La parábola el buen samaritano
El patrón pedagógico del que quiera servirle a Dios, está en la parábola del buen samaritano. San Lucas 10:25-37. Hoy desarrollaremos el tema, «La parábola el buen samaritano».
Todo argumento cognitivo reflejado en esta parábola predicho por el Señor Jesucristo, demanda un estudio gráfico, descriptivo y reflexivo en el texto previamente escrito, puesto que cuyas técnicas se ajustan a un lenguaje retórico y enfático.
Donde el publicista trata de desplegar cierto acontecimiento ocurrido o por transcurrir usado como ejemplo en la temática a presentar.
Se discierne en forma particular que todo lector de las sagradas escrituras tiene que abstenerse del lenguaje parabólico, ya que el Señor Jesús sin parábolas no se dirigía al público, San Mateo 13:34,35.
Por lo tanto, ha sido un método apropiado, para vislumbrar el carácter de la vida cristiana en todos sus ámbitos.
Vea también: Pilares de la vida cristiana
Es natural que si el estudiante logra encaminarse por sus reglas oportunas se acogería a la correspondida interpretación.
Por ende, se le facilitaría desviar la confusión y ampliar más el conocimiento en el área de la cristiandad cristológica, porque la parábola contiene la luz reflexiva, no la plataforma fundamental de la doctrina.
Por su parte, en toda reflexión implícita, la hermenéutica propone darle mayor firmeza a la estructura de la misma.
Es decir, en la parte interna de la narración se debe considerar los siguientes aspectos:
- El sistema geográfico
- E historia
- Los sucesos
- Los casos
- Los ríos
- El agua
- Los mares
- Los desiertos
- Los montes
- Los árboles
- Los cementerios
- Las piedras
- Las alturas
- El descenso
- Los lugares
- Las cosas
- Las rocas
- Los nombres propios
- Los personajes
- Los animales
- Las acciones positivas o negativas
- Las palabras repetitivas
- Los tesoros diversos
- Los nombres de las ciudades
- Los pueblos
- Las veredas, etc.
Cada palabra o frase puede tener su verdadera aplicabilidad y facilitar mayor ilustración e iluminación al lector.
Detalles de la parábola
Muchos estudiosos de la palabra de Dios afirman que la “parábola del buen samaritano” es una de las más conocidas en los evangelios sinópticos, narrada por el doctor San Lucas, en su evangelio específicamente en el capítulo 10:25-37.
Dentro del mundo de las parábolas, ésta se ha destacado como una alegoría explicada por el divino maestro el Señor Jesucristo, el centro de su ilustración es revelar.
Que la compasión y la misericordia son las virtudes que guían a los hombres a la beneficencia, a la benevolencia y a la generosidad, que tanto escasea en nuestros tiempos.
Esta enseñanza, también inscribe la consecución del espíritu de la ley divina, que se ejecuta en el “amor”.
Y por ende, él es la afinidad de la letra reflejada en las páginas del catálogo de la legislación del Sinaí, la cual se reduce en los principios cognoscentes del trato para con el “prójimo”.
Este episodio se homologó como una figura representada por un cuadro semántico, enumerada para los sectores más escrupulosos de las religiones orientales.
Quien a su vez, sirve como un distintivo categórico para determinar la clarividencia de una persona que trataba de manejar la imagen determinativa de su interrogación ¿Quién es mi prójimo?.
Mediante esta parábola, Jesús muestra que las acciones en su momento oportuno, van cubriendo los beneficios hacia el necesitado, anunciado por el ánimo de la ley al socorro de la persona requerida.
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Esta actuación elíptica, ejemplificada con principio de substracción revolucionaría, equivale al concepto de la fe accionada en la vida ortodoxa de la religión judía, entre los cuales se reflejaban los perfiles de los escribas, fariseos religiosos de su época.
Quienes el Señor Jesús, en numerosas ocasiones los censuraba por su excesivo afecto a la letra de la ley, olvidando, precisamente, cumplir el espíritu de la misma.
