La parábola el hijo pródigo

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El propósito de Dios con el hombre caído, está revelado en la parábola del hijo pródigo

El estudio de las parábolas es algo muy esencial para el estudiante de las sagradas escrituras, de allí se inicia el consenso de que el Señor Jesús, sin parábolas no se dirigía a las multitudes. San Mateo 13:34-35. San Lucas 15:11-24. Hoy desarrollaremos el tema «La parábola el hijo pródigo».

Esto demanda saber que el estudio de las parábolas es descubrir el programa de Dios escondido desde las edades pasadas.

El término «parábola» proviene del griego parabolé, que significa comparación, semejanza en los evangelios se caracterizan con memorias de carácter espirituales.

Además, trasmite un ambiente emotivo que describe una acción y en sus resultados fluye un dilema moral que se enfrenta a las realidades de un caso ejecutado.

El lenguaje elíptico o parabólico suele relatar un ejercicio único, simple y consistente, el cual es como una metáfora extendida para satisfacer una narración transitoria y coherente con aplicabilidad presente de un caso oportuno.

Tomando como base primordial tal argumento, se considera que una parábola es un lenguaje literario, donde el locutor trata de exponer en su léxico sucesos o temáticas escondidas, sucedidas o por suceder, en comparación al cosmos del cual pertenece o transita.

Según este argumento es imprescindible poseer una claridad oportuna, que en la parte interna de una narración elíptica, se debe tener en cuenta aspectos de alta relevancia como:

  • El sistema geográfico
  • La historia
  • Las ciudades
  • Los pueblos
  • Las veredas
  • Los elementos bióticos, como los abióticos
  • Los sucesos
  • Los casos fortuitos
  • Los ríos, los lagos, los mares
  • Los montes
  • Los cementerios
  • El lugar señalado
  • Las cosas
  • Los nombres
  • Los personajes
  • Los animales
  • Las acciones
  • Las palabras repetitivas
  • Los tesoros, etc.

Es decir, todo lo que se encuentra narrado en la parábola, ya que, cada nombre, frase, palabras y acciones, pueden tener su verdadera aplicabilidad, además tener en cuenta, que las parábolas principian con algunas historias.

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En este comentario suministramos varias interpretaciones de un mismo texto pero todas van apuntando el mismo fin.

Advertencia: No se debe establecer una doctrina en base a una parábola, sino que se debe usar la parábola para ilustrar una doctrina ya establecida sobre otros pasajes.

Si leemos cuidadosamente los cuatro evangelios, nos creamos que hay muchas parábolas predichas por el Señor Jesucristo en las cuales, se vislumbra el carácter de la salvación revelada con todas las bendiciones otorgadas por Dios, desde el momento que el hombre abraza el evangelio.

El doctor San Lucas en su capítulo 15:11-24, escribiéndole a su excelentísimo Teófilo, le narra esta preciosa parábola del hijo pródigo con dos principios pertinentes, y con enfoque universal.

1. En su forma universal discierne sus características acogedoras del plan que representa la historia del hombre primitivo, el caído y el regenerado; como si éste, hubiese vivido cuatro mil años personalizando todas las exclusividades del pasado, del presente y el futuro.

2. Se enfoca en la forma diminutiva de su esencia misma, es decir, por el carácter de la parábola en el período de su exposición, y su aplicabilidad acorde a la circunstancia del tiempo en una forma hermenéutica y acogedora para ser aplicada en el cerco de la era eclesiológica.

Es de caracterizar, que la observación enfocada en esta parábola, hace énfasis en cada uno de sus detalles, donde se programa la “historia del hombre, dentro y fuera del edén”, con la maravillosa obra de salvación a su favor, ejecutada por Dios en Cristo Jesús.

Ahora bien, como todo hijo que nace en casa y en el regazo de sus próceres, así nació el hijo pródigo y su anti tipo Adán; quien es presentado como un cuadro comparativo según el proceder de este estudio, enfocado de manera teológica.

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No obstante, se debe tener en cuenta que existe otro aspecto como la salida del hijo de casa, para lo cual se establecerá un argumento general y comparativo de este suceso:

El hijo pródigo en la casa

Teniendo en cuenta algunos argumentos cognitivos, se considera que el hijo pródigo, acobijado en la casa de su padre, es un prototipo de Adán en el huerto del Edén, antes de abandonarlo por haber pecado. Génesis 2:8.

