La unción del Espíritu Santo no tumba
Cuando nosotros leemos la segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo, algunos dicen, su última carta desde la cárcel lo cual hace de esta carta, una carta muy personal. «La unción del Espíritu Santo no tumba».
El apóstol la escribe estando Roma, además de estar encarcelado, estaba en peligro de muerte.
“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano, He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 Timoteo 4:6-8.
Pablo, le escribe a Timoteo la situación que está a punto de vivir y lo hermoso de esta vida cristina es la manera de como vemos las cosas.
Porque lo que muchos llamarían muerte, Pablo lo llama un sacrificio para Dios, lo que muchos llamarían muerte.
Pablo lo interpreta como que va abandonar esta habitación terrenal porque nuestra ciudadanía está en los cielos.
Y se presenta como un luchador que ha terminado la buena batalla.
Presenta su vida cristiana como un atleta llevando esta carrera no como los 100 metros, sino como una maratón continua, todos los días.
Pero hay una inquietud en el apóstol, es que él va a partir y hay una iglesia creciente, que a pasos abanderados, que está llenando el mundo de aquel entonces con el evangelio.
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Él es el apóstol de los gentiles, el instrumento que Dios había escogido para llevar su palabra en presencia de reyes y de muchas naciones.
Hay una preocupación en el apóstol sobre quién va a continuar este trabajo y está su discípulo Timoteo, es un muchacho que él ha ido instruyendo.
Pero hay un Timoteo que está también inquieto, un poco preocupado porque quizás está pensando en cómo va a hacer para continuar el trabajo tan grande.
Pero parece que aunque este joven Timoteo era tímido, lleno de temores, sin sabores, de enfermedades, pues el apóstol le hace recomendaciones por sus enfermedades.
Pablo, le da una recomendación y parece que le dijera, Timoteo, frente a todos tus temores, tus inquietudes, te quiero decir, que aunque yo me voy hay uno que no se va a ir.
El mismo que me ha ayudado es el mismo que ayudará también, el mismo que me ha sostenido, te sostendrá también.
Y ahí es donde le dice, “Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios, que por la imposición de mis manos está en ti” 2 Timoteo 1:6.
Si hay algo que esta iglesia ha hecho no ha sido por nuestras fuerzas, ni por nuestras capacidades, sino por el poder del Espíritu Santo de Dios.
Esto no tiene ninguna fórmula, aquí no andamos inventando nada el que se ha movido en medio de esta iglesia ha sido el poder del Espíritu Santo.
No estamos porque un hombre nos convención, ni porque el pastor nos lavó el cerebro sino el Espíritu Santo de Dios que nos convence de justicia y de juicio.
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El Espíritu Santo no ha sido un asunto nuevo entre nosotros, el Espíritu Santo es el que ha venido trayendo a esta iglesia, operando maravillas, milagros y sanidades en medio de la iglesia.
No andamos inventando y diciéndole a la gente, venga que la unción lo que hace es tumbarlo.
Recibe la unción y te vas a caer para el suelo, esa no es la unción del Espíritu Santo.
Porque la unción del Espíritu Santo lo que hace es convencerte de pecado, por eso, cuando alguien oye la palabra de Dios.
Causa un efecto en su vida de tal manera, que usted reacciona, no peque más y busque la presencia del Señor.
El que recibe el Espíritu Santo será mudado en otro hombre, algo poderoso empieza a suceder, su actuar, empieza el poder el poder del Espíritu Santo a dar frutos.
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Cuando uno recibe el poder del Espíritu Santo, uno ya no es ni como el papá, ni como la mamá, uno al único que se quiere parece es a Cristo Jesús, la imagen de él.
Hay frases que a veces dicen cómo; ¡Ay, es que los jóvenes son débiles! Y los jóvenes responden a eso afirmando, que sí son débiles.
Y Juan les escribe a los jóvenes y les dice:
“Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” 1 Juan 2:14.
Pero como el diablo sabe Biblia, viene y les dice:
“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen” Isaías 40:30.
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Yo no sé usted de cuál grupo quiere ser, de los que se fatigan y se cansan, los flaquean y caen.
O se va a quedar con el otro grupo es de los del pero:
“pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” ” Isaías 40:31.
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Alguien tiene que levantar sus alas.
Uno muchas veces tiene frío y lo primero que uno hace cuando tiene frío es buscar un abrigo, eso lo protege a uno del frío.
Hay un abrigo de la presencia del Espíritu Santo:
“EL que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente”.
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Hay alguien que necesita meterse en ese abrigo, el abrigo del Espíritu Santo.
Por eso, la mujer del flujo se dio cuenta del que llevaba el abrigo y cuando lo hubo tocado fue salva de ese azote.
La Biblia dice, que la unción pudrirá el yugo, hoy se va a podrir ese yugo, las puertas se abren, el diablo se va porque hay poder en el nombre de Jesús.
Por: Jhon Cetter