Este contraste establecido entre los personajes ilustrativos de este texto, muestran enfáticamente los prominentes líderes religiosos “inmisericordes” y el llamado “samaritano misericordioso”, que no es otra cosa, que un oficio escritural enviado a los maestros de la ley.
Este mensaje figurativo llevaba como logro, recordarle el olvido de la apertura de la auténtica devoción hacia el prójimo; y el Señor Jesús en su parábola, emplea una estrella relegada por ellos mismo y así, poder revelarles sus propios errores.
La exégesis Bibliológica, declara: Que los principios epistémicos de este texto ilustrativo se hayan cuando un doctor de la ley le pregunta a Jesús ¿Qué se necesitaba para obtener la vida eterna? con la intención de meterlo en dificultades escatológicas y teologales.
El gran maestro en respuesta a tal interrogante, le consulta al mentor ¿Qué es lo que dice la ley de Moisés al respecto? el erudito cita el canon hebraico, en su apertura:
«Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la fuerza» Deuteronomio 6:5.
E igualmente, la ley análoga señala: “amarás a tu prójimo como a ti mismo» Levítico 19:18.
Jesús expresa, que ha respondido correctamente y lo invita a comportarse como tal, en consecuencia a su respuesta.
En esta parte se refleja el punto central de este epílogo, donde el leguleyo le pide a Jesús que revele a qué se describe la idea del prójimo, pero Jesús le responde con la parábola.
Mencionando un personaje ambulatorio navegando entre dos ciudades históricas e importantes, terminando su viaje con fines atroces pero ilustrativos en el caso.
Asimismo, se dejan ver dos personajes de alta dignidad que conquistaban una apariencia generosa que podían sufragar la necesidad apremiante de las circunstancias.
Pero por la inconsistencia y flexibilidad de la vida rutinaria se imposibilitó su amparo de un trasfondo inmisericorde.
La parábola el buen samaritano
El apólogo, continúa su narración añadiendo otro personaje transitorio que ambulaba entre estas dos ciudades, cuya ciudadanía era forastera, pero con umbrales, de compasiones, clemencias, humanidades, así pudo suplir el amparo al moribundo necesitado.
Luego, ante esta ficción parabólica el Señor le da una definición convencional, tras narrar la parábola, responde con otra pregunta: ¿Quién actuó como prójimo?
El interlocutor no responde directamente «el samaritano», pero indirectamente le dice «el que tuvo compasión de él».
Jesús le concluye y llega a su destino final: «ve, y haz tú lo mismo».
Estudio de la parábola basado en las reglas de la hermenéutica
Centralizamos este estudio con las reglas de la hermenéutica partiendo de cuatro puntos importantes a saber:
- Estudiar los contextos del pasaje, es decir, el inicio y la terminación del capítulo.
- A quien se dirige la alegoría: A un intérprete de la ley.
- Qué dio margen a la parábola: ¿Quién es mi prójimo?
- Sus aplicaciones: Ve, y has tú lo mismo.
Desarrollo investigativo
Esta parábola, principia con una historia de un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó, y en el camino cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Ahora bien, si se hace un análisis investigativo, minucioso de las cosas encerradas en esta alegoría, se debería tener en cuenta todas las pertenencias exhaustivas encontradas en el texto.
Un hombre descendía. Tanto el sustantivo hombre, como el verbo descender, están en términos de pronunciaciones generales e indefinidos.
En este pasaje, se encuentran dos ciudades muy importantes que han trascendido tanto en el Antiguo y el Nuevo Testamento; a la vez, han tenido renombres durante la historia, ya que son ciudades representativas y tienen un mensaje de gran bendición para cada cristiano en particular.
Jerusalén, representa figurativamente la morada de Dios en la tierra, es decir, la bendición, la vida, la seguridad y la justicia.
Allí en Jerusalén están las sillas del juicio, por ser la ciudad del gran rey, se destaca por ser la ciudad del compañerismo y el amor.
Según la escatología será el lugar donde saldrá la palabra de Dios. Miqueas 4:2; Salmos 122:3-5; 125:2; San Mateo 5:35.
En la eclesiología, Jerusalén en un prototipo de la iglesia por ser la morada del Señor en nuestros días.