El hijo pródigo abandona el hogar

El evento posterior a tal acontecimiento es la salida del hijo pródigo, el cual parte con la bolsa de la casa de su padre, que en su proceso se convierte en un modelo de la caída del hombre, su salida como pauta de abandonar el huerto del Edén; es decir, renunciar a la felicidad provista por Dios. Génesis 3:23-24.

Vea también: El hombre en el huerto del Edén

El hijo pródigo gastó todo quedando en la miseria

En consecuencia de su salida, el hijo pródigo gastó todo lo que tenía, quedando en la ruina, en el abandono y en la miseria.

Tal aspecto se puede ver enmarcado en lo sucedido con Adán, al retirarse de la felicidad, perdió la comunión con el creador, pues, vino la degradación y se le llevó a tierra: Lo espiritual, lo moral, lo físico, lo económico, lo social y lo cultural: Romanos 1:21-28.

El hijo pródigo, quedó en la desgracia total

En esta desgracia podemos ver la desventura, la dura certidumbre que ocasionó con la salida de este prestigioso hijo del seno de su hogar.

Del desarrollo de la salida de éste, su miseria, surge un evento que lo lleva a un estado de sujeción a otros, es decir, está sometido a llevar a cabo órdenes de superiores, además, de restringir actividades que antes hacía.

Este es un cuadro sinóptico, paralelo de lo que le pasó Adán y a su descendencia, quedó siendo esclavo del diablo, del pecado, del mundo, de la carne, del ego, de la maldición: San Juan 8.34; 1 Juan 5:19 haciendo cosas propias de cada uno de sus poseedores.

El hijo pródigo, volviendo en sí

Estando en un estado demacrante como lo es la sujeción a otras personas, cercado de tantas dificultades, en un mundo ajeno; envuelto en la inmundicia, desnudo sin esperanza de volverse a vestir, con hambre y ni quien le proveyera de alimento.

Estando en esta condición, volvió en sí, es decir, reflexionó considerándose un infortunado, miserable, reo de todas adversidades, desventuras y tribulaciones.

Gracias a Dios que los recuerdos no pasan ni se borran. Éste, se acordó de su vida pasada cuando disfrutaba al lado de los jornaleros de su padre que gozaban de tantas felicidades y poseían todo, sin hacerle falta ningún bien.

De allí, se considera que tal obra es la que precisamente hace el Espíritu Santo en los descendientes de Adán: Redarguyéndonos de pecado, de justicia y de juicio. San Juan 16:8.

Es por ello, que con esta acción nos recuerda que en Dios muchas gentes gozan de bienestar y si nos volvemos a él, seremos como uno de ellos.

En el desarrollo de este tema «La parábola de hijo pródigo», también te puede interesar: La sociología cristiana y sus fundamentos

Decisión del hijo pródigo, me levantaré e iré a mi padre:

Después de estar atrapado en tal desesperación e impotente, el llamado “hijo pródigo”, se le reveló el secreto cognitivo para volver a la prosperidad; en cuya actuación aprendemos cuatro principios básicos que operan para una buena reconciliación:

  • Cuyo secreto depende en el reconocimiento de la culpa cometida.
  • Volverse nuevamente a la casa de su padre es acercarse a la felicidad.
  • Confesarle a su padre que había faltado es principio de humillación.
  • Ocupar el puesto que merecía por haber fallado, es símbolo de gente arrepentida.

Ese es el mismo método o procedimiento que encontramos en la vida cristiana. 1 Timoteo 1:15; San Lucas 18:13; 23:40-42.

El brazo del padre hacia el hijo pródigo

Después de haber tomado tal decisión de regresar a la casa paterna, no tuvo oposición en su ego, en presentarse de manera andrajosa, y des conocible.

No obstante, cuando su padre lo vio en su estado físico y descosido, tuvo misericordia, después de haber confesado sus faltas, y por ello, el padre determinó tres cosas:

  • Darle el mejor vestido, que simboliza: La distinción, el pudor y la dignidad, que se le otorgan a ciertas personas especiales.
  • Colocarle un anillo, “arras”, que representa: Garantía de pertenencia a este hogar.
  • Calzado para sus pies, que significa: Protección y auxilio recibido.

