos extraordinarios.

Sin embargo, el proverbista dice: nunca digas cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos porque nunca de esto preguntarás con sabiduría ellos anhelaron nuestro presente, pero no fue posible.

Y es que el mar Rojo volvió a su cauce, un día el maná dejó de caer y la nube también desapareció.

De modo, que lo que nosotros hoy vivimos es algo mucho más grande que eso que vivió el pueblo antiguo, ellos quisieron conocer el nombre de Dios.

Pero solo les dio a conocer sus virtudes, por eso, cuando ellos hablaban de Dios la única manera de identificarlo era el gran yo soy, el Señor, el Dios altísimo.

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El Dios que me ve el Dios omnipotente, el Dios eterno, el Dios que provee, el Dios de paz; solo así lo conocieron, más nosotros que hemos conocido su identidad.

El Espíritu Santo en el pasado solo se dio a conocer también en sus virtudes y de manera transitoria e intermitente.

Solo estaba en los momentos requeridos para obrar momentáneamente, un día Espíritu Santo vino sobre Saúl para que profetizara.

Sobre Sansón para darle fuerza, no era la cabellera que le daba fuerza era la presencia de Dios que estaba allí.

Así que venía para hacer algo específico y venía sobre alguien también escogido de esa manera se manifestó el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, era para uso exclusivo en hombres escogidos.

Más ahora, al igual que su nombre está dado para salvar a toda la humanidad, también el Espíritu Santo está para todo creyente que recibe su nombre y su nombre es inherente o el Espíritu Santo es inherente al nombre.

Nosotros tenemos un nombre, pero detrás del nombre está el apellido, eso se llama una identidad plena.

Se conoce una identidad plena cuando nos presentan y damos nuestro nombre, pero también nuestro apellido.

El Espíritu Santo es tan necesario y tan importante en el creyente que aún el mismo Señor nos dejó el ejemplo.

Su ministerio terrenal comenzó una vez Juan el bautista se dio cuenta según lo dice la escritura, que el Espíritu Santo vino en forma corporal de paloma y posó sobre el Señor.

Se dice, que en este momento es cuando empezó su ministerio terrenal, y les dice a los discípulos, para que ustedes puedan ser mis testigos, necesitan ser llenos del Espíritu Santo.

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El Señor siempre nos habla de ser llenos del Espíritu Santo porque el ser llenos permite que haya un campanazo cuando ya se rebosa.

Y esto es lo que produce que la persona hable en nuevas lenguas porque ha rebosado de la presencia de Dios en su vida.

Y es tan importante recibir el Espíritu Santo, que después cuando los discípulos se fueron a diferentes lugares.

Cuando los apóstoles le encontraban lo primero que preguntaban era si habían recibido el Espíritu Santo, eso nos demuestra la importancia que tenía.

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Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo siempre se ha manifestado para llenar de autoridad y darle poder al hombre.

El Espíritu Santo es el que nos guía, eso dijo el Señor, los guiará, el Espíritu Santo nos consuela.

Es muy fácil que el enemigo haga presa de un creyente que está atravesando por una situación difícil sino ha recibido la promesa del Espíritu Santo.

Porque el Espíritu Santo nos consuela, nos da discernimiento por eso muchos se bautizan.

Pero se desaparecen o son presas de las falsas doctrinas precisamente porque no tienen discernimiento.

El Espíritu Santo nos dota de autoridad, eso fue lo que el Señor dijo también a sus discípulos.

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El Espíritu Santo es el que nos guía.

El Espíritu Santo nos une de ideas creativas para hacer la obra de Dios, nos manda donde debemos ir y nos impide ir donde queremos ir a causa de nuestra propia voluntad.

Es el Espíritu Santo es el que escoge, determina a quien se escoge para que haga tal labor.

El Espíritu Santo es una necesidad imperante en el creyente, nos conformamos en ser bautizados en el nombre de Jesús y eso es bastante pero todavía hay más.

No todos los salvos gobernarán con Cristo, sino los que hayan sido investidos de la autoridad por el Espíritu Santo.

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Qué bueno es saber que somos salvos, somos sus hijos, y como somos hijos él quiere llenarnos de su Espíritu Santo para dotarnos de autoridad, para darnos poder.

Cada uno de nosotros está en condiciones de recibir el poder de Dios, porque el Espíritu Santo se recibe por fe, solo hay que creer.

No hay fórmula porque no se puede explicar solo debemos creer, porque cuando creemos él se manifiesta poderosamente.

Solo basta creer para sentir el poder de Dios en nuestra vida, si usted quiere reinar debe recibir la promesa del Espíritu Santo.

Por: Elvis Gutiérrez

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