Si consideramos la parte geográfica, Jerúsalen es el ombligo de la tierra, es decir, el centro del latifundio terrestre, cuya elevación es de 772 msnm.
“Quedando en las alturas, donde se respira vida, aire puro y seguridad ambiental”.
Jericó, representa lugar de maldición, de dolor, padecimiento, engaño. Josué 6:17,26. Quien a su vez fue reconstruida por Hiel de Bet-el, bajo maldición. 1 Reyes 16:34; Josué 6:26.
Jericó, se encuentra a 250 mbnm, queda en la parte inferior del nivel de la tierra, se respira aire contaminado, y se siente la opresión de las contaminaciones terrestres e inclusive de las fuerzas atmosféricas desérticas, territoriales y volcánicas.
Jericó era la segunda ciudad de Judea, y estaba al Noreste en un valle profundo y fructífero, cuya distancia entre Jerusalén y Jericó, solo hay 29 kilómetros de recorrido, en el tiempo de Cristo era un camino rocoso, y contiene un descenso de 1.022 Metros.
Es decir, el que está en Jerusalén, para venir a Jericó tiene que descender; bajar los 772 metros que tiene Jerusalén de altura, más los 250 metros bajo el nivel del mar que tiene Jericó.
Históricamente en el tiempo de Josué “Jericó”, era la ciudad muy llamativa por su opulencia y sus riquezas.
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Contenía un comercio de lana fina, en oro refinado, plata y otras joyas llamativas de facturaciones para el mundo egipcio como para los demás pueblos circunvecinos. Sus muros eran muy fortísimos por su anchura y altura.
Estas clases de riquezas cuantiosas tenían un dominio atractivo exorbitante para sus moradores, como para sus transeúntes tanto que “Acam”, un buen hombre usado por Dios.
Fue afectado por la apariencia engañosa de sus reflejos emotivos, que lo hiciera desequilibrar de su fe a despreciar las bendiciones de Dios por un triste manto babilónico, doscientos siclos de plata y un lingote de oro. Josué 7:21.
Por ello, también se cree que Jericó se había constituido en una vitrina de Babilonia.
Se puede considerar que “Acam”, simboliza al cristiano mundano, al avaro y al oportunista, que la apariencia del mundo lo atrae, lo absuelve hasta llegar a crear su propio acopio cautivador.
Observación exegética en la parábola
La parábola nos cuenta de alguien que “descendía”. San Lucas 10:30.
El que quería negociar y obtener propiedades procedentes de Jericó; tenía que dejar “Jerusalén”, es decir, desprenderse de la ciudad, descender y tomar un camino dificultoso hasta llegar al lugar de la maldición, “Jericó”.
Descender significa, viajar hacia el descenso, apartándose cada día de la altura, la bendición y de la presencia de Dios.
Este personaje mencionado en este texto, representa la raza humana porque todos en Adán descendemos.
El cual, después que dejó a Jerusalén e iba descendiendo hacia Jericó fue sorprendido, y cayó en manos de “ladrones”, los cuales les hicieron tres cosas:
- Lo despojaron, quitándoles sus pertenencias.
- Lo hirieron maltratándolo hasta tal punto que casi lo matan.
- Se fueron, dejándole medio muerto.
La parábola el buen samaritano
Esta ficción epistemológica, apunta lo que le pasó Adán en el huerto del Edén, Edén era el lugar de provisión, de la comunión del creador con el hombre.
Vea también: El hombre en el huerto del Edén
Estos ladrones representan a Satanás. San Juan 10:10. Le quitó al hombre sus pertenencias; además, lo dejó herido, y muerto en delitos y en pecados. Efesios 2:1-5.
La historia antropológica nos muestra en este texto de San Lucas, que otros personajes destacados tomaron el mismo camino de “descenso”.
Viene descendiendo un “sacerdote y un levita” cuyo ocaso, fricciona el timbre ideológico preocupante en la elucidación ideal en esta metáfora parabólica.
El sacerdote era considerado una persona que representaba la “religión”; quien supuestamente, estaba muy de continuo cerca de Dios en su templo y a la vez, el que llevaba a cabo ciertas ceremonias e intersecciones diversas.