Sí se aplicara tal programa a la vida cristiana se traduciría como la justificación recibida por la fe en Cristo Jesús Romanos 5:1, es decir, la justicia de Cristo imputada en el creyente. Devolviéndole al hombre lo perdido. 2 Corintios 8:9; Efesios 4:8.

El cambio de ropas del hijo pródigo

Para la aplicación a este punto temático, se hace necesario recordar que cuando Adán pecó, se presentó ante Dios vestido de hojas de higueras.

La cual, le fue quitada y suplida por un nuevo vestido de la piel de un animal inocente, de la misma forma se puede personificar esta compostura, que al presentarse el hijo pródigo harapiento, desconocido, a la casa de su padre.

El cual, sacó un mejor vestido, antónimo del que trajo, personificando de esta manera la exaltación imputada dada al creyente en este día de gracia. 1 Tesalonicenses 4:3; Romanos 6:22.

La fiesta hecha por haber vuelto el hijo pródigo

La actitud del padre frente a un nuevo encuentro con su hijo desaparecido es fundamental para el desarrollo de esta parábola, ya que presenta, que el padre del hijo pródigo, al ver a su hijo nuevamente en su hogar, hizo matar el mejor becerro y hacer fiesta, porque su hijo que había sido perdido, ahora es encontrado.

Es por ello, que considera los evangelios que hay fiesta en los cielos cundo un pecador da fruto de arrepentimiento, y a su vez, procede a ser un tipo de la glorificación del creyente en la venida del Señor. La fiesta en las bodas del Cordero. Apocalipsis 19:9.

La historia exegética que narra la parábola del hijo pródigo

Texto: San Lucas 15:11-32.

Tomando como base las sagradas escrituras, la historia del “hijo pródigo”, principia con tres personajes: “Un hombre” tenía “dos hijos” que eran muy diferentes en naturaleza y carácter.

Se describe que el hijo “mayor” supuestamente era muy trabajador leal, consciente de su propia rectitud, además, de ser sumiso al calor paterno.

Pero al mismo tiempo, se observa como un ser necesitado de las experiencias de la vida, faltante del gozo social y de la misericordia apremiante.

Por su parte, el hijo “menor” deseaba alejarse del hogar paterno y ver lo que había en el mundo; como persona quería estar desenfrenada, suelta de padrinaje y experimentar una supuesta mejor vida lejos de los suyos.

Por la razón anteriormente expuesta, pide a su “padre” la parte de la herencia que le correspondía y su padre, así lo hizo.

Después de la entrega, éste se alejó de su hogar y viajó a tierras “lejanas”, como si dijera: “Para que nadie me critique” y “ninguno tenga que ver de mi vida”.

En aspectos gramaticales, tierras lejanas, significa: País retirado de otras “culturas, idiomas, leyes, costumbres, trabajos, alimentaciones diferentes”. A este muchacho fugitivo le sucedieron dos cosas negativas, a saber:

Fue y malgastó sus bienes en: Pasajes, pasaportes, amistades, alimentación, fiestas, atracos, regalos, prostituciones, etc. Resumiendo: viviendo perdidamente.

Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia lejana y comenzó a faltarle todo.

Por esta razón, se arrimó a unos de los ciudadanos de aquellas tierras; el cual, lo envió para apacentar cerdos, no obstante, era uno de los trabajos acogedores y natural de aquella provincia.

Pero, para el país del hijo pródigo, era un trabajo de inmundicia, de asquerosidad; porque según la ley de Moisés, los cerdos eran considerados animales inmundos, Levítico 11.2–8; Deuteronomio 14.8.

La exégesis a esta ley, significaba: Que este animal no se podía tener, comer ni usar en sacrificios.

Dentro del campo exegético y Bibliológico, juntarse con cerdos, representaba: Contaminaciones a menudo; y cuidarlos figuraba: Humillación; comer de lo que comen estos animales, encaminaba al descenso de la degradación, de la cual hablaba San Pablo a los Romanos 1:24-32.

