La santidad no es una opción

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La santidad no es una opción

La santidad no es un estado, la santidad es un proceso de vivir cada día alcanzándola. Hablaremos sobre el tema: «La santidad no es una opción».

El único que está en un estado de santidad es el Señor, pues él es santo por esencia y permanece en santidad por siempre.

Cuando hablamos de estado de santidad, muchas veces creemos que solamente con arrepentirnos, bautizarnos y recibir el Espíritu Santo ya quedamos para siempre en santidad, pero eso no es así.

Cuando nosotros nos bautizamos en el nombre de Jesús el bautismo sí es permanente, es decir, si nos llegamos a apartar algún día de los caminos del Señor.

Seguimos estando bautizados y si nos reconciliamos nuevamente, ya no tendríamos la necesidad de volver a hacerlo, porque el bautismo es permanente.

En cambio, la santidad no es permanente, podríamos nosotros ser santos el día de ayer y el día de hoy ya no serlo.

Por eso, la santidad no es un estado y hay que estarla buscando todos los días.

El único que no tiene que santificarse diariamente es Jesucristo porque su esencia es la santidad, en cambio nosotros como humanos nuestra esencia es la carne.

Por eso, todos los días debemos doblegar nuestra carne porque ella busca su esencia, y su esencia es terrenal, es el pecado.

Cuando el Señor manifiesta en su palabra: “Sed santos, porque yo soy santo” 1 Pedro 1:16.

Es porque es el requerimiento de todo aquel que es bautizado, el Señor desea que lo que él ha comprado luche por vivir en santidad.

No somos seres perfectos, pero nos encontramos en el camino de la perfección, cometemos errores, pero luchamos diariamente por mantenernos en la santidad de Dios.

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Hay muchos interrogantes respecto a la santidad, ¿Existe la santidad? ¿Es posible vivir en santidad? ¿Es alcanzable la santidad?

Claro que es alcanzable la santidad, la santidad es posible.

No es solamente un requerimiento estipulado por Dios, es cierto que podemos llegar a la santidad con Dios.

Hay en la iglesia del Señor personas que tiene el brillo de cristo, que cuando van por la calle las personas le dicen que es diferente y no es por el peinado que utilizan.

Mucho menos por la vestimenta, es claramente porque en nuestras vidas resplandece la gloria de Dios.

Y aún los ojos que no temen a Dios pueden ver la gloria de Dios reflejada en la vida de una persona, ven a una persona que es separada y apartada para Dios.

Podemos también hablar de la santidad familiar, pero surgen interrogantes respecto a esto.

¿Cómo permanecer en santidad en familia?

Algunas personas pueden decir, para mi es fácil vivir en santidad, pero yo no respondo por los pecados y las fallas de mis hijos, esposo o esposa.

Y puede que sea cierto lo anterior nombrado, pero debemos tener en cuenta que es nuestra familia. Si hay responsabilidad en cuanto al temor de Dios en nuestra familia.

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Dios nos entregó un sacerdocio, un ministerio y una responsabilidad, es llevar a nuestra familia a su presencia todos los días de nuestras vidas, debemos presentarla ante Dios por si alguno ha pecado.

Pero hay muchos hogares que tienen su altar familiar destruido, el cual tiene un gran significado para que la familia viva en santidad.

No dejemos que en nuestros hogares reine la tecnología, los programas televisivos, porque nada de esto reemplazará el altar familiar en la buena crianza y en la permanencia en santidad de nuestros familiares.

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La santidad no es una opción.

Es necesario permanecer en santidad con nuestra familia, todos sirviendo a Dios, con una misma visión y pensamiento hacia Dios.

La santidad produce en nuestro hogar paz, gozo, alegría, no hay contiendas porque todos tenemos una misma visión.

Cuando en la familia, la pareja pierde la comunicación inmediatamente ya no están permaneciendo en la santidad.

Porque como lo mencionamos anteriormente, la santidad es el brillo de tener la alegría de Cristo.

Entonces la familia al perder su comunicación, van perdiendo santidad por hay contienda entre ellos.

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Y el Señor no quiere que se viva en contienda, él desea que los hogares vivan en paz y en armonía.

Dios estableció la familia para que entre ella exista comunicación, se debe aprender a escuchar para que así puedan apoyarse mutuamente y logren vivir en santidad.

La comunicación tiene que estar vigente en nuestros hogares, los padres deben dejar muchas veces los prejuicios a un lado y sentarse a escuchar a sus hijos.

Para que así les puedan brindar una buena orientación en todos los aspectos de sus vidas y los ayuden a vivir en santidad, así como nuestro Dios nos ha mandado.

Debemos mantener también la santidad en la oración. Hablar con Dios es una bendición para nuestras vidas, orar es un descanso para el alma.

Debemos romper los esquemas en nuestro hogar y debemos sacar espacios en los cuales a través de la oración nos presentemos delante de Dios.

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La santidad no es una opción.

Presentando así cada una de las necesidades que tengamos, porque, aunque seamos familia, cada uno tiene necesidades distintas.

Debemos tener momentos exclusivos con nuestra familia, ellos siempre serán la prioridad.

La santidad también permanece en el perdón

Hay que aprender a perdonar, no importa la cultura que tengamos, nosotros en Cristo somos nueva creatura, nueva cultura, nuevo estilo de vida.

En la iglesia del Señor no debe haber cultura de machismo, en Cristo hemos aprendido a doblar nuestras rodillas y nuestros ojos han aprendido a derramar lágrimas ante la presencia del Señor.

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Es necesario que vivamos en humildad ante Dios, para así permanecer en santidad.

Al Señor Jesucristo no le importa la carne, a él lo que en realidad le importa es que estemos preparados para partir con él, y eso lo logramos guardándonos en santidad.

Apartándonos para él, viviendo en comunicación con nuestra familia, escuchando a nuestros familiares, orando, viviendo en humildad y leyendo su palabra.

Pero mientras nos vamos con el Señor, gocemos esta vida en él como si fuera el último minuto, gocemos con nuestros familiares, vivamos bien, en paz y contentos.

Pastor: German Barragán

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