El levita era el personaje corporal, quien tenía acceso a manejar las cosas consagradas físicas del altar, que precisamente estaba en el templo que quedaba en Jerusalén, geográficamente en la altura.
Descender es muy alarmante en la interpretación sistemática de este pasaje, en cuanto se refiere al sacerdote y al levita.
Para ello tenemos que personificar las circunstancia especulativa del momento, se dice: que muchos sacerdotes y levititas, inconformes con el clima y la disciplina cultural que tenía Jerusalén tocante a sus vestuarios y santidad.
Se supone, que para concebir un poco de calor y vivir al parecer de cada uno, tenían que descender y compraban propiedades en Jericó y por esta razón, era común el tráfico de ellos por aquel camino.
Cual fuera el motivo de sus acciones en estos personajes por haber descendido, se considera muy preocupante estos ejercicios.
Porque los sacerdotes y los levitas sus propiedades eran con lo concernientes al templo y no con las propiedades físicas, menos en un lugar de maldición como lo fuera “Jericó”.
Además, la bendición de Dios estaba en Jerusalén y en su templo, lugar de prosperidad.
Al descender, se sobre entiende, que abandonaban a Jerusalén y sus bendiciones y en nuestros tiempos es aplicado tanto a feligreses como a ministros e inconformes con la bendiciones que Dios nos da.
Elementos operantes en la parábola
Esta parábola se centra en un hombre que en apariencia era negociador de productos extraídos de Jericó, pero en el camino cayó en manos de ladrones, quienes lo despojaron de sus pertenencias, y lo dejaron herido y medio muerto.
Luego venía descendiendo deprisa un sacerdote y viéndole pasó de largo e igualmente pasó el levita cerca de él y también pasó de largo.
Los escritos sagrados exponen: que el sacerdote está día tras día para interceder a favor de los mortales. Hebreos 5:1-2.
En otras palabras, el sacerdote y el levita, eran las personas apropiadas para socorrer al herido: Por razón que el sacerdote y el levita eran del mismo pueblo.
Además, eran hombres religiosos y sus funciones eran tratar con los desamparados, indulgentes y mortíferos.
Recapitulaciones exploratorias por las cuales estos señores religiosos no socorrieron al herido
San Lucas 10:31, glosa que descendió un sacerdote por el mismo camino, éste, iba en proceso de decadencia muy rápida; por lo tanto, iba dejando de tras de él, el amor, la misericordia y la compasión.
En sentido alegórico, es probable que vinieran de Jericó cargados de joyas, de alto valor, y por evitar nuevos atracos tenían que andar más apresurados.
Por esta razón, la Biblia es bien clara, cuando dice: que nadie puede amar a dos señores.
Es posible que vinieran contra el tiempo, la hora de los sacrificios se aproximaba, y tenían que llegar apresurados a Jerusalén y al templo.
Estos ministros, por estar metidos en otros negocios que no les correspondían, “El tiempo no les alcanzaba, para cumplir el segundo mandamiento… y a tu prójimo como a ti mismo”.
Si le aplicamos el sentido investigativo. Nos imaginamos que vieron al atracado que estaba mal herido, sin esperanza de sanar.
Podían decir: Si nos ocupamos con este lesionado es posible que nos llamen a la indagatoria, sospechen de nosotros y nos involucren en una investigación.
Si le aplicamos las leyes sanitarias sacerdotales. Podían decir: El herido está medio muerto, hay que cargarlo y no tenemos transporte.
Además, con este hecho nos contaminamos, y luego nos acusan de inmundos y perdemos nuestra profesión; por lo tanto, esto nos obliga a pasar de largo.
Si le aplicamos las leyes de la castidad. Tanto el sacerdote como el levita tenían que guardar sus dignidades. Deberían permanecer siendo santos sin contaminaciones físicas.
Para permanecer siendo oficiantes, tenían que cumplir unas leyes, al no hacerlo, perderían el sacerdocio y la administración; ya que para ellos devengaba ante el público honores, economía y opulencia. Por lo tanto no deberían ser contaminados. Levítico 21:1-2.