Vea también: La Bibliología y sus componentes

De allí se puede conjeturar, que el hijo menor, llamado el “hijo pródigo” realmente, llegó a la parte más baja, soez y asquerosa de la vida, además, esta metáfora ejemplificada en este caso, ha sido un cuadro semántico, dramático y figurativo, aplicado a la humanidad después del Edén.

La exégesis del capítulo 15 de San Lucas se dejan ver tres pérdidas consecutivas: «La oveja”, la “moneda” y el hijo menor, llamado el “pródigo” y que estas tres pérdidas, redondean a un mismo círculo de 360 grados; cuyo centro de partida es el hombre caído volviendo a recuperarse.

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Si consideramos por medio de un razonamiento, el contexto preliminar, encontramos que las dos parábolas anteriores, los buscadores dieron todo de sí, para encontrar la oveja y la moneda que no podían volver solas.

La primera, por su irraciocinio y la segunda por su inercia, ya que su pérdida ocasionó algo similar: La oveja se perdió porque vagó negligentemente; la moneda se perdió sin que tuviera culpa. Sin embargo, el hijo menor se dejó llevar por su egocentrismo y desenfreno personal.

En este capítulo, está representando algo extraordinario e inclusive, de lo sucedido en la prehistoria. Las cien ovejas: representan a una unidad universal.

El número cien en matemática, representa una unidad completa que le da valor genuino a una prenda por ser 100 x 100 verdadera. Esto está demostrando que la creación es un organismo completo, a la vez infinito y de mucho valor.

La oveja perdida, está representando una unidad diminutiva, que hace parte del número cien, y que su atención apunta a la raza humana que se extravío, y por ende, hace parte de la unidad completa que son los cosmos creados.

La moneda perdida, simboliza los valores primordiales de cada cosa. En las sagradas escrituras, este valor se vislumbra en varias partes de sus páginas; y cuando esto ha ocurrido, vemos a Dios “incomodado e inquieto”. Génesis 1:1-2.

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la faz de las aguas».

Como si el creador, estuviera intranquilo o preocupado por algo sucedido.

Pregunta inquietante: ¿Qué le pasó a la tierra qué la vemos desordenada y vacía? Sería, ¿Qué un Dios de orden, la creó y la hizo desordenada? O Sería ¿Qué alguien la desordenó en algún momento oportuno? Si esto ocurrió en cualquier forma, perdió su valor.

Este apólogo del hijo pródigo, se destaca de las anteriores pérdidas, ya que el supuesto padre, velaba y esperaba incansablemente, bajo la humillación de la circunstancia de un perfil negativo; porque se enfrentaba a un ser humano, con voluntad propia y dueño de sí mismo.

Sin embargo, este anciano padre, su esperanza era tangible, segura que su hijo volvería al hogar: Después de tener un cambio de mente operado por el raciocinio de los sentidos, posteriormente de una barbarie que viene por la ferocidad de la vida.

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Después que su inolvidable prenda humana apareció, su padre fue movido a “misericordia”, ejemplificando con ello, el gran amor de Dios reflejado en la cruz del calvario, dando a su hijo unigénito, que no es otra casa, sino, que busca pecadores para el arrepentimiento, sin importarle el motivo, por el cual se perdieron.

La oveja se perdió porque vagó negligente e indiferente. San Lucas 15:4; Isaías 53:6 y necesitaba un buen pastor que la buscara y la pusiera en sus hombros. La moneda se perdió sin ella tener culpa, por su inercia. San Lucas 15:8.

Sin embargo, necesitaba que alguien encendiera su lámpara para salirla a buscar. San Lucas 15:12,30.

El hijo pródigo se perdió porque se dejó llevar por su egocentrismo, por el engaño de las falsas riquezas y por los placeres sensuales. Y el padre esperaba, que su raciocinio lo inspirara a volver a su viejo hogar.

En estos tres episodios se observa el gran amor de Dios reflejado para restaurar sus joyas extraviadas.

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Inspiración por la cual se comentó esta parábola

Por lo regular, todas las parábolas tienen un motivo por el cual se pronuncian.

La presente apunta como respuesta a una crítica de los Fariseos y los Escribas, judíos, quienes se consideraban expertos, eruditos e intérprete en la ley Mosaica, tal crítica se afianzaba en que Jesús comía y andaba con los publicanos y pecadores.

El texto sagrado se centraliza básicamente en la misericordia de Dios hacia los perdidos, que cuando son encontrados y localizados traen una felicidad y satisfacción a su dueño pertinente, además, las parábolas anteriores involucran al cielo y la tierra en fiesta cuando un pecador es recuperado.

Uno de los enfoques distintivos, es la misericordia que le vino al padre, cuando vio de regreso a su hijo en estado de harapo, considerado muerto y con palabras de “arrepentimiento”.

El centro de esta parábola conocida como la actuación del padre, ha movido las estructuras filosóficas, culturales y teológicas de la historia.

Primeramente porque es aplicada a Dios, cuando un pecador es contristado y procede al arrepentimiento del cual, podemos aprender muchísimo para estas generaciones, ya que el amor tanto paterno, como familiares y al prójimo trata a escasear a menudo.

Esta enseñanza nos hace entender, que separado del fundamento paterno, sea humano o divino no funciona la vida como debe funcionar; el hijo en el hogar debe aprender y conservar un fundamento que nos va a equilibrar en la vida posterior a través de los días venideros.

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A demás, el Señor Jesús como padre, expresaba: Porque separado de mí “nada podéis hacer”. San Juan 15:5.

Y en otra ocasión, expresó no os dejare “huérfanos, es decir, abandonado, vendré a vosotros”.

Por su parte, la teología sistemática en el área de la cristología nos indica, que él es el padre, de allí se deduce que el padre es el que deja huérfano. San Juan 14:18.

El hijo pródigo permaneció huérfano, mientras estaba separado del padre; cuando regresó, volvió a hacer parte de la familia.

¡Qué cuadro semántico e ilustrativo nos presentó el Señor Jesús en esta hermosa narración del hijo pródigo!

Aunque, el muchacho se presentó casi desnudo, con hambre, sin calzado, arruinado, sin moral; sin embargo, al llegar a su viejo hogar, su padre le suplió de todo bien.

La parábola el hijo pródigo

¡Qué bueno es nuestro Dios que nos acepta tal como estamos!

Por ello, la gnoseología de los escritores de los Salmos, elucidaban por sus preguntas: ¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?

Cuando dice: Que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra, como si dijera: “Para ver si entre la raza humana habrá alguien que quisiera hacer las veces del hijo pródigo” que regrese a mí, para levantarlo del polvo y hacerlo sentar con los príncipes de mi pueblo. Salmo 113:5-8.

Este acontecimiento, describe posteriormente la escena de alguien que tras una existencia favorable y benévola haya quedado postrado en una vida en desesperación, de miseria, atrofiada por el despilfarro y libertinaje.

Sin quien nadie le consuele, hasta que la providencia divina llegara a su conciencia y lo hace reflexionar de su estado personal y cae en cuenta, que le traería mayor beneficio regresar donde el padre, que seguir por su cuenta dando tumbo en la vida cruel y bestial que llevaba.

Tenemos que considerar teológicamente, que para esta genial reflexión, debe destellar una actitud convencional, que por tal razón su padre le acepte en su hogar, así sea, como cualquiera de sus jornaleros.

Eso indica, que en el hogar de nuestro padre celestial, los jornaleros están mejores que los hijos transeúntes empedernidos en pecados en el mundo de tinieblas y de desgracias, que muy pronto desaparecerá.

Ya que las consecuencias del pecado no son condenas procedente de lo divino, sino resultados de las malas acciones que persistentemente finalizan mal, por los hijos de desobediencia.

El grito davídico proclama todavía: «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado; de igual forma será Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño».

Esta promesa alcanzó al hijo pródigo por haber regresado, aunque andrajoso pero su padre lo acobijó dándoles nuevos honores.

Interpretación de la hermenéutica al sistema parabólico

La hermenéutica tiene sus herramientas para explorar el estudio y las investigaciones en el sentido parabólico, se debe considerar progresiva la lectura en sus diversos aspectos.

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Por ejemplo: Leer y estudiar los contextos anteriores y posteriores, o sea, el inicio y la terminación del capítulo o del pasaje pertinente.

Luego, se tiene en cuenta a “quien se dirige la alegoría”; ligeramente analizaremos “lo que dio margen a la parábola”; en seguida observamos sus aplicaciones.