Tanto el sacerdote y el levita representaban la religión, que supuestamente era el ente mediador entre el hombre perdido y el Dios Santo.
Si esto es cierto en esta parábola encontramos, que la religión no pudo hacer nada por el hombre herido y medio muerto, quien a su vez, es representativo a la raza humana.
Esta lección táctica, nos enseña que Dios no abandona al hombre aunque esté en la desgracia absoluta.
San Lucas 10:33-35. Señala el texto: «Pero un samaritano iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándole aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuido de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese».
Este párrafo ha sido muy interpretado y discutido en muchos centros teológicos y de diferentes formas.
Pero de todas ellas se facilita su interpretación con una herramienta positiva, de la macro misericordia de Dios hacia este indulgente personaje herido, que no es más, que una exhibición de la raza humana en proceso de extinción.
Ya que en el salmo 103:4 glosa, «El rescata del hoyo tu vida y te corona de favores y misericordias».
En el Salmo 113: 7. «Jehová levanta del polvo al pobre y al menesteroso lo alza del muladar».
En este capítulo se concentra que un “samaritano” que iba de camino.
El Samaritano se considera un personaje extranjero, eso quiere decir, que no era oriundo de Jerusalén ni de Jericó; “iba de camino”, esto quiere indicar, que no solo pasaba por Jericó o Jerusalén sino hacia otras partes.
Este personaje foráneo la eclesiología se lo aplica a la personalidad y al ministerio del Señor Jesucristo por las siguientes elucidaciones:
Samaritano en la historiografía, era un personaje procedente de los israelitas con otras naciones ocurrido en el exilio de los asirios; cuyo territorio era la parte Norte de Israel, donde quedaba el “Monte Gerisín” y a la vez eran despreciados por los israelitas.
Con ello, comprendemos que este transeúnte no era netamente israelita.
La parábola el buen samaritano
“Samaritano” según Robert Jamieson, glosa en su comentario explicativo de la Biblia, que: El samaritano era un personaje excomulgado por los judíos, sobrenombre de escarnios, semejante a herejes y a diablo. San Juan 8:48.
Es imprescindible para algunos teólogos en su aplicabilidad, que este caminante, llamado: el “samaritano” apunta a la persona del Señor Jesucristo por las siguientes representaciones:
En cuanto a la manifestación del Señor Jesucristo al mundo: él no solo era humano sino divino.
La teología cristológica glosa, que Jesús es ciento por ciento humano y ciento por ciento divino; otros conjeturan que así como el Señor era humano también era divino; todo esto rodea a una personalidad con doble función.
Además, la declaración que le suministró el Señor, al doctor Nicodemo, que él había descendido de los cielos. San Juan 3:13.
También les dijo a sus discípulos, que a él lo verían ascender donde estaba primero. San Juan 6:62.
El doctor San Lucas 19:10, al escribirle a su excelentísimo Teófilo, le expresa que Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
San Pablo subrayándoles a los Efesios 4:9-10 les declara, que éste, que ascendió es el mismo que primero había descendido a las partes más bajas de la tierra.
Cuando se habla que primero había descendido a las partes más bajas de la tierra; observe, que todos estos términos están en plurales.
“Las partes más bajas de la tierra” esto indica, que la tierra tiene varias partes bajas, en las cuales el Señor Jesús había descendido a Dragar.
Biológicamente se cree que el vientre de la mujer es una de estas partes bajas de la tierra.
Según el Salmos 139:13-15. La cual el Señor Jesús vivió nueve meses y lo supo, Juan el Bautista, quien se alegró mucho cuando se le acercaba. San Lucas 1:41-44.
Geográficamente otra de las partes más bajas de la tierra, se cree, que es la ciudad de Jericó, porque tiene 250 metros bajo el nivel del mar.
Allí el Señor descendió y se encontró con Zaqueo en el árbol Sicómoro, que supuestamente, su moral estaba herida por ser publicano; y éste, tuvo un gozo semejante como el que tuvo Juan el bautista. San Lucas 1:41-44; San Lucas 19:6.