Si le aplicamos la interpretación hermenéutica con sus reglas pertinentes, vamos a encontrar una interpretación diferente a las demás conocidas.

La hermenéutica manda a tener en cuenta sus cinco reglas indispensables: “Quién lo dijo, a quién se lo dijo, cuándo lo dijo, porqué lo dijo y para qué lo dijo”.

Esta regla aplicada a la parábola del hijo pródigo encontraríamos lo siguiente:

Primero: Leer los contextos; luego:

  • ¿Quién lo dijo? Pues, lo dijo el Señor Jesús.
  • ¿A quién se lo dijo? a los Fariseos y a los Escribas.
  • ¿Cuándo lo dijo? Cuando se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para oírle.
  • ¿Por qué lo dijo? Porque los Fariseos y los Escriban murmuraban.
  • ¿Para qué lo dijo? Para darles a entender que así, como los Israelitas necesitaban del amor de Dios, los publicanos y los pecadores también.

Segundo: Pasamos a desintegrar este pasaje incluyendo numerosas interpretaciones que a menudo desenvuelven el nudo y al final del texto encontraremos las aplicabilidades pertinentes.

Otras interpretaciones dadas a este pasaje parabólico

Esta narración habla de un “padre”, de un “hijo menor”, llamado: el “hijo pródigo”, también del «mayor”, pero ambos son merecedores de la herencia paterna.

El padre personifica la autoridad suprema del hogar, respeta y acepta la determinación que su hijo toma por su libre albedrío; le reparte su herencia y lo deja marchar libre a ver qué camino escoge para su propio destino, el de la prosperidad o el del mal, el positivo o negativo.

A demás, con su gesto de compasión, representa a Dios como padre de todos, fundamentalmente con su atributo de misericordia.

En esta alegoría se nos suministra una enseñanza representativa: El padre tenía dos hijos, y aquí los dos hijos son representativos a la humanidad entera en todos los tiempos dividida en dos fracciones.

El hijo pródigo representa los pudendos e inmorales pecadores, que componen el rol de los despreciados e infames que se alejan de la voluntad del padre celestial.

Éste supuesto hijo menor, se salió del ámbito paterno, a vivir una vida lejos de sus principios morales y éticos; como es obvio y natural: Recibió lo merecido, lo que no se hallaba en las pertenencias de su padre.

Cuando éste se dio cuenta de su estado de miseria y mal pertinaz, que por sus propias fuerzas no podía hacer nada a su favor; pensó en su comodidad anterior, accedió a regresar a su padre con fruto de contrición.

Que su padre con tanta riquezas disfrutada por sus jornaleros, permitió bajo la sombra de su misericordia la entrada de su hijo que supuestamente había desaparecido para siempre.

Esta representación es aplicada a todas las personas transeúntes que deambulan por las sendas oscuras del mundo atroz, sin esperanza, sin consuelo y sin salvación.

Sin embargo, la iluminación del Espíritu divino llega a sus raciocinios y los convence, que por nuestros méritos humanos no podemos alcanzar nada; además, que en la casa de nuestro padre celestial hay muchas moradas esperando personal quien las disfrute.

Esto lo entendió el “hijo pródigo”; también, San Pablo. 1 de Timoteo 1:15; igualmente, el publicano que fue a orar al templo. San Lucas 18:13; asimismo uno de los ladrones que estuvo con Jesús en la cruz.

Observemos la oración respondida del ladrón de la cruz. «¡Señor acuérdate de mí! cuando vengas en tu reino, Jesús le dijo: desde Hoy estarás conmigo en el paraíso».

Dios no prepara moradas a los que van llegando, porque ya están listas y preparadas.

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Por su parte, el supuesto hijo mayor, no salió del ámbito paterno, quedó trabajando con todas las pertenencias físicas de su padre; este hijo mayor representa a los legalistas, los formalistas, quienes componen el catálogo de los moralistas en la historia siempre los ha habido.

En este momento simbolizan a los Fariseos y a los Escribas quienes disfrutaban de las fortunas físicas, como:

  • La llegada al templo
  • Sentarse en las mejores sillas
  • Usar los mejores vestidos que los identificaban como tales.

A su vez, podían enseñar cada día de reposo la santa ley dada en el Sinaí.