Geológicamente se cree, que es el centro del globo terráqueo, es otra de las partes más bajas de la tierra. San Mateo 12:40.
Allí también estuvo el Señor Jesucristo tres días y tres noches; y se encontró con muchos personajes y dentro de ellos se trajo a varios. San Mateo 27:52-53.
El personaje transeúnte que se considera como el “buen samaritano” predicho en la alegoría, da una vislumbre que no vivía en Jerusalén para notificar que iba ascendiendo; ni vivía en Jericó para anunciar que iba descendiendo.
Sino que “iba de camino” eso quiere decir: no se iba a detener en Jericó ni en Jerusalén, iba a continuar su camino hasta llegar a donde había estado primero. San Juan 6:62.
Si el estudiante en teología considera todas estas aclaraciones, reflexionará el raciocinio de San Lucas en su narración del personaje extranjero que “iba de camino”.
Vea también: “Balcón y el camino” aplicada a los principios cristianos
La parábola el buen samaritano
Todo esto nos ilumina que Jesús «Dios manifestado en carne» habiendo descendido de la eternidad; primero, creó los cielos y la tierra, luego visitó la tierra para crear en ella una nueva creación.
Mas tarde visitó al vientre de una dama para tomar de ella un cuerpo en su trascurso de transeúnte visitó a Jericó para levantar al hombre que estaba en las profundidades del:
Caos, de la desesperación y de la maldición, rápidamente, pasó al corazón de la tierra para levantar del polvo al desfallecido y salió rumbo a donde estaba primero, llevando como logro la cautividad y repartirle dones a los hombres.
Esta parábola es el escenario básico donde se afianza la ecleseología de la era cristológica
Los que han subdivido las escrituras en capítulos, como Esteban Langdon, el cardenal Hugo de Santos Caro y otros en la historia, han llamado esta parábola el “buen samaritano”.
Precisamente por el desenvolvimiento de su enfoque de misericordia ya que los samaritanos y judíos no se miraban de gran agrado entre sí, algo similar como los gentiles y los israelitas o como la discordia que había entre el cielo y la tierra. Efesios 2:12-19; Colosenses 1:20.
Esta parábola del buen samaritano concuerda con el ministerio del Señor Jesús. Expresado en 2 a los Corintios 5:19 Romanos 5:10. San Lucas 19:10.
El texto parabólico dice, que el samaritano que iba de camino vio al herido “fue movido a misericordia”.
Este término: “fue movido a misericordia” va enfocado al temperamento diario de la vida de ciertos orientales en el tiempo de Jesús en los cuales se reflejan sanguinarios, vengativos, ofensivos, violentos, rencorosos, resentidos.
Así como lo vemos en el caso de la mujer samaritana: Tú siendo “Judío me pides de beber que soy mujer samaritana”. San Juan 4:9. Tal, como el caso de Pedro: ¡Señor quiere que pidamos fuego! San Lucas 9:54. O cuando hirió al soldado quitándole la oreja. San Juan 18:10.
Es posible que el samaritano dijera: llegó la hora de la venganza nuestra contra este miserable judío, voy aprovecharlo para quitarle la vida, ya que está herido, se le aproximó, como para asegurarlo de un solo golpe.
Así, como hiciera: Jael cuando mató a Sísara hiriéndolo en la cabeza. Jueces 5:26,27.
Pero el samaritano al venir cerca de él y viéndole, fue “movido a misericordia” Esta frase se encuentra igualmente en la parábola del hijo prodigo. San Lucas 15:20.
Después que el samaritano fue movido a misericordia: no le importó contaminarse, e hizo con este herido siete cosas muy trascendentales y positivas que tiene que ver para el restablecimiento de la salud física, mental y espiritual del ser humano como representativo de éste, a saber:
Se acercó al hombre herido, no mirándolo como su enemigo acérrimo, sino como alguien que merece compasión, caridad Filantrópica.
Este episodio me hace recordar la vida que llevábamos cuando estábamos perdidos en el mundo, sin Dios y sin esperanzas, hasta que se acercó nuestro gran Dios y salvador Jesucristo. Tito 3:3-7.
Vendó sus heridas ¿Qué es vendar? Ligar, fajar, envolver, tapar la herida. En el idioma hebreo es propiciar cubrir. 1 Juan 2:2. Eso fue lo primero que el Señor hizo en nosotros cuando nos encontró.
Echándoles “vino y aceite”. El doctor Brown en su segundo tomo de la enciclopedia expositiva de la Biblia; señala los remedios usados por los orientales.
Aquí apostilla, que el vino se usaba para limpiar las heridas y el aceite para suavizarlas. Isaías 1:6. Además, el vino simboliza: La alegría, el agrado, la delicia, el regocijo, la satisfacción. Salmos 104:15.
El aceite, simboliza la unción del Espíritu Santo… San Mateo 25:2,3. El aceite es el que produce la llama ardiente en las lámparas en el lugar santo, que a su vez, es símbolo del cristianismo en este mundo oscuro y en tinieblas.
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Lo puso en su cabalgadura, lográndolo sacar del camino en que fue herido. Esto quiere decir: el herido no podía caminar por sus propios medios ni por sus fuerzas y necesitaba que alguien le suministrara su transporte.
Observe en la parábola de las cien ovejas, el pastor las encontró y las llevó en sus hombros; y en el reino de los cielos, fuimos trasladados del reino de las tinieblas al reino de su amado hijo. Colosenses 1:13.
Lo llevó al mesón. A la clínica, en nuestro medio espiritual simboliza a la iglesia.
Eso quiere decir, que nadie será restaurado si Jesús no lo trae a la iglesia. Ya que la iglesia es la clínica de Dios en la tierra, donde es tratado con cinco especialistas llamados “ministerios” Efesios 4:11.
Cuidó de él. Salmos 125:1-2. Sin Jesús no hay salvación. San Juan 10:9.
Al traerlo al mesón, lo entregó al mesonero, que simboliza sus ministros, y sufragándole el valor de dos denarios, encomendándole, que todo lo que gaste demás, se lo pagaría cuando regrese, esto me hace recordar el cumplimiento de la escatología del Antiguo Testamento. Jeremías 23:3-4.
En las siguientes escrituras se puede ver el propósito de la primera venida de Jesús a este mundo: San Lucas 19:10; San Juan 10:10; 2 Corintios 5:19.
Recuerde que estamos desarrollando el tema «La parábola el buen samaritano»
Y luego, se extiende a su segunda venida con promesa de remuneración para los que trabajamos en su grey. 1 Pedro 5:1-4.
En esta alegoría podemos ver la forma que el Señor usará en el ejercicio de la obra del Espíritu Santo en el día de la gracia; él personalmente tratará con el hombre perdido, herido por el diablo y muerto en pecados.
Luego, después de aquel encuentro directo, lo traerá a su iglesia, para que ella a través de su administración, el individuo se perfeccione hasta la estatura del cuerpo de Cristo. Efesios 4:11-13.
Se hace cierto que esta metáfora no solo habla del día de la gracia sino que se extiende a su segundo regreso; desde el momento del encargo al mesonero y la cancelación de los denarios por la asistencia de su recuperación.
El exegeta Fausset en su segundo comentario exegético consideró, que un denario supuestamente era el valor de un día de trabajo en los días que vino el Señor Jesús. San Mateo 20:2.
El dejó dos denarios, equivale dos días de trabajo; el apóstol San Pedro en su segunda carta 3:8 dice: «Más, oh amados, no ignoréis esto: que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día».
Es decir que los dos denarios corresponderían a dos mil años, los cuales ya se han cumplido o están por cumplirse en el almanaque Judío.
Con los dos denarios se dejan ver unas incógnitas
La narración culmina en la expresión de: “todo lo que gaste demás yo te lo pagaré cuando regrese”, por su parte, San Pedro en su primera carta, en el capítulo 5:2-4, habla de una cancelación que hará el Señor cuando regrese.
Todo esto está rodeando lo que dijera San Pablo a los Corintios, el trabajo en el Señor no es vano. 1 Corintios 15:58.
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La parábola el buen samaritano.