Además, podían hablar de diezmos, de ofrendas, de moral, de principios éticos pero les escaseaban la justicia, la misericordia y la fe.

Que son principios fundamentales de la espiritualidad; sin éstas, lo hacían peor que el hijo pródigo, por tal razón, el Señor los censura en San Mateo capítulo 23.

El verdadero sentido de este personaje es considerar que los supuestos fieles de Dios también caen en el pecado de inmisericorde.

En este caso por la soberbia, al reprocharle al padre lo que estaba haciendo a favor de su hermano quien se había perdido y estaba en “proceso de distención”.

Estas personas representativas del “hermano mayor”, escaseaban por completo de estas verdades, las cuales, el Señor Jesús les hizo énfasis; cuando les dijo en la parábola: Que su “padre fue movido a misericordia”, corrió a recibirlo con “besos”.

En este trabajo, he tratado de sintetizar la felicidad postrera de este hijo llamado “el pródigo”.

Y he encontrado la hipótesis, que la determinación, la valentía para regresar, se fusiona con la misericordia, la justicia y la fe, provista por el padre, quien lo tornó hacer parte nuevamente de su viejo hogar, sin recriminación alguna.

Además, el padre olvidó y borró todo el pasado de su hijo que se volvió a él, por ello, no tuvo en cuenta el tiempo en el cual estuvo perdido.

San Pablo, exonera esta posesión del padre porque “si alguien está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.

La actitud de su padre fue contraria a lo que esperaba, ya que, en vez de ponerlo en disciplina o en prueba por un tiempo limitado, más bien lo abrazó, lo besó y mató al becerro más gordo que tenía en sus propiedades; todo volvió a ser alegría, como antes.

En las parábolas anteriores dan una aplicabilidad que el gozo realizado en la tierra es el mismo que se efectúa en el cielo, cuando un pecador vuelve a la iglesia.

Lo que el Señor desea no es la condenación del pecador, sino salvarlo.

Muchos exegetas e intérpretes de los pergaminos sagrados, le han dado muchos énfasis y significados a esta parábola, que a menudo apuntan a suplir la nefanda situación del hombre perdido en todas las esferas y las distintas épocas de la vida.

Se considera que esta narración parabólica la escribe el doctor San Lucas, que a su vez, era gentil, por lo cual, esto se extiende a una resonancia incierta pero dialéctica, reconocida por el mismo apóstol San Pablo en la carta a los Romanos.

Que los gentiles, que formaron las naciones anduvieron en sus propios caminos, también tuvieron la oportunidad de conocer y de respetar a Dios pero se extraviaron.

Supuestamente, hay quien interprete que los gentiles están representados por el hijo menor que se aleja, que despilfarra, que gasta el dinero en depravaciones como lo dijera el escritor de los Romanos 1:21-32.

El hijo pródigo un día regresó a su casa, cuyo regreso, simboliza “este día de gracia” donde el padre salió a recibirlo con besos, ropas nuevas, anillos finos, zapatos diferentes y un cordero para la fiesta.

Este es un cuadro dramático y emocionante para nuestros días; cada una de estas prendas de vestir tiene una aplicabilidad para nuestra vida cristiana.

Aunque se considere que antes de la fiesta hubo un sacrificio de un cordero. Hay que recordar que Jesús es visto como el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.

Supuestamente, el hermano mayor es visiblemente, el “pueblo judío”, el que siempre ha estado con Dios en la historia, el que se ha mantenido como el especial tesoro.

A este hijo, Dios le “ruega” que entre a la fiesta por la llegada de su hermano perdido, los gentiles pero él se niega a entrar.

Los judíos, según lo comenta San Pablo, se han agobiado, pero siguen siendo el pueblo elegido por promesa, así que no están excluidos del “banquete”, a ellos también se les ha predicado el evangelio como una invitación especial.

Pero viven celosos de la herencia, de los bienes terrenales dados por su padre aquí en la tierra, guardados para que las disfruten en el milenio.

Pero a los gentiles se les hará una fiesta en las bodas del cordero y los israelitas por ser inmisericorde estarán excluidos. San Lucas 13:28-30. San Mateo 21:30-32.