Con los dos denarios se dejan ver unas incógnitas con la frase “cuídamele” eso deja dicho que todavía dentro de la clínica puede haber peligro: puede ser de tipo temperamental y no de salud física.
En el mundo de la medicina existen unas enfermedades de carácter mentales que descontrolan al individuo hasta llevarlo nuevamente a su estado posterior.
Ha de notarse que estas características se ven a diario por lo sucedido y por suceder en el ámbito espiritual, donde varias personas llegan a la recuperación inmediata, cual el hijo pródigo, pronto se recupera, cambiando su físico, su moral, su estado económico, su vida emocional, su familia, etc.
Es posible que algunos de esos individuos se le despiertan algunas inquietudes del viejo hombre en la esfera espiritual imaginándose ser muy importante, deja la sujeción a un lado, no queriendo sujetarse a nadie.
Se convierte en desobediente no quiere obedecer al mesonero, ni a los enfermeros que son símbolos de los ancianos en la iglesia ratificado en la Biblia en Hebreos 13:17; 1 Pedro 5:5.
Cuando esto sucede puede llevar al individuo a la incertidumbre, al desespero, afectando el estado emocional y psíquico hasta pensar que nadie les ama, se vuelven ofensivos, todo les molesta, todo les ofende.
Piensan que nadie les comprenden, todo lo que se hace para él es malo: Si se arregla el auditorio es malo, si se arregla las silletería es malo, si se compra cortina es malo, si se cambian los abanicos es malo; y a la postre nunca colabora con nada.
Las sensaciones se asocian a la ansiedad y a la depresión, que a su vez, se convierte en algo totalmente desagradable, lo que agudiza la reproducción de más contrariedades.
Aunque el facultativo le haga ver que no está bien su actitud solamente se queda tranquilo un rato, pero su preocupación vuelve de nuevo a retoñar.
La paráfrasis catastrófica del comportamiento por parte de este individuo, es el dispositivo que se desencadena en su contorno, el cual, afecta a menudo el ambiente familiar.
Es decir, que muchos miembros de su familia tienden a parecer perturbados emocionalmente por el desquiciamiento de la tal persona afectada.
Recomendaciones
Si esto llegare a suceder en la clínica, la recomendación oportuna sería: que el facultativo se lo entregara nuevamente al Señor en oración para ver qué hace Jesús con esa persona.
Al pueblo de Israel después que Dios los salvó, luego, destruyó a los sediciosos que no creyeron, San Judas 5.
Conclusión
Si analizamos la situación de la humanidad en esta parábola del buen samaritano, concuerda con lo que apostilla la escatología del tiempo del profeta Isaías 53:6, cada uno se apartó por su camino:
El comerciante por buscar la supuesta bendición terrestre, dejó a Jerusalén, y en el camino de descenso fue atracado, herido y medio muerto.
En el camino rocoso hacia Jericó, encontramos hombres con deseo de tener bienes a primera hora, sin costarle sudor, y despojan de sus pertenencias a los indefensos transeúntes que buscan con esfuerzos el sostén diario.
El hombre de bien cuando se inconforma trata a descender quedando atrás la compasión hacia los demás y se convierte en inmisericorde no interesándole el dolor de los otros.
Tal como los dos religiosos del pasaje.
El hombre merecedor de alabanza se extiende hacia las partes moribundas a socorrer a quien necesita su protección como lo vemos en este extranjero que iba de viaje.
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Que linda enseñanza nos ha dado el divino maestro, en esta preciosa parábola que, no es más, que una cátedra, tanto para el docente como para el estudiante, tanto para el médico como para el enfermo, tanto para el rico como para el pobre.
Esta enseñanza ha trazado el marco histórico y ha transcendido a muchas culturas y generaciones, dándole la alabanza no al prójimo cercano, sino al que tiene el espíritu de servicio, no importándole quien se lo merezca.
Esta alegoría termina con una perífrasis significante y a menas para nuestros días y en nuestras generaciones: “Ve, y has tú lo mismo” fue la aplicabilidad del divino maestro.
Esperamos que este tema La parábola el buen samaritano haya sido de gran bendición para su vida.
Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com
Por: York Antony Shalom