Para muchos, esta parábola contiene algo incauto que nos sirve si la tomamos literalmente, para ilustrar la condición humana.

Además, puede obtener un símbolo descifrable en su contexto histórico e ilustrativo para las futuras generaciones.

Otros, conjeturan que esta parábola apunta a la era patriarcal donde corría la senda mesiánica, representando con ellos el “hermano mayor” por haber tenido la inmensa comunión con Dios hasta que llegó Noé pregonero de justicia.

Después de éste, el mundo se proliferó tanto en habitante y en degradación; que esta gente decidió seguir el desenfreno, el libertinaje y la ignominia; hasta que llegó el día de la gracia, donde todos llegamos nuevamente a nuestro padre celestial.

Este personal de la La parábola el hijo pródigo, simboliza el “hijo pródigo”.

Para los gobiernos seculares como los eclesiásticos el hijo pródigo simboliza aquellas personas de todos los grupos generales, que se encuentran inconformes con las administraciones de turno.

Quieren ambular por doquier, y hay muchos que pierden su patria, sus amistades, su hogar y familia y dejan sus bienes físicos y espirituales.

Lo dejan por buscar una mejor tolda, mejor vida, mejores honores, mejores puestos y dejan su patrimonio arcaico, sin importarles nada, pero después de un tiempo en que quedan peores como estaban.

Algo similar como dice el viejo refrán: Pierden el hacha, el calabazo y la miel; luego, tienen que regresar a su terruño abandonado, acogiéndose al amor misericordioso de Jesús, reflejado en esta parábola.

Conclusión del tema la parábola del hijo pródigo

Si analizamos la situación de la humanidad, un hombre puede hundirse más extremadamente en la imperfección que el otro; porque desde el momento que nos alejamos de Dios somos ya plenamente malos.

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La parábola el hijo pródigo.

El hombre habitual es como el pródigo; que despilfarró, se gastó sus bienes en un país lejano y luego se arruina así mismo.

Desde el momento que un hombre deja a Dios, él se vende a Satanás, y gasta su alma y corazón fuera de Dios, porque su nuevo patrón lo lleva a comer algarroba de este mundo; que son: La prostitución que es el lugar de acopio de la sífilis, sida y otros acompañantes.

Los productos alucinógenos son los agentes encargados para acabar con el sistema nervioso y con el celebro.

Pero el hijo pródigo antes de comer estas clases de algarrobas a tiempo, volvió a su viejo hogar y su padre le recibió gozosamente.

En esta actuación del padre en su lenguaje figurado, hace ver un trasfondo, exploratorio, cómo Dios.

Incluso sabiendo que la conversión no es completa pero puede hacer algo, y sale en busca de aquél que lo necesita y lo llama, aceptándolo sin reprocharle ni tener en cuenta su descarrío, ni su indiferencia anterior.

Esta parábola ha transmitido una gama de enseñanza no solamente para los llamados “fariseos y escribas”, sino también para todos los empedernidos pecadores en todos los tiempos; y para los fieles cristianos inmisericorde.

Dicha metáfora es una de las cuatro más representadas en el arte medieval, junto con las de las diez vírgenes, la del rico y Lázaro y la del buen samaritano.

En el renacimiento son representadas por diversas escenas por la “exigencia de la partición de la herencia”, por el “trabajo con los cerdos”, y por el “regreso al padre”.

En muchos teatros, museos y salas de artes, aparece en bosquejos esta parábola, varias veces en pinturas y grabados; con su retorno del “hijo pródigo”. En el Museo del Hermitage, es uno de sus trabajos más sobresalientes.

En literatura se conoce para esta década el mejor tributo literario más profundo dada por esta parábola es el libro “El retorno del hijo pródigo, un regreso a casa” por el teólogo holandés Henri Nouwen escrito en 1992, en cual se describe su viaje espiritual.

Para esta obra se inspiró en la pintura de Rembrand “retorno del hijo pródigo”.

Para los cristianos nos hace estar firmes a sabiendo que las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas; además, nos anima a seguir anunciando a los perdidos que vuelvan a casa, porque en Dios hay muchos bienes que disfrutar.

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Estimado lector, esperamos que este tema «La parábola del hijo pródigo» haya sido de gran bendición para su vida.

Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Antony Shalom

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